Capítulo diez: una confesión y una flor.

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Al otro día, Olivia manejó hasta el kínder. Santino refregó sus ojitos, y suspirando profundamente acomodó las cosas dentro de su mochila, había insistido mucho en quedarse en casa, pero después de una breve charla con su mamá supo que no tenía opción, muy a su pesar. La mujer lo miró y supo lo difícil que era para el niño ir para ese lugar donde constantemente era el blanco de las burlas de sus compañeros, pero al igual que ellos Santino también tenía derecho a estudiar y por supuesto a jugar en el kínder.

Una vez que estacionó, se bajó del auto y ayudo a su hijo a bajar.

—¿Tienes todo mi bebé? —Indagó Olivia y Santino asintió con la cabeza, ella se agachó frente a él y acarició su mejilla— Sé que es difícil mi amor, pero intenta no prestar atención a esos comentarios ¿Sí? Nosotros anoche hablamos y sabes que siempre serás nuestra persona favorita en el mundo y que te amamos con todo el corazón, no hagas caso a esos comentarios San.
—Está bien mami.
—¿Me prometes que estarás bien? —Pronunció ella y el niño asintió con su cabeza sujetando las tiras de su mochila— Si te sientes mal dile a la maestra y vendremos a buscarte.
—Bueno. Te amo mami —Respondió Santino abrazándola fuertemente.
—Yo también te amo hijo. —Olivia regó de besos su mejilla y luego se despidieron. El pequeño entró al kínder recibido por la maestra y la castaña suspiró profundamente intentando calmarse, todo estaría bien.

Dándose la vuelta para volver a su auto, el celular de Olivia comienza a sonar. Era Amanda.

—Hola Mandy, ya estoy yendo para la comisaría. —Anunció Olivia una vez que atendió mientras buscaba las llaves del auto en su bolsillo.
—Liv, no vengas para aquí, acabamos de recibir un caso donde tendremos que trabajar en conjunto con la Unidad de Víctimas Especiales, Elliot te está esperando en la calle que está cerca del parque y que no tiene salida para darte todos los detalles, yo y los chicos estamos yendo para allá.
—¿Qué datos hay sobre el caso? —Preguntó ella mientras subía a su auto, y lo ponía en marcha.
—Al parecer es un robo seguido de intento de abuso sexual, la adolescente apareció golpeada e inconsciente en esa calle, una vecina la encontró y dio aviso aquí a la comisaría y a la ambulancia.
—Está bien, nos vemos allá Mandy.

Una vez que la llamada se cortó Olivia suspiró dirigiéndose al lugar del hecho tratando de hacerse la idea de que Elliot estaría allí y que, tendrían que trabajar en conjunto. Ella sabía cuán profesionales eran los dos y que dejarían todo lo personal de lado, pero ahora, después de ese beso y de que su mente no dejará de pensar un segundo en el papá de su hijo sabía que se le haría aún más difícil tenerlo cerca.

Mientras el viaje transcurría Olivia intentó respirar hondo y centrarse en los datos que Amanda le había dado, y se dio cuenta que su cabeza se había detenido al momento de oír que Elliot estaba allí esperándola. Como si fuera un disco rayado se trasladaba a la noche anterior donde él se había tropezado cuando quiso cargar a su hijo, lo cerca que habían quedado sus labios y por fin, el beso que había llegado afuera de la clínica. Recordaba la charla con Santino, y la débil seguridad que ella había puesto al pronunciar cada palabra, su mente era un lío y su corazón no hacía más que incitarla a seguir con esa locura, a intentar con ese hombre una relación amorosa.

Minutos después vio a su equipo esperándola junto con algunos integrantes del escuadrón, entre ellos Elliot quién no dejaba de hablar con los presentes dando órdenes e intentando averiguar todo lo que pudiera para ayudar a la resolución del caso.

—Elliot. —Lo saludó Olivia estrechando sus manos y Elliot sonrió al verla. Algo que logró mover miles de sentimientos dentro suyo.
—Hola Liv, creo que Amanda te puso al tanto, pero he intentado obtener más información que, creo es importante que sepas.
—Dime de que trata.
—Bien.

Aprendiendo a amarte|| Bensler - Rollisi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora