Capítulo veintitrés: Juntos.

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El paso de los minutos parecía hacerse eterno y luego de chequear que la comida estuviera lista Olivia suspiró intentando mentalizarse en lo que vendría, era la primera vez que compartiría una cena con el papá de su hijo, que compartirían tiempo juntos y desde que Santino se había enterado que Elliot vendría a cenar se puso muy contento, fue justamente esa emoción contagiosa que logró cambiar el ánimo de Olivia por completo y sentir también la misma emoción en su interior.

—Mami ¡Papi ya llegó! —Pronunció Santino con felicidad al oír el ruido del timbre.

El corazón de la castaña comenzó a latir inevitablemente a un ritmo más acelerado, y mientras intentaba respirar profundamente para tranquilizarse y no hacer tan evidente su nerviosismo caminó hacía la puerta de entrada, al abrirla pudo ver a Elliot vestido de una manera informal, pero demasiado hermosa. El cuerpo de ese hombre estaba cubierto por un jean azul, una remera básica en tono blanco y una campera en tonalidad bordo, combinado todo eso con zapatos negros y una sonrisa penetrante que logró detener el tiempo.

—Hola Liv. —Saludó Elliot con amabilidad, mientras dejaba un cálido beso en la mejilla femenina. Olivia le devolvió el saludo de la misma manera— Traje bombones para el postre, sé que a nuestro pequeño lo enloquecen y creo que a ti también. —Comentó él mostrándole la caja, y ella ruborizada asintió.
—Entra.
—Gracias. —Respondió él y caminando juntos hacía el living Elliot fue recibido por Santino con una efusividad y gran alegría— Te extrañé hijo. —Sonrió el hombre besando una incalculable cantidad de veces la mejilla infantil, mientras podía oír la risa del pequeño.
—Yo a ti papá, muchito. ¡Bombones! —Exclamó San con gran emoción al ver la caja de bombones en las manos de su mamá. Los dos adultos rieron y le avisaron que era para el postre, y aunque el niño bufó sonrió conforme.

Y así comenzó la noche, Santino ayudó a Elliot a poner la mesa mientras que Olivia servía la cena en los platos. Una vez que todo estuvo listo se sentaron a cenar como si fueran una familia, y eso era lo que sentía el niño en ese momento. La emoción que representaba para Santino estar cenando con sus dos papás juntos lo llevaba a no dejar de hablar, y a hacer reír a ambos con sus ocurrencias.

—¡Los patos no viven veinte años Elliot! —Refutó Olivia arqueando su ceja, Santino río y miró a su papá.
—¡Si viven veinte años! Pero tú no debes meterte, es una información confidencial entre Santi y yo.
—Y si es confidencial... ¿Por qué me lo contaron? —Indagó la castaña entre risas mientras pinchaba con el tenedor un pedazo de pollo— No tiene lógica.
—Porque... porque queríamos que veas que con San hablamos de temas muuuuuuuy interesantes.
—¡Mucho muy interesantes! —Apoyó el niño a Elliot y Olivia asintió con la cabeza, ahora sí tenía algo de lógica.

Continuaron conversando, hasta que Santino una vez que terminó de comer corrió al baño para lavarse los dientes. Aprovechando eso, Olivia y Elliot comenzaron a limpiar y a acomodar todo lo que habían utilizado para cenar.

—Es hermoso verlo al enano feliz. —Exclamó Elliot mientras secaba un plato. Olivia lo miró y sonrió asintiendo con su cabeza.
—Vale la pena compartir tiempo juntos si ese es nuestro premio. —Apoyó ella compartiendo el mismo pensar que él. Ver a Santino feliz les llenaba el alma, e incluso los emocionaba verlo tan entusiasmado.
—¿Y tú? ¿Estás mejor? —Indagó Elliot recordando la llamada que habían tenido esa tarde. Olivia suspiró y continuó lavando los platos— Sí no quieres hablar del tema lo entenderé.
—Intento estarlo, a decir verdad, me pone muy mal que Santi se dé cuenta que no estoy bien. Pero a veces, es difícil y aún más cuando la verdad te estalla en la cara irremediablemente.
—Es de humano exteriorizar lo que sientes Liv, es importante que no te guardes nada.
—A veces siento que no aguanto más, pero no sé qué hacer, y es ahí donde me bloqueó y siento que no avanzo.

Elliot sentía la inmensa necesidad que Olivia tenía de hablar de lo que sentía, de lo que le pasaba, de lo que estaba ocurriendo, y entendió que no era el momento adecuado cuando sintió la voz infantil a lo lejos. Ella suspiró profundamente e intentaron cambiar rápidamente el tema, para que Santino se diera cuenta de lo que ocurría.

—¡Aquí estoy! —Exclamó Santino abrazando por la cintura a Olivia, quién sonrió mientras terminaba de lavar un vaso. Elliot tomó al pequeño en sus brazos y besó su mejilla— ¿Ya vamos a comer los bombones?
—Sí, mi amor.
—¡Iupi!

Caía la medianoche. Santino ya estaba dormido y acostado en su habitación, exhausto después de un día emocionante y no era para menos, la felicidad que desbordaba de su corazón era inmensa, algo que también hacía muy feliz tanto a Elliot como a Olivia.

—Aquí está el café. —Pronunció Olivia entregándole una de las tazas a Elliot para luego sentarse a su lado.
—Gracias. —Tomó la taza entre sus manos y la miró— Ahora sí, creo que estamos tranquilos para poder continuar la conversación.
—Sí. —Suspiró profundamente mientras bebía un sorbo de aquella bebida caliente.
—Es normal no aguantar determinadas situaciones Liv, y esto no te hace una mujer débil, al contrario, eres la mujer más fuerte que conozco, pero sentirse así en algunos momentos también es válido.
—¿Alguna vez sentiste la culpa por haber lastimado sin intención a tanta gente? ¿Alguna vez has sentido la frustración de no saber cómo remediar todo el dolor que causaste? —Indagó la castaña con ganas de llorar, Elliot la miró viendo sinceridad en aquellos ojos marrones y suspiró profundamente, si ella estaba siendo sincera, él también debía serlo.
—Sí, muchas veces, a decir verdad.
—¿Y qué has hecho en esos momentos?
—Supongo que dejar que el tiempo pase, y aprender a convivir con ello. Nunca fue fácil.

El tono de voz que él había utilizado le daba la pauta a Olivia que podía comprender cada sentimiento que estaba atravesando su corazón, y eso, le daba una tranquilidad inigualable, le hacía entender que quizá no estaba sola en ese mar de tristeza y dolor, que podría tener una mano que sostendría la suya y la ayudaría a seguir adelante. Esta vez continuaron hablando, buscando desahogarse y poner en palabras los pesados sentimientos que cargaban en su interior.

Pero...

Las tazas de café de pronto estaban vacías, y al ver la hora Elliot se puso de pie para marcharse nuevamente a su casa, en su interior no sentía ganas de irse, al contrario, estaba disfrutando muchísimo de la compañía de Olivia, aunque entendió que no debía abusar de ello, era la primera vez que compartían un momento así, y sentía miedo, temor de invadirla.

—Creo que es hora de irme, ya es muy tarde. —Pronunció Elliot mientras observaba a Olivia, quién se ponía de pie.

Las pupilas azules estaban centradas en aquella hermosa mujer que se acercaba peligrosamente a él. Ni siquiera sabía si era producto de un impulso o si se trataba de sus mayores deseos, pero apoyando una mano en su mejilla Olivia lo besó dulcemente perpetuando en ese gesto el tiempo. Elliot se sorprendió completamente, sin esperar tremendo regalo por parte de la mujer de la cual se había enamorado profundamente. Motivado también por ese fuego que empezaba a encenderse en su interior siguió ese beso acariciando con pericia aquellos labios que tan loco lo volvían.

Automáticamente Olivia apoyó sus manos sobre el fornido pecho masculino, sin intención alguna de alejarlo, simplemente lo único que quería era sentir el latir de su corazón en ese instante, necesitaba comprobar si aquel órgano vital estaba latiendo al mismo ritmo que el suyo. Él, apoyó sus manos sobre las de ella, y suspiró en sus labios comprendiendo lo que ella quería.

—¿Vamos a la habitación? —Susurró Olivia conectando sus pupilas con las de Elliot, la temperatura comenzaba a subir y el incendio lograba ser algo imposible de frenar, por ende, sin decir nada más el asintió con la cabeza. 

Aprendiendo a amarte|| Bensler - Rollisi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora