Capítulo treinta y uno: Comenzar a cambiar.

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¡QUE LINDO ES VOLVER! AAAAAAAAAH NECESITO MAYÚSCULAS MÁS GRANDES. Perdón por la demora y la desaparición, estuve con una situación gripal que me dejo en cama por varios días con muchos malestares, pero acá estoy. Nuevo capítulo... ¡Espero que les guste! 

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—Hijo, es hora de despertarse. —Susurró Olivia en su oído mientras dejaba tiernas caricias en su mejilla. El niño apretó sus ojitos con toda la intención de seguir durmiendo.
—Un ratito más mami. —Protestó Santino acomodándose nuevamente en la cama, pero Olivia no iba a darse por vencida. Así que comenzó a hacerle cosquillas en su vientre— ¡Espera mami! Para por favor. —Le pidió el niño entre risas.
—Me parece que este niño lindo no tiene cosquillas ¿Verdad?
—¡Para ma! —él volvió a intentar quitar las manos de su mamá de su vientre y una vez que Olivia frenó la miró a los ojos luego de refregar sus ojitos— Buenos días.
—Buenos días, mi amor. —Ella besó su mejilla y acarició su cabello— ¿Dormiste bien hijo?
—¡Muy bien mami!
—Me alegra, ya está el desayuno listo, tienes que levantarte, cambiarte y lavarte la cara.
—Está bien ma, pero antes... ¿Me abrazas fuerte?
—Claro que sí, hermoso.

Olivia envolvió a sus brazos a su pequeño mientras no dejaba de besar su cabeza, y de acariciar la extensión de su espalda. Santino se relajó en sus brazos y una vez que se alejaron besó su mejilla, no importaba el paso del tiempo, el niño siempre disfrutaría de la compañía de una de las personas más importantes de su vida, su mamá.

—Ahora sí, ve a cambiarte pequeño terremoto, no querrás que tu desayuno se enfríe. Y además hay alguien que te está esperando.
—¿Quién? —Santino abrió sus ojos de par en par y Olivia río.
—Tu papá. Esta abajo esperando para desayunar con nosotros.
—¡Iupi!

La emoción que envolvió el cuerpo infantil fue sumamente palpable, y fue algo que también logró emocionar a Olivia. No iba a negar que sentía temor ante la idea de que, algún día iban a tener que contarle al niño la noticia de su noviazgo con Elliot, pero escapando de esos pensamientos suspiró y luego sonrió, ya habría tiempo suficiente para pensar en ello. Ahora lo único que deseaba era disfrutar de sus dos grandes amores.

-

—¿Estas nervioso? —Indagó Amanda, mientras sujetaba la mano de Carisi. Los dos se encontraban en la puerta de la clínica a punto de entrar.
—Un poco, a decir verdad, me da más miedo lo que puedan decir los médicos.
—Abril va a estar bien, mi amor. Tienes que confiar en eso.
—Lo sé, pero ahora, ahora sé que se viene la parte difícil. —Sonny suspiró y ella arqueó su ceja confundida.
—¿De qué hablas?
—No encuentro trabajo, he buscado por todos lados en los últimos días y no hay nada. Y eso me tiene mal, no quiero volver a robar Mandy, pero tampoco quiero que le falte nada a mi hija.

Detrás de cada palabra la rubia podía notar la preocupación y la tristeza que invadía a su novio. Sabía que si a Abril le daban el alta el cuidado debía ser mayor, y que, él tenía que tener todos los recursos necesarios para eso, pero si la niña continuaba internada los gastos que conllevaban la internación seguirían. Las dos formas eran difíciles, y los dos lo sabían.

—Tranquilo, verás que ya habrá tiempo de pensar en eso, yo te ayudaré a conseguir un trabajo. Ahora lo único que debes pensar es que verás a tu hija, y que todo estará bien.
—Ojalá mi amor.
—Te prometo que así será. —Ella acarició su mejilla para luego dejar un tierno beso en sus labios— ¿Vamos?
—Vamos.

Tomados de la mano Carisi y Amanda entraron a la clínica dirigiéndose al segundo piso donde se encontraba la habitación de Abril. Se anunciaron en administración y en ese momento vieron pasar al pediatra que estaba dentro del equipo de trabajo que llevaba el caso de la niña, así que, con un poco de preocupación Sonny lo frenó a mitad de pasillo para hablar con él.

—Doctor, quería saber cómo está mi hija, soy el papá de Abril Carisi.
—Hola señor, buenos días. Recién terminamos de revisar a la paciente, como ya sabe, durante algunos días hemos evaluado la posibilidad de darle el alta, ya que, consideramos que es mejor que la niña este en su casa lejos de los focos infecciosos hospitalarios.
—Sí, es una posibilidad que me la han comentado más de una vez, y que todo dependía de los resultados de la última quimioterapia.
—Así es, hoy revisamos a Abril y la quimioterapia fue satisfactoria, eso quiere decir que ya no va a necesitar más de ellas, pero sí tendrá un tratamiento en casa que será controlado de manera ambulatoria.
—¡Genial! —Suspiró aliviado Carisi mientras abrazaba a Amanda, que también llevaba una sonrisa en su rostro ante esa buena noticia— ¿Entonces mi hija tiene el alta? —Indagó él mientras soltaba a Amanda y fijaba su mirada en el pediatra.
—Si señor. —Respondió el profesional con una sonrisa, conocía a ambos desde el inicio y les había tomado afecto, aún más a Abril— El alta será firmado a las once de la mañana, mientras tanto ustedes pueden estar con ella y prepararla para salir de la clínica.
—Muy bien doctor.
—Con el alta serán adjuntados los pasos a seguir, la descripción del tratamiento, y por supuesto nuestros números de teléfono en caso de emergencia.

Carisi sentía demasiada emoción así que, sin dudarlo abrazó fuertemente al médico completamente agradecido por todo lo que había hecho por Abril. Sin duda, que ella estuviera bien se lo debía en gran parte al equipo de profesionales que se habían hecho cargo del caso y que, con el paso del tiempo, se habían encariñado con la niña.

En cuestión de minutos, tanto Sonny como Amanda se encontraban frente a la puerta de la habitación de la niña exaltados y muy felices, ansiosos por darle a la pequeña la noticia. Los dos se dieron un último beso intentando contener esas ganas de llorar de emoción, en ese entrecruce de miradas aquella mujer pudo entenderlo todo, pudo entender que a Carisi podía faltarle todo, pero lo único que no podía faltarle nunca, eran aquellas dos mujeres que amaba con su vida. 

Aprendiendo a amarte|| Bensler - Rollisi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora