Capítulo 24: La mejor maldita cosa (2)

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Kyle me trajo al parque de skate casi a rastras

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Kyle me trajo al parque de skate casi a rastras.

Al principio me negué, pero luego me hizo sentir mal diciéndome que desde hace tiempo estaba buscando una cosa con la que pudiera mostrarme su mundo y ese tipo de estupideces.

Él insistió en enseñarme a andar en patineta. Yo estaba comenzando a estresarme, pues cada que me subía a la tabla sentía como mi cuerpo se desequilibraba hasta el punto en que pensaba me iba a caer.

—Anda, Alex —dijo Kyle, tratando de animarme—. No vas a aprender nada si sigues siendo un miedoso y te bajas a cada rato de la tabla.

—Me voy a caer.

—Caerse es parte de aprender.

—¿Tan siquiera sabes hacerlo bien? —me quejé, estaba comenzando a hartarme—. Yo solo te he visto andar encima de esta, nada muy impresionante.

—¿Esa cosa tan poco impresionante que tú no has logrado hacer en casi veinte minutos? —soltó una risa burlona que me hizo torcer el gesto—. Mira y aprende, miedoso.

Kyle me quitó la patineta y se fue para subir el escalonado del parque.

—¿Qué?, ¿piensas saltar desde ahí?

—Sí. Nada muy impresionante.

Le di en su orgullito al parecer. Pero no podía dejarlo actuar de forma estúpida, necesitaba detenerlo.

—Kyle, vuelve aquí. Te vas a lastimar, no quiero entregarte con una pierna rota y un hueso salido con tu tío.

Subí las escaleras para traerlo de regreso, pero él me pasó por un lado con su patineta.

—¡Kyle!

Me llevé las manos a la cabeza, asustado luego de verlo volar por el aire con su patineta, pensé que se iba a caer de boca contra el concreto, pero me dejó boquiabierto cuando pasó deslizándose por la barandilla.

Salió de ahí con una facilidad increíble, tan fluido que parecía ir en el agua. Se paso para el que yo llamé «tazón de cereal gigantesco» y ahí fue de un lado a otro, dandole vuelta a su patineta en el aire. Después de eso volvió a donde yo estaba con actitud engreída.

—¿Sigue siendo algo poco impresionante para ti? —reclamó.

—Kyle...

—¿Qué?

—¡Eso fue jodidamente increíble! —le dije con una amplia sonrisa que no pude esfumar de mi rostro, me estaba emocionando de más por algo que yo no había hecho— Lo digo en serio, ¡eres el puto amo de esto!, estuviste increíble con todos esos trucos que hiciste, como volaste en el aire, pensé que te ibas a partir la cara con el concreto como todo un pendejo pero...

No voy a mentir, de verdad me tenía realmente impresionado.

—Eres genial, Kyle.

Él me miró con un brillo especial en sus ojos. Como si se tratara de un niño cuando le ponen a Santa Claus enfrente.

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