Capítulo 4: Maldita vida social

24K 1.4K 148
                                    

Mientras aquel chico me llevaba cargando sobre su hombro al hospital, mi cuerpo finalmente cedió luego de ese disparo de miedo y pánico, y me desmayé

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mientras aquel chico me llevaba cargando sobre su hombro al hospital, mi cuerpo finalmente cedió luego de ese disparo de miedo y pánico, y me desmayé.

Tras despertarme en urgencias con Larry a un lado mío le pregunté si alguien más estuvo conmigo antes de que él llegara, «nadie, a mi me llamaron desde el hospital». Hizo lo que dijo, solo me había dejado en urgencias —quizá incluso, dejo mi cuerpo moribundo enfrente de la puerta del hospital—. Como haya sido, estaba agradecido con él, me salvó de aquellos bravucones, y fue lo suficientemente humano para traerme hasta acá antes que dejarme tirado por ahí para no causarse problemas.

Quería darle las gracias, pero durante las clases no lo ví. No asistió.

La escuela fue un poco mejor este día. No podía quejarme de nada, solo que mi cuerpo se sentía bastante adolorido por la golpiza de ayer, y que traía un enorme moretón —que todos se quedaban viendo— en la quijada, donde James me dió el primer puñetazo. Eso y que la mayoría de los maestros eran unos desgraciados que encargaban tarea a montones porque se pensaban que su clase era la única que importaba; ayer me quejaba de Smiths —la profesora de química—, cuando al menos ella era un poco más consciente de la carga que le ponía a sus estudiantes.

Dios, es que todo me molesta, de todo me quejo. Sí que soy un emo amargado.

En la mañana Larry se había ido corriendo dejándome sin mi par de llaves, por esto tuve salir por la puerta trasera de la casa. Ahora tendría que esperar a que volviera si no quería saltar nuevamente esa cerca que era casi medio metro más grande que yo, y terminar por romper mis pantalones ajustados.

Pasé al parque que estaba a una cuadra de mi casa, pensé que pasar una hora ahí sería un poco más entretenido a esperar sentado sobre el pórtico mirando los autos pasar y nada más.

Apenas puse un pie sobre el césped verde y rebosante de vida que cubría al parque, me llegó un olor muy peculiar. Reconocí el hedor como algo que había olfateado en más de una ocasión —sobre todo cuando iba al parque de skaters en mi antigua ciudad—, pero nunca supe bien de qué se trataba.

«¿Y si algo se incendiaba?»

Andar de curioso, después de todo lo que me pasó no era muy sensato. Pero de todas formas me ví decidido a dejarme guiar por ese apestoso olor a quemado.

Contemple una espesa cortina de humo con un olor tan intenso que me hizo toser, agité mi mano frente a mi rostro con la intención de disiparlo. Y vi que detrás de esto se encontraba aquel chico, Miller... se me había olvidado su nombre a pesar de que ayer los matones lo dijeron.

Estoy casi seguro que empezaba con la letra A.

Se dió cuenta de mi presencia por la repentina tos que el humo me provocó, y apenas me vió torció el gesto, demostrado otra vez ese antipático lado suyo.

INFINITY Donde viven las historias. Descúbrelo ahora