Viernes 20 de agosto, 6:30 a.m.
Tenía mucha flojera para pararme y estaba consciente de que, si no me levantaba, me perdería las dos primeras horas de clase. Aventé la colcha, pero dos segundos después volví a recogerla del suelo, para taparme con ella.
No iría al Instituto, estaba en mi último año y debía por supuesto sobre salir, si es que quería entrar a la Universidad.
Nunca faltaba y hoy quería pensar que hacer con Ulises. Patalee y me quite de nuevo la colcha, odiaba cuando recordaba que si faltaba no tendría mi reconocimiento por terminar el instituto y decepcionar a mi madre, no estaba en mis planes.
Después de diez minutos entre decidir si pararme o no, al final lo hice. Como todos los días me vestí, aunque era viernes, así que siempre hacía excepciones y trataba de ir lo más cómoda posible.
Al finalizar de alistarme, tomé mis cosas y me dirigí a la universidad, suspiré antes de entrar. Me gustaba la escuela, pero aquí habían muchos niños ricos y eso me privaba de hacer verdaderas amistades. Aunque el año no ayudaba mucho, ya que yo estaba en último año y mi mejor amiga Diana en segundo, sin embargo, habíamos coincidido en el almuerzo y gracias a Dios, ella era única.
Pude distinguir en el salón varios lugares vacíos, tomé lugar en uno de los finales, casi nadie se sentía ahí, en el salón éramos 30 alumnos, sin embargo, habían 40 asientos.
Diez minutos después el profesor de sociología entró al salón.
—La sociología es más que una ciencia, si bien es como base para...—Alguien había tocado la puerta, a lo que el profesor nos pidió una disculpa.
Suspiré, no podría ser alguien nuevo, casi nunca se cambian dos mes después de haber iniciado las clases, pero bueno, todo puede pasar.
Nuestro maestro regreso al frente del salón y pidió atención.
—Les pido una disculpa por la interrupción, pasa chico—Un chico un poco alto se hizo presente, vestía unos jeans de mezclilla, sudadera y chaqueta de cuero color negro y llevaba gafas negras. Avanzó con la ayuda del profesor, quien lo guiaba.
—Su nombre es Ulises Webster.
La presión se me bajo y la cara de mis demás compañeros era todo un poema, por lo que podía ver, unos tenían un asombro, otros murmuraban.
¿Qué hacia aquí? ¿No que odiaba a todo el mundo?
—El joven Ulises, como algunos sabrán no tiene los mismos privilegios que ustedes—La vena de su cuello se marcaba, estaba enojado—Les pido de la manera más atenta que cuiden de él, algunos ya lo conocen o han oído hablar debido a que en un pasado estudiaba aquí, bienvenido de nuevo Joven Ulises.
Él sonrió, pero era una sonrisa forzada, no estaba ese brillo de alegría y lo entendía.
—Ahora, es necesario que alguien cuide de él, ¿Quién se ofrece?—Los alumnos se veían entre sí, esto era una locura, si bien había salido de su cueva, estaba segura que regresaría pronto.
—Yo profesor Evans.—Las miradas se posaron en mí, baje lentamente mi mano, que apenas había visto que estaba alzada.—Yo cuidare de Ulises.
El profesor me sonrió.—¡Enhorabuena señorita Nicole!, venga por él y siéntelo a su lado.
Respire profundo, me pare de mi lugar y con todas las miradas en mí, fui hasta Ulises. Lo tomé del brazo y poco a poco lo guié hacia el lugar, que estaba al lado mío.
—Gracias Nicole, no sabía...
—¡Que carajo haces aquí!—Interrumpí, mientras le gritaba en voz baja.
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Aunque No Pueda Verte ©
Novela JuvenilUlises Webster debía haber muerto esa noche. En cambio, ese accidente automovilístico sí que le había dejado heridas, y no sólo físicas. Su vida anteriormente estaba llena de fiestas, arrogancia, hipocresía, vida social, sin embargo, todo había lle...