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Habían pasado ya tres semanas desde que yo había entrado a trabajar al restaurante y empezado el pequeño proyecto con Melissa.

Ulises había comenzado a cantar en un bar con la antigua banda con la que cantaban.

No había podido ir a escucharlo cantar debido a mi horario en el restaurante, pero me prometí a mi misma que en cuanto todo el asunto de la operación terminara, iría a escucharlo.

—¿Nicole? —la voz de Ulises me hizo sonreir.

Había intentado darle una visita sorpresa antes de ir a trabajar al restaurante y me había notado
por el aroma.

—¡Eso no es justo!, iNo puedo sorprenderte ni un poco! —me quejé mientras entraba a su habitación.

—¡Nunca!, ¡Ni un poco, princesa! —dijo mientras se sentaba en la cama con una toalla en la mano.

Su cabello lucía húmedo aunque estaba completamente vestido. Acababa de ducharse.
Crucé la distancia que nos separaba y me senté a horcadas sobre él mientras enredaba mis brazos en su cuello.

Las manos de Wes se posaron en mis piernas y frunció el ceño —¿Traes falda? —preguntó paseando sus manos por mis piernas desnudas.

—Sí. Es parte del uniforme —me quejé haciendo una mueca.

Los labios de Wesley dejaron una estela de besos por todo mi rostro hasta detenerse en mi boca dándome un beso de muerte. Su lengua explorando la mía mientras nuestros labios se movían lentamente.

—No me gusta la idea de que estés paseándote en falda por ahí —dijo contra mis labios.

Una risa boba brotó de mi garganta mientras comenzaba a besar su cuello.

Un gemido gutural salió de su garganta mientras yo trabajaba mis besos hasta el lóbulo de su oreja.

Sus manos se aferraron en mis caderas mientras inclinaba la cabeza para darme acceso a su cuello. —Soy solo tuya —susurré contra su oído.

—¡Mía! —gruñó mientras sus manos se posaban en mis rodillas y se deslizaban debajo de mi falda entallada.

—¿Qué crees? —canturreé mientras sentía las manos de Uli cada vez más arriba.

—¿Qué? —dijo él besando mi mandíbula.

—Hice horas extras ésta semana y, si todo sale bien, tendremos todo el dinero restante el fin de semana —dije con emoción.

Ulises se apartó un poco mientras una sonrisa sincera se deslizaba por su rostro. Sus hermosos hoyuelos marcándose como nunca. —¡No puedo creer que el hospital vaya a cubrir el setenta por ciento de la operación, es simplemente increíble! —dijo emocionado.

Una punzada de culpa se extendió por mi pecho.

¿Qué haría Ulises si le dijera que su papá pagará la operación?, probablemente se reusaría a operarse y yo sabía lo emocionado que estaba respecto a eso.

Había ido a realizarse los estudios previos a la operación y el médico lo había programado para finales de mes; calculando que consiguiéramos el dinero necesario para la operación.

De lo contrario, tendría que esperar otro mes para operarse, debido a la apretada agenda del cirujano.

No. No podía permitir que Uli tirara por la borda la oportunidad de operarse cuando veía cuánto lo quería. Quería ésta operación y la tendría.

Después habría tiempo de contarle.

—Haría cualquier cosa por ti —susurré sin aliento.

Ulises frunció el ceño con confusión.

Aunque No Pueda Verte ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora