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Ulises llevaba media hora sentado en el banco, completamente en silencio. Yo quería hablar, pero no sabía cómo disculparme y aún estaba un poco enojada, así que básicamente me puse a observar su habitación demasiado varonil.

Respire profundo, no perdería tiempo aquí, si él quería que me fuera así lo haría. A partir de ahora aprenderé a no estar ofreciendo mi ayuda como si fuera dinero.

Lo vi por última vez, espero que algún día sepa que el tiempo es valioso, voltee dispuesta a irme.

—Esa noche yo iba manejando.

Antes de salir, él hablo.

¿Por qué hacía esto más difícil?

—Roberto, Rick y yo estábamos muy ebrios, la única sobria era Sally. Esa noche habíamos salido de fiesta como solíamos hacerlo todos los viernes, a los tres los conozco desde el jardín de infantes ya que sus padres son los mejores amigos de mi padre, siempre fuimos a la misma escuela y desde los doce años le confese mi amor a Sally, resulta que ella también estaba enamorada de mí, se dieron las cosas y bueno, esa noche ella me dijo que nos quedáramos en el coche a dormir, ya que ella no sabía manejar, pero aunque estaba ebrio, yo recordaba su compromiso del sábado. Sally firmaría con una editorial para que ellos publicaran su libro, yo no podía hacer que faltara así que le mentí.

Aun me encontraba de espaldas, algo me decía que si me volteaba no iba a tener la valentía para irme, solo lo escucharía.

—Debí escucharla y aunque sé que me odiaría por no cumplir su sueño, ella quizá aun estaría aquí, viva, sonriendo y esperando por otra oportunidad para que le publicaran su novela. Esa noche chocamos con una familia, el mayor golpe lo recibieron Sally y Roberto, su hermano. Afortunadamente Rick salió ileso y yo quede ciego, dos meses después del accidente me entere que mi novia y mi cuñado, habían muerto.

Su voz estaba entre cortada, en cualquier momento lloraría, mi corazón me dolía, él estaba sufriendo demasiado.

—Nadie me decía que pasaba, preguntaba por ellos y me decían que estaban bien, me tomaban de a loco—Y tal como lo predecía, su llanto no se hizo esperar—Mi padre fue el que me revelo toda la verdad, ese mismo día dejo de hablarme, el único culpable soy yo, ¿Ahora entiendes porque no merezco tu ayuda ni la de nadie?

Voltee a verlo, no lo dejaría, no después de que él me contara todo lo que vivió esa noche.

Trate de acercarme, pero nuevamente él me lo impidió.

—Aléjate Nicole, agradezco que me ayudes, pero no quiero tu lastima ni tu ayuda—Se limpio rápidamente las lágrimas y volvió a colocar esa mirada fría—Por favor vete.

Me obligue a tragar el nudo de mi garganta—No merezco que me trates de esta forma.

—Lo irónico aquí es que no tengas ni poquito orgullo, yo me hubiera ido justo cuando empecé a hablar, pero eso me comprueba que ni dignidad tienes, deberías tenerte amor propio—El soltó una risita burlona—Aunque sé porque te comportas así, de seguro tienes a todo el mundo a tu al rededor y tu familia es la más feliz del mundo, ahora vete.

¿Pero que le pasaba?, yo lo estaba escuchando y se estaba comportando como todo un imbécil y me hablaba como si me conociera de toda la vida.

—Bien y quiero que sepas que tener dinero, fama o vivir en una mansión, no te da el derecho de sacar conclusiones de otras personas, deberías conocerlas o de lo contrario te quedaras solo—Odiaba actuar como él, pero era su culpa—¡Ups!, ya estás solo.

Sali apresuradamente de ese lugar, la señora Samantha estaba al final de las escaleras, moviéndose de un lado a otro, la esquive, ahora mismo no quería decir otra cosa de la que me arrepentiría.

—¡Nicole espera! —Grito en cuanto vio que salí de su casa, corriendo.

A unas cuadras dejé de correr y empecé a caminar.

—¿Nicole? —Alce la vista y pude mirar a Melissa—¿Estas bien?

No me había percatado que estaba llorando, él había sido un idiota y yo también.

—¿Fue Ulises? —Pregunto mientras yo me limpiaba rápidamente las lágrimas.

Negue con la cabeza intentando parecer normal.

—No me engañes, sé que mi hermano puede llegar a ser un imbécil, por eso salí corriendo de la casa—Ella me sonrió—Por favor, no lo abandones.

Fruncí el ceño confundido con su comentario.

—Ulises es un imbécil a veces. Suele ahuyentar a las personas con sus estupideces, pero, has logrado más en él en un día que cualquiera de nosotros en casi un año y medio. No lo abandones ahora. Es demasiado estúpido para darse cuenta, pero él te necesita, mira el perdió gente muy importante para él esa noche, espero que vuelvas y le hagas entender que es un idiota—Ella rio y yo simplemente no podía comprender por qué tenía tanta fe en mí.

No podía ayudarlo.

—Me tengo que ir, perdón, pero también fui un poco imbécil con él—Ella me miro sorprendida—No volveré, adiós.

Pase a su lado y camine rápidamente, sin siquiera dejarla despedirse. El rumbo a mi casa fue un martirio, me sentía mal conmigo misma, esa chica que contestaba sin pensar las cosas ya no estaba, hace mucho tiempo que había superado mi lado oscuro.

Lo peor de todo es que esa noche llore por un chico. Me burlaba de las chicas que dejaban de dormir por llorar desconsoladas por alguien que las merecía; esa noche, yo había llorado por él. De frustración por su actitud, de coraje conmigo misma, por permitirle tratarme como basura desde un principio, sé que él quería mi ayuda, pero primero él tenía que soltar su pasado. Duele, duelo dejar ir a las personas, sin embargo, todo inicio tiene un final.

Y lastimosamente, esa noche comprendí que mi amor por mi novio solo era ficticio.

Mauro era un gran amigo de la infancia y ahora me preguntaba si en verdad me había enamorado de él o quizá fue que extrañaba tanto a mi padre que confundí su ayuda con amor. A estas alturas tenía asco hacia mí, lo había utilizado y con el rechazo de Ulises comprendí que yo también necesitaba ayuda.

Tenía que dejar de ser egoísta y por una vez en la vida, poner los pies sobre la tierra, solo actuaba. No era una chica madura, ni mucho menos alguien inocente. A las cuatro de la mañana deje de llorar y a esa misma hora le mande un mensaje a Mauro para vernos, ese domingo por la tarde terminamos y también ese día acudí con un especialista para que me ayudara, con temas de los cuales nunca hablamos con nadie.

Aunque No Pueda Verte ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora