~33~

2.5K 136 7
                                    

Mi cuerpo se sentía débil.

Las piernas temblaban. Mi cabeza cayó sobre el hombro de Ulises mientras intentaba recuperar el control de mi cuerpo.

Él deslizó su dedo fuera de mi y mis piernas colgaron sobre las suyas con pesadez. Me sorprendió verlo llevarse el dedo a la boca y probar la humedad de mi cuerpo.

—Mmm... —tarareó en aprobación.— algún día te probaré correctamente.

Me estremecí con el tono de su voz y sentí el rubor en mis mejillas.

—Tan hermosa... —murmuró mientras depositaba pequeños besos en mi hombro.

Ladeé mi cabeza al sentir sus besos, no eran fieros como los anteriores, eran tiernos, cariñosos, dulces...Con las manos temblorosas, acomodé la parte de arriba de mi traje de baño y Ulises me ayudó a anudarlo sobre mi cuello depositando suaves besos sobre mi espalda también.

Me estremecí por completo al sentir sus cálidas caricias y me levanté de sus piernas sintiéndome débil. Rápidamente me dirigí a limpiarme a otro cubículo.

—¿Te encuentras bien? —preguntó con voz ronca. —estás muy callada.

Sin decir una palabra, salí y me acerqué de él enredando mis brazos en su cintura y presioné mi mejilla contra su pecho firme.

Él ahuecó una mano en mi cabello mientras me abrazaba con la otra.

El contacto cálido, tierno, dulce me sobrecogió.
No podía creer como todo había cambiado de ser tan intenso, a algo tan dulce como un abrazo protector.

—Te quiero tanto, amor... —susurré contra su pecho.

—Te quiero aún más, princesa —murmuró antes de besar la parte más alta de mi cabeza.

La puerta del baño se abrió.

—¡Mierda!, iLo siento! —la voz de un chico me hizo levantar la vista.

Una pareja acababa de entrar al pequeño baño, seguramente pensando hacer lo que nosotros y me ruboricé escondiendo la cara en el pecho de Ulises de la vergüenza.

Él comenzó a reír suavemente y sentí su pecho vibrar con la risa y le solté un pequeño golpe en un costado.

—Nosotros ya nos íbamos —dijo Ulises reprimiendo una risita tonta.

Yo no pude evitar reír también.

Sin levantar la vista, Ulises y yo salimos del baño.

Él reía como jamás lo había visto reír y mi corazón latió rápidamente contra mi pecho.

El sonido fuerte, ronco, estridente y divertido de su risa se incrustó con fuerza contra mi pecho y comencé a reír también, prometiéndome a mi misma que iba a hacerlo reír de aquella forma más seguido.

—No encuentro esto para nada gracioso —me quejé en tono de broma.

El me rodeó con un brazo mientras caminábamos y rió —Es lo más gracioso que me ha pasado en mucho tiempo, corazón.

Alcé las cejas sorprendida y sacudí la cabeza diciendo —Bobo.

—No soy cualquier bobo —canturreó, como si fuera un pequeño niño.

—¿Ah, no? —dije burlona.

—No. Soy TÚ bobo —presionó sus labios contra mi mejilla y reí.

—¡MIO!, ¡Sólo mío! -dije en tono posesivo.

—¡Tuyo y de nadie más! —dijo él con una enorme y hermosa sonrisa en el rostro.

Sus hoyuelos eran profundos.

Aunque No Pueda Verte ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora