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—Nicole amor, por el amor de Dios, ven a la cama —se quejó Ulises.

—Quiero ir al baño —susurré en la oscuridad.

Todo el cuerpo me dolía debido a nuestras actividades anteriores; sin embargo, necesitaba
ir al baño.

Una risa ronca resonó en la oscuridad y me ruboricé.

Entré al baño de la habitación de Ulises y encendí la luz; pude ver mi desnudez en el espejo y otro rubor se extendió por mi rostro.

Definitivamente, necesitaba un ponerme algo de ropa.

El alivio llegó a mi cuando hice mis necesidades y cuando salí del baño, busqué a tientas mi ropa.

—Nicole, ven a la cama —dijo Ulises con la voz adormilada.

—Necesito mi ropa interior —mascullé mientras me agachaba buscando a tientas en el suelo.

—Abre el cajón de la cómoda, el de la izquierda
—Hice lo que me pidió y me topé con el cajón de su ropa interior.—Toma unos bóxers y ven aquí

En sus labios bailaba una sonrisa burlona. Yo me ruboricé, pero tomé un bóxer negro y lo deslicé por mis piernas.

Abrí otro cajón y tomé una playera antes de meterme en la cama.

—Te pusiste una playera —se quejó él.

—¿Te gusta tenerme toda desnuda en tu cama?
—bromeé.

Una risa ronca brotó de la garganta de Ulises y susurró —Me encanta.

Sin decir una palabra más, deslizó sus manos alrededor de mi cuerpo, mientras enterraba su cabeza en el hueco de mi cuello.

—Duerme un poco más —murmuró contra mi cuello y presionó un beso suave.

[...]

Una pierna grande alrededor de mis caderas, no me dejaba moverme, mientras un pesado brazo
caía sobre mi cintura.

Intenté moverme de la prisión que formaba el cuerpo de Ulises pero era imposible y me quejé.Todo el cuerpo me dolía; era como si hubiera corrido una maratón sin descanso.

Ulises dormía profundamente y yo moría de calor. El sol entraba de lleno en la ventana.

Probablemente eran las doce del día y nosotros aún seguíamos en la cama.

Intenté moverlo para liberarme y hacerle algo de desayunar pero era imposible. Moví su brazo con cuidado de despertarlo e intenté deslizarme fuera de su pierna sin éxito.

Ulises se removió un poco y liberó la mitad de mi cuerpo. Tras un par de intentos, pude liberarme de su pierna y sonreí victoriosa.

Me senté en la cama y justo cuando iba a ponerme de pie, un brazo se enrollo en mi cintura.

—¿A dónde crees que vas? —ronroneó la voz ronca de Ulises.

Mi corazón dio un vuelco y él tiró de mí hasta recostarme en la cama nuevamente.

Comenzó a presionar varios besos en mi cuello y mi hombro juguetonamente, mientras me hacía cosquillas con las manos.

—¡Uli! —me quejé entre risas.

—¡Ven aquí! —gruñó juguetonamente mientras me tiraba a la cama y se posicionaba sobre mí.Su cuerpo presionando el mío.

—Déjame ir —me quejé bromeando.

—Nunca —susurró con intensidad.

El corazón me dio un vuelco al escuchar la promesa implícita en ésas palabras y me estremecí por completo.

Aunque No Pueda Verte ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora