—¿Ulises, en verdad eres tú? —Los amigos de Sasha, empezaron a murmurar cosas.
—Rick, ¿Lo conoces? —Sasha pregunto con el ceño fruncido, ella y yo estábamos muy confundidas.
Ulises aun seguía apretando mi mano con mucha fuerza, tenia que sacarlo de ahí, era obvio que ambos chicos se habían encontrado en un mal momento. Sin pensarlo me aferre a su mano, y básicamente huimos. Sabía que necesitaba estar solo, así que nos guié a ambos hacia la rueda de la fortuna, era el último juego al que visitaríamos en la noche.
Pero bueno, los planes habían cambiado.
El chico paso algo sobre nuestras muñecas para después darnos acceso. Ayude a Ulises a sentarse y después el movimiento del juego nos indicó que había comenzado.
Sonreí en cuanto íbamos subiendo, de todos los juegos este era mi favorito, ya que se podía observar una parte de la ciudad, pero principalmente me gustaba ya que se veía perfectamente el atardecer.
Algo que me gustaría que pudiera ver Ulises.
—Gracias por ayudarme a salir de esa situación incómoda Nicole.
—No tienes nada que agradecer, debemos disfrutar de nuestra salida. —Él sonrió, mostrando esos hoyuelos que lo hacían parecer tierno—Quien sabe cuándo estarás de buen humor para salir.
Él soltó una carcajada, mientras negaba con su cabeza. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, algo en mí empezaba a crecer cuando estaba con él.
—¿Estás diciéndome que te gusta mi compañía?—Ulises sonreía burlón.
—No, yo dije que—Él soltó otra carcajada.
—Déjalo así Nicole, ya entendí—trataba él de regresar al modo serio, pero después de minutos volvía reírse.
Voltee los ojos, este chico no era normal. Sonreí, por lo menos había evitado que él se sintiera raro con la presencia del chico.
Al bajar de la rueda de la fortuna, el chico que había llamado a Ulises minutos atrás nos esperaba en la salida del juego. Apreté un poco su brazo, mientras caminábamos.
—¿Pasa algo Nicole o Acaso piensas que escaparé?—Su tono de voz, seguía siendo burlón.
Suspiré—No es eso.
—¿Entonces qué pasa?
Antes de llegar a la salida me detuve, lo que hizo que Ulises pusiera un gesto de preocupación. El chico que nos miraba, se acercó rápidamente hacia nosotros, estaba claro que esta vez no tenía opción para ayudarlo.
—¡Ulises!, Necesitamos hablar.
Él se puso tenso, podía notarlo por las expresiones en su rostro.
—No hay nada de que hablar Rick—Él se soltó de mí y como pudo esquivo al chico y salió rápidamente de donde estábamos.
—¡Ulises espera!—Grite entre la multitud.
Esto debía ser una broma, busque por todos lados en la feria, pero no lo encontré. Al llegar a la salida pude divisarlo a lo lejos caminando.
—¡Ulises!—Grite para que este se detuviera, pero no lo hizo.
Comencé a correr. El frío de la noche calaba mis huesos y quemaba mis pulmones con cada respiración que daba. Me maldije mentalmente por tener mala resistencia, pero no iba a parar hasta alcanzarle.
Ulises se detuvo en seco y yo me estampé contra su espalda. Me tambalee por el golpe y empecé a respirar pesadamente.
Él se volteó hacia mí con expresión furiosa y frustrada.
—¡Quiero estar solo, maldita sea!
Sus palabras no me golpearon tanto como su expresión dolorosa. Un nudo en la garganta se apoderó de mi impidiéndome hablar, y los ojos me empezaron a picar.
Yo había sido la culpable de ese encuentro con su pasado. En ningún momento se me había ocurrido de que el tal Rick nos buscaría para poder hablar con él, quien parecía molesto al volverlo a ver. Tenía que haberlo previsto.
—Perdóname, por favor—Mi voz salió entrecortada, estaba resistiendo las ganas de llorar.
—No tengo nada que perdonarte Nicole.—Vi como subió su mano y después de intentos encontró mi mejilla.
Su caricia me provocó escalofríos por todo el cuerpo.
—¿Entonces por qué me siento tan culpable?—Las primeras lágrimas empezaron a salir y mi pecho me dolía.
La expresión de Ulises cambió a pánico total. Puso su otra mano en mi mejilla y trato de limpiarme las lágrimas.
—Tranquila Nicole, no llores—Su tono de voz sonaba dolida y ronca—No es tu culpa.
Puse sus manos sobre su pecho y agarre el borde de su abrigo entre mis puños, mientras reprimía los sollozos que amenazaban por salir de mi garganta.
Sentía todo mi cuerpo temblar por el esfuerzo de contenerme, pero era imposible no llorar. Me sentía tan culpable, yo lo había orillado a esto. Si tan solo no hubiera insistido en que saliéramos, él no estaría con el enojo.
Ulises aparto las manos de mis mejillas y sin decir nada, me rodeo con sus brazos en un abrazo cálido. Mis manos se aflojaron de su camisa, y lentamente rodeé su cintura con mis brazos.
Pude sentir todos y cada uno de los músculos firmes de su abdomen contra mi cuerpo. Era un abrazo diferente a los que acostumbraba; cálido, tierno, firme, suave, fuerte. Definitivamente nadie me había abrazado de aquella forma.
Me sentía tan segura entre sus brazos.
El aroma de su perfume me invadió por completo embriagándome más que nunca. Deslice mis manos por su espalda angulosa y enganche mis manos en sus hombros aferrándolo a mí, mientras las lágrimas cedían.
Sentí las manos de Ulises deslizarse por mi espalda hasta mi cintura mientras me apartaba un poco.
Su rostro estaba a escasos centímetros del mío. Su rostro estaba inclinado sobre el mío, de modo que nuestras narices se rozaban.
—¿Estás más tranquila?—Su aliento a menta, me golpeó el rostro y no pude hacer otra cosa más que mirar sus labios. —¿Nicole?
—¿Si?—Mi vista, mi mente y todos mis sentidos estaban enfocados en sus labios entreabiertos.
¿Qué se sentiría besarlo?
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Aunque No Pueda Verte ©
Teen FictionUlises Webster debía haber muerto esa noche. En cambio, ese accidente automovilístico sí que le había dejado heridas, y no sólo físicas. Su vida anteriormente estaba llena de fiestas, arrogancia, hipocresía, vida social, sin embargo, todo había lle...