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La ducha me vino de maravilla.

Sobre todo después de haber llorado tanto. Me sentía ligera, entumecida, y tranquila.

Por primera vez en una semana, me sentía tranquila.

Me sentía mejor.

Me preparé para salir con Abril y Rick. Esta vez, opté por un vestido rosa pálido y unas zapatillas negras.

Me puse un poco de corrector para las ojeras, polvo, máscara para pestañas y labial rosa pálido. Me sentí un poco más atrevida y me apliqué un poco de rubor.

Lancé todo mi cabello hacia a un lado y lo sostuve en su lugar con pasadores.

Estuve lista diez minutos antes de que Abril llegara a mi casa.

—¿Estás bien? —preguntó mi mamá mientras me ponía la chaqueta sobre los hombros.

Mi mirada se detuvo un segundo en ella y suspiré —Si. Estoy bien.

—¿Cómo estás llevando lo de Ulises? —preguntó con tacto.

—Comienzo a llevarlo bien, supongo —dije encogiéndome de hombros.

—Tu tía Anna ha llamado. Nos invita a pasar el verano en su granja. Deberías pensarlo..., la distancia es el mejor aliado en estos casos—sugirió.

La idea de pronto no me pareció descabellada.

Dos meses en la granja, lejos de todo lo que me recordaba a Ulises sonaba bien.

Sabía que no podía huir de esto, pero la distancia y el tiempo me harían bien. Volvería fuerte y lista para seguir adelante.

—Supongo que estaría bien —dije.

El timbre nos hizo saltar a ambas y me despedí de mi madre con un beso antes de salir a encontrarme con una Abril guapísima, enfundada en un vestido violeta intenso.

—¿Lista? —preguntó mientras me abría la puerta trasera del Jeep de Rick.

—Siempre —dije subiendo.

Pensé que el camino sería incómodo con Rick siendo amigo de Ulises, pero fue todo lo contrario, Rick se la pasó bromeando conmigo y Abril.

Entramos a una discoteca de música electrónica y la música lo invadió todo en un segundo.

Sentía el bajeo y la batería de la música repicar dentro de mi pecho y las luces de colores podrían llegar a marearme si las miraba por mucho tiempo.

No era el tipo de chica que solía ir a ése tipo de lugares, pero sin duda, el ruido y la gente eran algo que necesitaba.

Sin perder tiempo, Abril y yo nos lanzamos a la pista de baile.

Sabíamos que Rick no era fanático del baile así que él se quedó en la barra mirándonos jugar.

Abril le coqueteaba a distancia y al cabo de cuarenta minutos bailando me sentía eufórica.
El cabello se pegaba a mi nuca con el sudor pero no me importaba. Realmente me estaba divirtiendo, y quizás, cuando la noche terminara, recordaría a Ulises y lloraría, pero por ése momento, decidí dejarme llevar.

Un par de manos se instalaron en mi cadera y me tambaleé hacia a un lado en un intento desesperado por alejarme de quien me tocaba.

—¡Hola! —dijo una voz en mi oído.

Me giré, dispuesta a golpear a quien quiera que fuera que estuviera invadiendo mi espacio vital y me quedé helada.

Un chico me miraba con una sonrisa dibujada en el rostro.

Yo lo conocía... ¿De dónde demonios lo conocía?
El reconocimiento me golpeó como un látigo.
¡Era el chico con el que Ulises casi se había agarrado a golpes en una discoteca porque bailé con él!

—¡HOLA...! —me quedé patinando intentando recordar su nombre. Lo tenía en la punta de la lengua.

—Rob —me dijo con una sonrisa en la cara.

—¡Rob! —chillé mientras me ruborizaba.¡Maldita memoria!

—¿Cómo estás? —preguntó. Sus manos seguían instaladas en mis caderas.

La ridícula sensación de remordimiento me invadió. Rob me estaba tocando y yo estaba pensando en lo que Uli pensaría si se llegara a enterar.

—Bien —dije apartándome de su agarre.

Él pareció captar el mensaje, porque no insistió más —¿Y tu chico? —preguntó mirando hacia la barra, donde Rick se encontraba.

Yo sonreí lo mejor que pude y me quedé callada.
—¡Oh, Dios!, iLo lamento!, ¿Tema delicado, cierto?, iLo siento! —se disculpó.

—No te preocupes, Rob. Me gustó verte —dije y le guiñé un ojo.

—¿Bailamos? —preguntó mientras yo comenzaba a caminar.

Una sonrisa surcó mi rostro y dije —Claro.
Comenzamos a bailar al ritmo de una canción alocada. Rob respetó mi espacio todo el tiempo, sin intentar tocarme o hacer algo inapropiado, y lo agradecí.

Cuando me di cuenta, Rob ya se encontraba sentado junto a nosotros en la barra del bar, bebiendo y bromeando con Rick y Abril.

Era un chico realmente agradable.

Comenzó una canción que a Abril le encantaba y me tomó del brazo, arrastrándome hacia la pista de baile.

Estábamos brincando al ritmo de la música, cuando sentí una mano delgada en mi hombro.

Cuando me volví, me topé con una chica rubia de ojos hermosos y claros, y sonrisa perfecta..., Sally.

—Veo que no pierdes el tiempo —dijo con desdén mirando hacia la barra.

Miré hacia Rob y el me sonrió. Le devolví la sonrisa y miré a Sally poniendo las manos en mis caderas.

—Vete a la mierda. —le dije y me di la vuelta para seguir bailando con Abril.

—A ver si sigues siendo así de valiente cuando le diga a Ulises que estás de zorra. —me amenazo.

Sentí mi mano calentarse. ¡Dios!, Quería abofetearla! Me giré sobre mis talones y me paré a una distancia increíblemente cerca para espetarle —Corre. ¡Dile!, ¡De todas formas a Ulises le importa una mierda lo que yo haga!, Terminamos!, ¡Se acabó!, Felicidades!, Ahora, hazme el favor de irte mucho a la mierda.

Abril me tomó del brazo y me jaló lejos de Sally antes de que pudiera hacer algo de lo que pudiera arrepentirme.

Sentía el coraje zumbando en mis venas y una parte de mi estaba aterrada ante la idea de que le dijera a Ulises lo que había visto. Aunque nada de lo que dijera, cambiaría el hecho de que se había terminado.

El dolor se instaló en mi pecho una vez más.
Fuerte, firme, punzante...

Ulises y yo ya no estábamos juntos. Ya no estaríamos juntos, por más que yo lo quisiera.

Aunque No Pueda Verte ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora