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Antes de cenar, llamé a mi madre en conferencia con Abril para que no sospechara y luego me senté a la mesa con Ulises para comer.

Nos enfrascamos en una patética discusión acerca de qué libros eran mejores, para después argumentar sobre la música que nos gustaba.

La cena fue un completo debate, y sinceramente, me encantaba que Ulises siempre defendía lo que creía a capa y espada.

Recoger la mesa fue una danza cómoda entre él y yo.

El silencio era cómodo y nuestros cuerpos se rozaban constantemente mientras lavábamos los platos y recogíamos el desastre hecho.

Cuando terminamos, me dirigí al cuarto de baño para ponerme el pijama y me maldije mil veces por no haberlo metido a la bolsa, ¿Cómo podía ser tan descuidada?

Salí del baño vestida con mi ropa, en eso Ulises había puesto una bonita balada de Elvis Presley.

—¿Lista? —dijo al sentirme cerca.

Hice una mueca. —En realidad no. Olvidé mi pijama.

Una sonrisa maliciosa se extendió por el rostro de él y dijo con voz ronca —Podrías dormir en...

—¡No voy a dormir en ropa interior, Ulises! —lo interrumpí, sonriendo.

Hizo un puchero y maldijo entre dientes. —No perdía nada con sugerirlo —dijo encogiéndose de hombros. —. Espera aquí.

Subió las escaleras con el bastón aferrado en su mano derecha y me quedé en la sala unos minutos.

Deambulé por los muebles y mi vista encontró una fotografía enmarcada; en ella, Samantha, Melissa y Ulises sonreían.

Vestían casualmente y miraban a la cámara.

Mis ojos se posaron en la mirada de Ulises. Daría lo que fuera porque ésos ojos verdes me miraran.

—¿Nicole? —dijo Uli.

Pegué un salto de la impresión e intenté parecer normal. —Aquí estoy —susurré.

Caminé en su dirección y vi que llevaba algo en la mano.

—Toma. —dijo extendiendo su mano.

Tomé lo que me ofrecía y pude ver una playera azul marino perfectamente doblada y unos bóxers de licra negros. Me ruboricé ante la idea de utilizar ropa de él.

—¿Quieres que duerma con esto? —tartamudeé. Los vellos de mi nuca se erizaron por completo.

Pasó un brazo por detrás de mi cuello y apartó mi cabello hacia a un lado. Besó la base de mi cuello y murmuró contra mi oído —Sin nada más abajo.

Me atraganté al escuchar su sugerencia y de pronto, tenía un calor infernal.

Di un paso fuera de su alcance y me dirigí al cuarto de baño. ¡Maldita sea!, sólo Ulises podía ponerme así de nerviosa y ansiosa.

Me eché agua helada en la cara y el cuello intentando tranquilizarme y luego me deshice de mi ropa. Me enfundé la playera de Uli y me deshice del sujetador sintiéndome una completa descarada; después, me deshice de mis shorts.

Definitivamente no iba a quitarme la ropa interior así que deslicé los bóxers de Ulises
sobre mis bragas.

Cuando salí a la sala, Ulises estaba recostado en el sillón escuchando música.

Me acerqué a él y me acurruqué a su lado. Él paseó su mano perezosamente sobre mi espalda y sonrió maliciosamente.

—¿Qué? —dije, apoyando mi barbilla sobre su pecho.

Aunque No Pueda Verte ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora