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Llevaba casi diez minutos tocando y llamando al niño mimado de Ulises, mi paciencia estaba por terminar.

—Ulises, ábreme—Dije comenzando a sentirme más ansiosa de lo que ya me sentía.

—¡Lárgate de aquí! —Grito con furia desde el interior de la habitación. Yo di un respingo al escucharlo hablar así, no iba a dejar que su esfuerzo se fuera a la basura.

—No me voy a ir, así que ábreme la puerta.

—¿Que no entiendes que quiero que te largues de aquí?, ¡Ya probaste tu punto!, ¡Soy un maldito inútil!, ahora lárgate a tu pueblo.

El corazón comenzó a lastimarme fuertemente dentro del pecho.

Samantha estaba a mi lado y la mire.

—¿De pura casualidad, tienes llave de esta habitación? —Pregunte.

Ella me miro dudosa, después se fue y cuando regreso me entrego un llavero—Es la que tiene funda de oso—Me indico.

Tomé la llave que en realidad era como plateada con negro y la introduje en la abertura.

Abrí el cerrojo.

Cuando abrí la puerta, tuve que volver a cerrarla porque un zapato salió disparado en mi dirección, el golpe sordo de la madera de la puerta, lo cual me confirmo que ese chico no era normal.

¿Qué tipo de actitud es esa? ¿Acaso está loco o qué?

Si no hubiera reaccionado tan rápido, me habría golpeado en la cara.

—¡¿Qué demonios pasa contigo?!—Grite como loca abriendo la puerta y entrando a la recamará, en este momento ese niño me conocerá.

Pero como siempre, nadie me respondió.

Que Dios se apiade de mi—¡Lánzame lo que quieras, no voy a irme! —Solté de pronto enfurecida.

Ulises alzo su mano y lanzo otro zapato, yo me agache justo a tiempo para esquivarlo y Samantha salió corriendo, gracias por dejarme con su hijo, ¿Debería hacer mi testamento antes de morir?, nah, qué más da, le dejo todo a mi gato.

Me levante como toda Diva, mi paciencia estaba acabando y este niño me conocería, ¿acaso no entendía?, ¡Mierda!, ahora que recordaba mi mejor amigo, me había informado que se le habían muertos dos amigos, aunque aún no se si eso es verdad.

—Lo repetiré una vez más Nicole, Vete y no vuelvas nunca.

Suspire—¿Puedes antes escucharme?

—¡Maldita sea, que no! —Grito mientras agarraba una almohada de su cama.

—¡Deja de actuar como si tuvieras cinco años! —Ahora mismo mi paciencia ya estaba tomando un tren hacia Londres.

—¡Nadie te pidió que vinieras!, ¡Nadie necesita tu ayuda!, ¡Ahora lárgate fea y no vuelvas nunca más! —Nuevamente lanzo una almohada, sin embargo, esta vez sí me había dado en la cara el golpe hizo que perdiera la poca cordura que tenía.

—¡Eres un imbécil, niño mimado! —Le grite mientras aventaba la almohada hacia sus pies.

El silencio invadió la habitación. Mi pecho subía y bajaba al ritmo de mi pesada respiración. Estaba furiosa, en este momento me sentía como esos villanos que fracasaban siempre con intentar invadir el mundo.

—Soy un imbécil, si no te has dado cuenta, estoy ciego—¿Acaso quiere justificarse?

Me reí, este chico sí que tenía serios problemas—Eso no es motivo para que hagas los que se te plazca, imbécil.

Pude ver como apretaba sus puños, ambos estábamos enojados y eso era bueno, ya que así entendería que mi ayuda no se basaba en recibir, lo hacía para que él viera que tenía una segunda oportunidad de poder vivir su vida, de enamorarse, de aventurarse y principalmente de hacer las cosas bien, sin embargo, él la estaba desaprovechando.

Estaba segura de que, si se había quedado solo era porque él los había rechazado a todos, su carácter era la respuesta a su soledad. No quería que esto fuera más grande, así que respire profundo, ambos ya estábamos demasiado grandecitos como para ponernos a discutir.

—¿Qué paso? —Pregunte mientras me acercaba, pero él alzo la mano.

—Aléjate, ¿No puedes deducirlo?, me caí y eso me hizo comprobar que soy un imbécil como tú lo dijiste, no sirvo para nada y estoy seguro de que esperas que mi madre te pague para comprarte cosas caras.

Definitivamente este chico estaba loco, ¿Que se fumaba?

—¿Es enserio? —Trataba de estar seria, pero no pude ocultar mi risa.

—¿De qué te Ries? —Lo observe, era un gran chico, pero tiene miedo.

—De ti, estoy aquí porque quiero ayudarte, tienes una segunda oportunidad de volver a iniciar de cero y la aceptaste justo cuando fuiste ayer a la escuela.

Su mirada se volvió fría, es tripolar.

—Eso fue un error, ahora vete—Dijo con una voz grave y amenazante.

Suspire, fue mala idea venir—Quiero que sepas que, si me voy, no voy a volver nunca.

—Bien, porque yo no te pedí que vinieras.

Me aleje un poco, quiero ayudarlo y lo que diré sé que lo hará enojar el doble, pero estoy segura de que Ulises necesita cerrar con su pasado, debe darse cuenta de la realidad.

—Deja de comportarte como una víctima porque no lo eres—No había vuelta atrás, tenía que decirle la verdad—Deberías agradecer, estas vivo, no como los hermanos Benson.

El rostro de Ulises paso de enojado a confusión y después a enojado, él tenía miedo, yo también tenía miedo.

Pensándolo bien, esto fue una mala idea.

Ulises estaba sentado sobre su cama y de un momento a otro lo tenía parado, ¿Ahora debo de correr o enfrentarlo?

—¡¿Que mierda dijiste?!—Su pecho subía y bajaba, estaba realmente furioso.

Sí, decir eso fue mala idea.

—¿Dónde supiste lo de los hermanos? —Su voz estaba entrecortada, mierda ahora me siento tan mal.

A pesar de que su mirada estaba en la nada, sus ojos expresaban el coraje.

—¡Maldita sea Nicole!, ¡¿Quién carajos te contó?!

Ahora mismo caí en la realidad, la chica que falleció con su hermano había sido su exnovia y estaba segura de que recordarla no era nada bonito para él.

Había cruzado una línea demasiado delicada que no debía haber cruzado.

—Yo...—Genial, ahora no podía hablar.

—¡Nadie sabe la verdad de lo que paso esa noche! —Una lagrima se deslizo en su mejilla—no sabes lo que hubiera dado por tomar el lugar de ellos.

¿Acaso quería morir?

—Ulises yo lo siento.

Él sonrió sarcásticamente.

—No sabes nada, no quiero tu lastima, ahora lárgate y por favor, Nicole, no vuelvas.

Trate de decir algo, pero las palabras no salían de mi boca.

No quería irme, no quería que él volviera a perderse en su mundo de soledad, tenía que ayudarlo y quizá había sido algo dura, pero él necesitaba de mí, aunque no lo admitiera.

Ulises era un niño mimado, pero ahora comprendía porque, había perdido a personas valiosas esa noche y yo entendía perfectamente ese dolor.

Aunque No Pueda Verte ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora