Cuando llegué a mi casa, lo primero que hice fue encerrarme en mi habitación.
No sabía que pensar, ¿Qué era mentira y qué era verdad?, ¿Qué necesidad tenía Sally de mentir?, Ulises me había dicho que no había sido una buena persona en el pasado pero, ¿Sería tal como Sally había dicho?, ¿Quería estar con un chico así?, ¿Había ido a buscarla?, ¿La habría besado?
Mi cabeza estaba hecha una maraña extraña de pensamientos y mi corazón era una revolución de sentimientos encontrados.
Sabía que no iba a solucionar nada si no lo hablaba con Ulises, pero por ahora necesitaba espacio para pensar. Para poner en orden mis sentimientos.
—¿Nicole? —la voz de mi madre irrumpiendo en mi habitación me sacó de mis tortuosos pensamientos y la miré al pie de la habitación.
—¿Qué sucede? —pregunté levantándome de la cama.
Ella entró y se mordió el labio inferior. Parecía debatirse algo internamente.
—Ulises ha llamado para avisar que vendrá.
Me dijo que no te dijera nada, pero no puedo evitar sentir que algo no va bien, ¿Está bien que venga?, puedo llamarle y decirle que no estás. —dijo.Yo me tensé por completo.
Los ojos se me llenaron de lágrimas. No estaba lista para enfrentarlo; no aún.
—No. No debió invitarse a venir así. Tengo que salir a la biblioteca. —mentí.
Sin decir una sola palabra salí de mi habitación después de tomar mi cartera y besar la mejilla de mi madre. Bajé las escaleras precipitadamente. No quería verlo. No iba a verlo, no hoy.
Abrí la puerta principal y la cerré detrás de mi.
Tan pronto como mis pies tocaron la calle comencé a correr.Sentí el nudo en la garganta formarse, y ésta vez, dejé las lágrimas correr libres por mis mejillas.
¿Qué creer?, ¿Quién mentía?Corrí hasta que las piernas me dolían, las manos me escocían y la vista se me nublaba por las lágrimas. La garganta me ardía por el aire helado entrando a mis pulmones.
Cuando no pude correr más caminé. Caminé hasta que todos los músculos del cuerpo me dolieron y entonces, cuando el cansancio era tanto que no podía sentir, decidí que debía volver.
No podía reconocer las calles por las que andaba, pero no me preocuparía por eso ahora.
Tomaría un taxi si era necesario.
Caminé hasta la primera avenida que encontré y tomé un taxi de vuelta a casa. Esperaba que Ulises se hubiera dado por vencido. No quería verlo, necesitaba una ducha y dormir.
Miré el reloj. Eran casi las nueve de la noche.
Probablemente Ulises ya se habría marchado.
Estaba sudada, la ropa se me pegaba a la piel de forma incómoda y mi cabello suelto sudaba de la raíz, provocándome unas ganas terribles de meterme a la ducha de inmediato.Los ojos se me cerraban por el cansancio y tenía mucha hambre.
Sólo tenía un burrito y un helado en el estómago; y para ésas horas, necesitaba alimentarme.
Cuando entré por la puerta principal, el olor a comida hizo que el estómago se me retorciera y gemí por el hambre que sentía.
—¡Ya volví! —anuncié.
Mi madre no me respondió así que me dirigí hacia la cocina.
Me congelé al instante cuando vi a Ulises sentado en una silla del comedor.
—Ulises decidió esperarte y me dio la receta de un estofado que hace Samantha —dijo mi madre mientras servía un platón de un líquido espeso que me hizo agua a la boca en cuanto lo vi.
Tenía unas verduras nadando y trozos de pollo.
Olía espectacular. —Le llevaré esto a tu padre.Mi madre salió de la cocina y mi vista se dirigió a Ulises, pero no dije nada.
Tomé dos tazones de la alacena y serví dos porciones de comida. No iba a comenzar una discusión sin haber comido algo. Me ponía de un humor horrible cuando no comía.
Acerqué un tazón y una cuchara hacia Ulises, me senté frente a él y comencé a comer evitando mirarlo. Ulises no tocó para nada la comida.
—Es de mala educación despreciar la comida —solté en un murmullo.
Las comisuras de los labios de Ulises se alzaron en una sombra de sonrisa y no pude evitar sentir como el corazón me daba un vuelco.
Amaba su sonrisa.
—¿Qué puede ser tan malo para que huyas de mi todo el día? —preguntó sin rodeos.
Me atraganté con el bocado que tenía en la boca y comencé a toser con fuerza.
En lugar de ayudarme o preocuparse comenzó a reír. ¿Se estaba burlando de mi?, comencé a enojarme.
Cuando por fin me tranquilicé, me levanté y tomé un vaso con agua.
—No estoy huyendo —dije después de tomar un trago largo de agua.
Ulises recargó su peso sobre los brazos cruzados sobre la mesa. Hizo una inclinación de cabeza hacia donde se suponía que creía que estaba mi comida y dijo— Come.
Mascullé una maldición antes de sentarme y seguir comiendo.
Si no hubiera estado tan delicioso el estofado, me habría ido a dormir al ver a Ulises.
Cuando terminé mi plato, me acercó el suyo con la mano y yo alcé la vista para mirarlo.
Estaba reprimiendo una sonrisa.
Tomé el plato y comencé a comer la porción que él no había tocado.
—Si me lo hubieran contado, jamás lo habría creído. Sabes alimentarte —dijo en tono divertido.
No estaba de humor para bromas. Terminé de comer y llevé los platos a la pileta para lavarlos.
—¿Vas a seguir evitándome? —dijo a mis espaldas.
Sequé mis manos y dije —No te evito. Tengo tarea.
—¿Ah, sí?, ¿Entonces por qué no me has besado? —inquirió. ¿Era mi imaginación o sonaba dolido?
Me giré para mirarlo. —Estaba mi mamá aquí —mentí.Frunció el ceño y pude ver como se tensaba su mandíbula. Estaba enojado.
Comenzaba a conocer bien sus reacciones.
—¿Cuándo planeas decirme qué demonios te dijo Sally?, ¿Por qué tenía que decírmelo tu mejor amiga?, ¿Tan poca confianza me tienes,
Nicole? —espetó.Mi corazón se había saltado varios latidos.
Abril le había dicho que nos habíamos topado con Sally. Debí haber previsto que Ulises era un chico muy persuasivo y seguramente había acosado a Abril hasta que le dijera qué sabía.
—¿Qué pasa?, ¿Te comieron la lengua los ratones? —dijo con desdén.
Maldición, estaba realmente molesto.
—Ahora no quiero hablar. No quiero ni mirarte
—susurré.Los ojos se me llenaron de lágrimas al instante.
El dolor de mi cuerpo no era suficiente como para no llorar ahora.
—¿Qué mierda te dijo ella Nicole?
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Aunque No Pueda Verte ©
Ficção AdolescenteUlises Webster debía haber muerto esa noche. En cambio, ese accidente automovilístico sí que le había dejado heridas, y no sólo físicas. Su vida anteriormente estaba llena de fiestas, arrogancia, hipocresía, vida social, sin embargo, todo había lle...