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Sus palabras me golpearon como un látigo.

—¿Q-Qué? —tartamudeé con un hilo de voz.

Abril se sentó a mi lado y me miró alerta. —
¿Qué esta pasando? —preguntó.

Yo alcé una mano para hacerla callar y que me dejara escuchar a Samantha.

Un horrible sollozo me hizo estremecer. Samantha estaba llorando. Sentí mi pecho pincharse con una horrible sensación.

—Tuvieron un accidente automovilístico —dijo con la voz ahogada por las lágrimas.

—¡Qué!, ¿Cómo está Ulises?, ¿Y Rick?,
¡¿QUE PASÓ!? —dije en un aliento.

La desesperación fue en creciente y me obligué a levantarme y buscar mi ropa a tientas en la oscuridad.

La luz me encandiló por completo y me volví hacia el interruptor para encontrar a una nerviosa Abril buscando su ropa.

—No lo sé. No sabemos nada, trasladarán a Uli y a Rick al Chelsea Royal Hospital en helicóptero. —dijo Samantha entre sollozos.

Mi corazón se estrujó una vez más y las lágrimas picaron en mis ojos.

"No llores. No llores, Nicole. No te atrevas a llorar." me regañé mentalmente mientras decía
—Abril y yo vamos para allá.

Colgué el teléfono y miré a Abril.

Estaba pálida. Sabía que algo iba mal, pero yo no tenía el valor para decirle.

Suspiré pesadamente, luchando contra el nudo de mi garganta y las lágrimas de mis ojos.

—Tuvieron un accidente —dije con un hilo de
voz.

—¡Oh, Dios mío! —exclamó.

Pude mirar sus ojos llenarse de lágrimas y me giré. Ésto era demasiado. Necesitaba calmarme, no sabíamos como estaban y no me iba a encargar de acrecentar el pánico en Abril, y tampoco iba a alimentar mi paranoia.

Nos vestimos rápidamente y salimos no sin antes avisar a su madre y a la mía lo sucedido.

Abril condujo a toda velocidad y la obligué a bajar la marcha.

No necesitábamos accidentarnos nosotras también. A regañadientes, bajó la velocidad.

Cuando llegamos al hospital, corrimos por la sala de emergencias en busca de Samantha o Melissa, incluso, buscamos a los padres de Rick.

—¡Melissa! —grité al verla.

Ella corrió por el pasillo y se aferró a mi en un abrazo muy fuerte que casi me quitó el aliento.
Se veía cansada, aterrada, nerviosa, y tenía los ojos rojos por haber llorado.

Caminamos hasta Samantha, y los padres de Rick se encontraban. Los tres no podían quitarse la expresión aterrada del rostro y el corazón se me estrujó aún más dentro de mi pecho.

—¿Qué saben de ellos? —preguntó Abril con la voz enronquecida por el nudo de su garganta.

Samantha negó con la cabeza diciendo —No sabemos nada.

Me llevé ambas manos a la cara y me repetí "No llores, Nicole. No llores, Ulises está bien, no llores."

El nombre de Samantha y la mamá de Rick fue boceado y todos nos precipitamos a la recepción del hospital en busca de información.

Un médico de edad media se acercó al tumulto de personas que nos arremolinamos delante de él.

Samantha no paraban de hacer preguntas y el doctor tuvo que alzar las manos para hacerlas callar.

—Mantengan la compostura. Comprendo la angustia que deben estar pasando, pero necesito que mantengan la calma. Rick Brooks y Ulises Webster acaban de llegar, necesito que firmen las formas para intervenirlos inmediatamente. El joven Brooks tiene una costilla rota y un pulmón perforado. En unos minutos entrará al quirófano. —El semblante del Doctor Cambió, ¡Mierda algo iba mal!—En cuanto al joven Webster, está más delicado, sufrió una contusión cerebral, tiene rotas varias costillas tiene fracturada la muñeca izquierda y necesitamos hacerle una valoración interna debido al vómito de sangre que tuvo antes de desmayarse. También entrará al quirófano en unos minutos. Haremos nuestro mejor esfuerzo por mantenerlos vivos. —dijo el médico.

Las lágrimas me llenaron los ojos y ésta vez no pude detenerlas.

Mi respiración era agitada, el aire no entraba a mis pulmones, las lágrimas calientes rodaban por mis mejillas, todo mi cuerpo temblaba, mi corazón golpeaba fuertemente contra mis costillas, me dolía el pecho, no podía respirar y empecé a jadear por la falta de aire en mis pulmones.

Tomé mi inhalador y le di una calada pero no funcionó. Parecía que los pulmones se me habían cerrado por completo. Di otra calada y no sucedió nada.

Comencé a ver puntos negros y el mareo de mi cuerpo fue tanto que me fui de boca escuchando las expresiones de horror y angustia de todos, pero en lo único que yo podía pensar era en Ulises.

[...]

Una luz blanca me dio de golpe en la cara.

Cerré los ojos encandilada y los volví abrir lentamente, intentando acostumbrarme a la luz.

Pude distinguir un enorme techo blanco y cuando mi mirada viajó por la habitación, pude ver las blancas paredes. Un molesto ruido me invadió los oídos e intenté levantarme.

Un dolor punzante en mi mano izquierda me llenó por completo y cuando quise jadear de dolor sentí el tubo incrustado en mi garganta.

"¿Qué demonios...?" pensé. Miré mi mano y pude ver un catéter enterrado en una de las venas de mi muñeca.

Los recuerdos me golpearon fuertemente y la angustia me invadió por completo. Me llevé la mano a la boca y jalé el enorme tubo que tenía dentro.

Una arcada me alcanzó, y me encontré a punto de vomitar. El tubo estaba incrustado casi hasta mi tráquea pero lo saqué tosiendo.

El vómito me alcanzó y me precipité para tomar el bote de basura junto a la camilla en la que estaba recostada, ignorando por completo el horrible dolor de mi mano.

Tras varias arcadas después del vómito, dejé el bote, temblando.

Miré mi mano y pude ver un alarmante rasguño, hecho por la aguja que acababa de arrancarme.

—¡Nicole!, ¡Por Jesús!, ¡¿Qué estás haciendo!?
—la voz de Samantha me hizo mirar hacia la puerta.

Más consciente, miré a mi alrededor, estaba en una habitación del hospital, vestida en una delgada bata blanca.

—¿Q-Qué me pasó? —dije, sintiendo dolor en mi garganta. El tubo me había lastimado.

—Anoche tuviste un ataque de asma, y un ataque de pánico al mismo tiempo. Fue una crisis severa. Tu madre fue a la cafetería, no debe tardar en volver. —dijo Samantha.

—¿A-Anoche? —tartamudeé, ignorando el dolor de mi garganta. Había pasado toda la noche dormida, sin saber de Uli —, ¿Cómo está Ulises?, ¿Qué han dicho?, ¿Qué ha pasado?

Samantha suspiró pesadamente e hizo una mueca de dolor. Mi corazón dio un vuelco. —Salió bien de la operación, sin embargo, está muy grave, está estable, pero grave. No ha despertado.

Mi corazón se encogió dentro de mi pecho y las lágrimas me alcanzaron nuevamente. Comencé a rezar. A rezar como nunca lo había hecho.

Ulises tenía que estar bien, no podía dejar de pedirle al cielo que él despertara, que todo mejorara, que no hubiera complicaciones, que abriera los ojos y me besara una maldita vez más; que me besara hasta el cansancio y que me hiciera el amor.

¡Dios!, ¡Quería que mi primera vez fuera con él!, Ulises tenía que despertar. Teníamos mucho que vivir, teníamos mucho que aprender juntos, tenía que hacerme el amor, tenía que besarlo, tenía que decirle cuánto lo amaba, tenía que ser el padre de mis hijos, mi esposo..., Ulises Webster tenía que vivir tantas cosas a mi lado.

En ése momento, lo descubrí. En ése momento lo supe; No habría nadie en mi vida como él.

Ulises Webster era el amor de mi vida; y lo había descubierto cuando él estaba al borde de la muerte.

Aunque No Pueda Verte ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora