𝟻

859 141 6
                                    

El día del baile, me puse el traje que Jisoo, la nueva criada, había alquilado para mí con la tarjeta de crédito de papá. Una de las ventajas de tener un padre que nunca está es que te compra cosas porque eso es más fácil que discutir. Los padres de Taehyung, por ejemplo, son de lo más tacaño... le dijeron que tenía que escoger entre una Xbox y una Wii. Están preocupados por "echarle a perder" o algo. Mi padre me las compró las dos. Después charlé con Taehyung por mi móvil (de papá) mientras esperaba a que la limusina (costeada por... papá) llegara. Comprobé el Sub-Zero en busca del ramillete que supuestamente Jisoo había recogido de la floristería. Roseanne me había dicho alrededor de quince o dieciséis veces que su vestido era "negro y muy sexy" y que no lo lamentaría si le conseguía un ramillete de orquídeas. Así que, por supuesto, había dicho a Jisoo que lo comprara.

— ¿Alguna vez has pensado que los bailes de instituto son una forma de prostitución legalizada? —dije a Taehyung por teléfono.

Se rió.

— ¿Qué quieres decir?

—Quiero decir que he dejado caer —pero en realidad quería decir papá— quinientos pavos o así por un esmoquin, una limusina, entradas, y un ramillete, y a cambio consigo algo. ¿A qué te suena eso?

Taehyung rió.

— Clásico.

Miré en el refrigerador en busca del ramillete.

— ¿Dónde...?

— ¿Qué pasa?

— Nada. Tengo que dejarte.

Me sumergí en las profundidades del Sub-Zero, pero no había ningún ramillete de orquídeas. La única flor que había era una sola rosa blanca.

— ¡Jisoo! —chillé—. ¿Dónde demonios está el ramillete de orquídeas que se suponía tenías que traer? ¿A qué viene la rosa? —Estaba bastante segura de que las rosas eran más baratas que las orquídeas—. ¡Jisoo!

Ninguna respuesta.

Finalmente la encontré en el cuarto de la colada, salpicando detergente en el cuello de una de las camisas de papá. Un trabajo bastante cómodo si me preguntas a mí. Papá trabajaba las 24 horas y no desordenaba el lugar. Yo estaba casi siempre en la escuela o, sino, me quedaba tan lejos de casa como era posible. Así que básicamente, ella conseguía un salario y libre acceso a nuestro apartamento, y todo lo que tenía que hacer era hacer la colada, pasar la aspiradora y ver telenovelas y rascarse el ombligo todo el día.

Eso y llevar a cabo unos pocos recados simples, que obviamente ni siquiera podía hacer bien.

— ¿Qué es esto? —dije, empujando la caja de plástico del ramillete bajo su nariz. En realidad, no fue eso exactamente lo que dije. Añadí unas cuantas palabrotas que probablemente ella ni siquiera entendió.

Retrocedió, alejándose de mi mano. Todas las gargantillas alrededor de su cuello produjeron un tintineo.

— Bonito, ¿verdad?

— ¿Bonito? Es una rosa. Dije una orquídea. Or-quí-de-a. ¿Eres tan estúpida que no sabes lo que es una orquídea?

Ni siquiera reaccionó al "estúpida", lo que me demostró lo estúpida que era. Sólo llevaba en el puesto unas semanas, pero era incluso más imbécil que la última ama de llaves, a la que habían echado por poner su camisa roja barata del Wal-Mart con nuestra colada. Jisoo no dejó de doblar la colada, pero miró fijamente a la rosa, como si estuviera drogada o algo.

— Sé lo que es una orquídea, señorita Lisa. Una flor orgullosa y vanidosa. ¿Pero no puede ver la belleza de esta rosa?

La miré. Era de un blanco puro y casi parecía estar creciendo ante mis ojos. Aparté la mirada. Cuando volví a mirar, todo lo que pude ver fue la cara de Roseanne cuando apareciera con el tipo equivocado de ramillete. No conseguiría amor de ella esta noche, y todo por culpa de Jisoo. Estúpida rosa, estúpida Jisoo.

— Las rosas son baratas —dije.

— Una cosa hermosa es preciosa, sin importar el precio. Los que no saben ver las cosas preciosas de la vida nunca serán felices. Yo deseo que sea feliz, señorita Lisa.

Aja, y las mejores cosas de la vida son gratis, ¿no? ¿Pero qué esperabas de alguien que vive para lavar los calzoncillos de otros?

— Yo creo que es fea —dije.

Ella bajó la ropa que estaba doblando y rápidamente me arrebató la rosa.

— Démela entonces.

— ¿Estás loca? —arranqué de un golpe la caja en su mano. Ésta rebotó en el suelo—. Eso es probablemente lo que planeabas, ¿eh? Traer el ramillete equivocado para que no lo quisiera, y te lo diera. No creo que la cosa vaya a resultar así.

Ella miró la rosa tendida en el suelo.

— Le compadezco, señorita Lisa.

— ¿Me compadeces? —reí—. ¿Cómo puedes compadecerme? Eres una criada.

No respondió, sino que extendió la mano hacia otra de las camisas de papá, como absorbida con la colada.

Reí de nuevo.

— Deberías tenerme miedo. Deberías mearte en los pantalones. Si le cuento a papá que malgastaste así su dinero, te despedirá. Probablemente haga que te deporten. Deberías tenerme miedo

Ella siguió doblando la ropa. Probablemente ni siquiera entendía suficiente inglés como para saber lo que le estaba diciendo. Me rendí. No quería coger el ramillete de la rosa porque eso sería admitir que iba a dárselo a Roseanne. ¿Pero qué elección tenía? Lo recogí de donde había caído en la esquina. La caja de plástico se había roto, y el ramillete estaba en el suelo, un pétalo se había caído. Basura barata. Me metí el pétalo suelto en el bolsillo de los pantalones y puse el resto del ramillete otra vez en la caja lo mejor que pude. Empecé a salir.

Fue entonces cuando Jisoo dijo en perfecto inglés, por cierto:

— No tengo miedo de ti, Lisa. Tengo miedo por ti.

— Como tú digas.

𝕭𝖊𝖘𝖙𝖎𝖆𝖑 (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora