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La habitación de Jennie estaba dos pisos por encima de la mía. Me hacía sentir inquieta el saber que estaba allí, en la misma casa, dormida, sola. Por la noche, casi podía sentir su cuerpo, deslizándose entre las frescas sábanas blancas. Quería conocer cada parte de su piel. Pero ahora estaba inquieta. Mis propias sábanas se sentían calientes, a veces sudorosas, y picantes. Estaba dolorida por ella, acostada en mi cama, imaginándola en la suya. Me iba a dormir pensando en ella, y despertaba empapada hasta los huesos, las sábanas enredadas alrededor de mis piernas. Imaginaba como sería estar enredada alrededor de ella. Quería tocarla. Había visto su suavidad el día en que se había probado el vestido. De alguna manera, sabía que sería suficientemente suave como para completarme.

-Ojalá pudiéramos ir a la escuela juntos -dijo Jennie un día cuando habíamos terminado de estudiar-. Supongo que podrías ir a mi escuela, mi antigua escuela.

Estaba diciendo, comprendí, que aún deseaba ir, pero que también quería estar conmigo.

-¿Me gustaría? -Era la última hora de la tarde. Yo había abierto los postigos... descaradamente... y la luz se derramada sobre su cabello, volviéndolo de oro. Tenía muchas ganas de tocarlo, pero no lo hice.

Pensó en mi pregunta.

-Probablemente no. Los chicos allí, son todos ricos y estirados. Yo no encajaba.

Yo sí. Ahora me asombraba que así fuera.

-¿Qué dirían tus amigas si vieran a alguien como yo allí?

-No tenía ninguna amiga. -Sonrió-. Pero estoy segura que algunos padres de la Asociación de Padres tendrían problemas contigo.

Me reí, imaginándolo. Por supuesto, conocía muy bien a los padres de los que hablaba... desde luego ninguno emparentado conmigo, pero había padres que iban a todas las reuniones y eran voluntarios en la escuela y generalmente se quejaban de cosas. A ellos les importaría. La ayudé a recoger sus libros.

-"¡No quiero que una bestia cualquiera vaya a la escuela con mi niño!". Eso es lo que dirían en la reunión de la asociación. "Pago mucho dinero por esta escuela. No pueden dejar entrar a esa gentuza".

Ella se rió.

-Exactamente. -Dejó sus libros sobre la mesa y comenzó a caminar hacia el invernadero. Se había convertido en nuestra rutina diaria. Cuando terminábamos nuestras clases, almorzábamos, luego leíamos y hablábamos de lo que habíamos leído... deberes en casa para gente que nunca salía de casa. Luego íbamos al invernadero, y ella me ayudaba a regar y otros trabajos.

-Podríamos comenzar a estudiar aquí afuera ahora que está fresco -dije.

-Eso me gustaría.

-¿Necesitas algunas flores? -Le preguntaba esto cada día. Si las flores de su habitación se habían marchitado, escogíamos algunas. Ese era el único regalo que podía darle, la única cosa que ella quería de mí. Le había ofrecido otros regalos.

Siempre decía que no.

-Sí, por favor. Si no las vas a echar de menos.

-Las echaré de menos. Pero me hace feliz dártelas, Jennie, tener a alguien a quien regalarlas.

Sonrió.

-Te entiendo, Pranpriya. -Hicimos una pausa antes de una rosa de té blanca-. Sé lo que es estar sola. Lo he estado toda mi vida, hasta... -Se detuvo.

-¿Hasta qué? -pregunté.

-Nada. He olvidado lo que iba a decir.

Sonreí.

-Está bien. ¿De qué color las quieres esta vez? Creo que te llevaste rojas la vez pasada, pero las rojas no duran, ¿verdad?

Se inclinó hacia adelante, manipulando una rosa blanca.

-¿Sabes?, estuve colgadísima por una chica de mi escuela una vez.

-¿De verdad? -Sus palabras eran punzones de hielo para mí, y me pregunté si sería alguien a quien yo conocía-. ¿Y cómo era ella?

-Perfecta. -Se rió-. La típica chica por la que te colgarías, supongo. Guapa, popular. Yo pensaba que también era lista, pero tal vez sólo quería que fuera lista. Me molestaba que pudiera gustarme alguien sólo por su aspecto. Ya sabes cómo es eso.

Aparté la mirada para no ver mi mano animal en las rosas. Entre las rosas y sus recuerdos de esa tía buenorra, me sentía particularmente horrorosa.

-Es extraño, sin embargo -dijo ella-. La gente da mucha importancia al aspecto, pero después de un tiempo, cuándo conoces a alguien, ya ni siquiera lo notas, ¿verdad? Es sólo apariencia.

-¿Tú crees? -Me acerqué lentamente, imaginando como sería trazar la línea de su oreja con un dedo de mi garra, oliendo su cabello-. ¿Y cómo se llamaba esa chica?

𝕭𝖊𝖘𝖙𝖎𝖆𝖑 (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora