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He cambiado mi nombre.

Ya nunca más seré Lalisa. No quedaba nada de Lalisa. Lalisa Manobal estaba muerta. No quería su nombre nunca más.

Busqué el significado de Lalisa en la red y eso me remató. Lalisa significa "bendecida/alabada". Yo no lo era. Busqué un nombre que significara "fea", Ugly (¿quién llamaría así a su hijo?), pero finalmente me fijé en el de Pranpriya, que significaba "oscuro". Esa era yo, la oscura. Todo el mundo, entiéndase Jisoo y Jackson, me llamaba Pranpriya ahora. Yo era la oscuridad.

Vivía en la oscuridad también. Comencé a dormir de día, recorriendo las calles y usando el metro por las noches cuando nadie podía verme realmente. Terminé el libro del jorobado (todo el mundo moría) y ahora estaba leyendo El Fantasma de la Ópera. En el libro, al contrario que en la estúpida versión musical de Andrew Lloyd Webber, el Fantasma no era un romántico perdedor incomprendido. Era un asesino que aterrorizaba durante años la Casa de la Ópera antes de secuestrar a una joven cantante y forzarla a ser la amante que se le había negado.

Lo entendía. Sabía lo que significaba estar desesperado. Sabía lo que era acechar en la oscuridad, buscando un poco de esperanza y no encontrar nada. Sabía lo que significaba estar tan solo que podrías matar por ello.

Deseaba tener una Casa de la Ópera. Deseaba tener una catedral. Deseaba poder trepar hasta lo alto del Empire State Building como King Kong. Sin embargo, sólo tenía libros, libros y el anonimato de las calles de Nueva York con sus millones de personas estúpidas e ignorantes. Acechaba en los callejones, detrás de los bares, a las parejas que iban allí a hacerlo. Oía sus gruñidos y sus suspiros. Cuando veía a una pareja en esas, me imaginaba que yo era el hombre, que las manos de la chica estaban sobre mí, su aliento cálido en mi oreja, y más de una vez, pensé en poner mis garras en el cuello del hombre, matarlo, y llevarme a la chica a mi guarida secreta y convertirla en mi amante quisiera ella o no. Nunca lo habría hecho, pero me asustaba el hecho de pensarlo siquiera. Tenía miedo de mí misma.

-Pranpriya, tenemos que hablar.

Estaba todavía en la cama cuando entró Jackson. Había estado mirando por la ventana al jardín que él había plantado, con los ojos entrecerrados.

-La mayoría de las rosas están muertas, Jackson.

-Eso es lo que les pasa a las flores. Es octubre. Pronto desaparecerán hasta la primavera.

-Sabes, las ayudo. Cuando veo una que se pone marrón pero no cae, pues la ayudo. Las espinas no me molestan mucho. Me curo rápidamente.

-Así que hay algunas ventajas, entonces.

-Sí. Creo que está bien ayudarlas a morir. Cuando ves a algo luchando así, no debería sufrir. ¿No crees?

-Pranpriya...

-A veces desearía que alguien me ayudara así. -Pude ver a Jackson mirándome fijamente-. Pero hay algunas como la rosa roja, que se aferran todavía a la rama. No se caen. Esas me molestan.

-Pranpriya, por favor.

-¿No querías hablar de las flores? Creía que te gustaban las flores, Jackson. Fuiste tú quien las plantó.

-Me gustan las flores, Pranpriya. Pero ahora quiero que hablemos de nuestra relación de tutoría.

-¿Qué pasa con ella?

-No la tenemos. Me contrataron como profesor y últimamente lo único que significa eso es que recibo una enorme cantidad de dinero por quedarme aquí y mantenerme al día con mis lecturas.

-¿No te parece bien? -Fuera, la última rosa roja se balanceó con el viento que sopló repentinamente.

-No, no me lo parece. Aceptar dinero sin hacer nada a cambio es robar.

-Piensa que es una redistribución de riquezas. Mi padre es un maldito bastardo rico que no se merece lo que tiene. Tú eres pobre y te lo mereces. Es como ese tipo que robaba al rico para dárselo al pobre. Creo que hay un libro que trata de eso.

Vi a Piloto sentado a los pies de Jackson. Moví los dedos hacia él para intentar que viniera a mí.

-He estado estudiando en cierto modo. He leído El Jorobado, El Fantasma de la Ópera, Frankestein. Ahora estoy leyendo El retrato de Dorian Gray.

Jackson sonrió.

-Creo que ahí detecto una pauta.

-La pauta es la oscuridad, la gente que vive en la oscuridad. -Seguía moviendo los dedos hacia Piloto. El estúpido perro no venía.

-Tal vez si discutiéramos los libros. ¿Tienes alguna pregunta sobre...?

-El tipo ese, Oscar Wilde, ¿era homosexual?

-¿Ves? Ya sabía yo que tenías una intuición aguda, algo inteligente con lo que contribuir...

-No me tomes el pelo, Jackson . ¿Lo era?

-Y bien reconocido. -Jackson tiró del arnés de Piloto-. El perro no va a ir a ti, Pranpriya. Está tan disgustado contigo como lo estoy yo, metida en la cama en pijama hasta la una de la tarde.

-¿Qué te hace pensar que estoy en pijama? -Lo estaba.

-Puedo olerte. El perro desde luego puede. Y ambos estamos disgustados.

-Vale. Me vestiré en un minuto. ¿Contento?

-Puede ser, particularmente si te das una ducha.

-Está bien, está bien. Pero cuéntame algo de Oscar Wilde.

-Fue llevado a juicio después de tener una aventura con el hijo de un lord. El padre del joven dijo que Wilde había obligado a su hijo a participar en la relación. Murió en prisión

-Yo estoy en una prisión -dije.

-Pranpriya...

-Es cierto. Cuando eres un niño te dicen que el interior es lo que cuenta. Que las apariencias no importan. Pero no es cierto. Los tipos como Phoebus en El Jorobado, o Dorian, o la antigua Lalisa Manobal, ellos pueden molestar a las personas y salirse con la suya porque son guapos. Ser feo es como una especie de prisión.

-No creo que sea así, Pranpriya.

-Los ciegos tienen intuición. Puedes creerlo o no. Pero es cierto.

Jackson suspiró.

-Pranpriya, ¿podemos volver al libro?

-Las flores se están muriendo Jackson.

-Pranpriya. Si no dejas de dormir todo el día y me permites ser tu profesor, renunciaré.

Lo miré. Sabía que estaba molesto conmigo pero nunca pensé que se marcharía.

-Pero ¿adónde irías? -le dije-. Debe ser difícil para ti encontrar un trabajo cuando eres... quiero decir, eres...

-Es difícil. La gente cree que uno no puede hacer cosas y no quieren darte una oportunidad. Creen que tu problema es una desventaja. Una vez un tipo en una entrevista me preguntó: ¿Qué pasaría si tropezaras e hicieras daño a un estudiante? ¿Qué pasaría si el perro mordiera a alguien?

-Así que te ves reducido a ser profesor de una perdedora como yo.

No dijo ni sí ni no. Dijo:

-Estudié duro para poder trabajar, para no tener que ser mantenido por nadie. No puedo permitir que eso pase.

Estaba hablando de mi vida. Eso era lo que yo estaba haciendo, viviendo a costa de papá, siempre sería así si no podía encontrar una forma de romper el hechizo.

-Harás lo que tengas que hacer -dije-. Pero no quiero que te vayas.

-Hay una solución. Podemos volver a nuestras sesiones regulares de clase.

Asentí con la cabeza.

-Mañana. Hoy no, pero mañana. Hay algo que tengo que hacer hoy.

-¿Estás segura?

-Sí. Mañana. Lo prometo.

𝕭𝖊𝖘𝖙𝖎𝖆𝖑 (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora