𝟸

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Papá fue rápido. El tutor apareció una semana después.

―Lisa ―Noté que Jisoo había dejado de llamarme señorita Lisa desde que le había gritado. Eso la hacía un poco menos irritante―. Éste es Jackson Wang. Es profesor.

El tipo que estaba con ella era alto, un empollón total. Llevaba con él un perro, un labrador amarillo, y vestía vaqueros desgastados, demasiado holgados para quedarle bien pero no lo suficientemente grandes como para ser guays, y una camisa azul de botones. Obviamente de escuela pública, y ni siquiera una escuela pública guay. Se adelantó un paso.

―Hola, Lisa.

No huyó gritando al verme. Eso era un punto a su favor. El lado negativo era que no miraba hacia mí. Parecía como si mirara a un lado.

―¡Aquí! ―Agité las manos―. Esto no va funcionar si no puedes ni siquiera mirarme.

El perro dejó escapar un fuerte gruñido.

El tipo... Jackson... rió.

―Eso puede ser un poco difícil.

―¿Por qué? ―exigí saber.

―Porque soy ciego.

Oh.

―¡Siéntate, Piloto! ―dijo Jackson. Pero Piloto se estaba paseando, negándose a sentarse.

Esto era un universo absolutamente paralelo. Mi padre había ido y encontrado... o más probablemente, había hecho que su secretaria encontrara... un tutor ciego, así sería incapaz de ver lo fea que era yo.

―Oh, guau, lo siento. ¿Este es... es tu perro? ¿Vivirá aquí? ¿Vivirás tú aquí?

Nunca antes había conocido a una persona ciega, aunque los había visto en el metro.

―Sí ―Jackson gesticuló hacia el perro―. Este es Piloto. Ambos debemos vivir aquí. Tu padre fue inflexible al respecto.

―Apuesto a que sí. ¿Qué te ha dicho sobre mí? Lo siento. ¿Quieres sentarte?

―Cogí su brazo.

Él lo apartó de un tirón.

―Por favor, no hagas eso.

―Lo siento. Sólo intentaba ayudar.

―No se agarra a la gente. ¿Te gustaría que yo te agarrara? Si quieres ofrecer asistencia, pregunta a la persona si la necesita.

―Vale, vale, lo siento. ―Esto estaba siendo un gran comienzo. Pero necesitaba llevarme bien con este tipo―. ¿La necesitas?

―Gracias, no. Puedo arreglármelas.

Usando un bastón en el que yo tampoco había reparado, se abrió paso alrededor del sofá y se sentó. El perro continuó mirándome, como si creyera que yo era una especie de animal que podría atacar a su dueño. Dejó escapar otro fuerte gruñido.

―¿Te dice a dónde ir? ―pregunté. No estaba asustada. Sabía que si el perro me mordía, simplemente me curaría. Me agaché y miré directamente a los ojos del perro. Estaba bien, pensé. El perro se sentó, después se tendió. Me miraba, pero había dejado de gruñir.

―En realidad no. Encuentro mi propio camino, pero si estoy a punto de bajar un tramo de escaleras, él deja de caminar.

―Nunca he tenido un perro ―dije, pensando cuan tonto sonaba eso después de decirlo. Pobre niña rica de Nueva York.

―No tendrás este tampoco. Es mío.

―Comprendo. ― Strike dos―. Tranqui. ―Me senté en la silla opuesta a Jackson. El perro continuaba mirándome, pero la mirada era diferente, como si estuviera intentando resolver si yo era una animal o una humana―. ¿Qué te contó mi padre sobre mí?

―Dijo que eras una inválida que necesitaba enseñanza en casa para mantenerse al día en sus estudios. Eres una estudiante muy seria, según tengo entendido.

Me reí.

―Inválida, ¿eh?

Inválida era acertado. Como en in-válida. No válida.

―¿Mencionó qué enfermedad tengo?

Jackson se removió en su asiento.

―En realidad, no. ¿Hay algo que querrías discutir?

Asentí con la cabeza antes de comprender que él no podía verme.

―Algo que podrías querer saber. Mira, la cuestión es que estoy perfectamente sano. Simplemente soy una monstruo.

Las cejas de Jackson se alzaron ante la palabra monstruo, pero no dijo nada.

―No, de verdad. En primer lugar, tengo pelo por todo el cuerpo. Pelo espeso como el de un perro. También tengo colmillos, y garras. Esos son mis puntos malos. El bueno es que parezco estar hecho de teflón. Me cortas, y me curo. Podría ser una superhéroe, sólo que si alguna vez intentara salvar a alguien de un edificio en llamas, al echar una mirada a mi rostro correrían gritando hacia las llamas.

Me detuve. Jackson todavía no respondía, sólo me miraba como si pudiera verme mejor que los demás, como si pudiera ver cómo solía ser yo.

Finalmente, dijo:

―¿Has terminado?

¿Si he terminado? ¿Quién hablaba así?

―¿A qué te refieres?

―Soy ciego, no estúpido. No vas a quedarte conmigo. Tenía la impresión... tu padre dijo que querías un tutor. Si no es ese el caso...

Se puso de pie.

―¡No! No lo has pillado. No estoy intentando tomarte el pelo. Lo que digo es cierto. ―Miré al perro―. Piloto lo sabe. ¿No te das cuenta del modo tan extraño en que ha estado actuando? ―Extendí mi brazo hacia Jackson. El perro dejó escapar otro gruñido, pero le miré a los ojos, y se detuvo―. Aquí. Toca mi brazo.

Me subí la manga de la camisa, y Jackson tocó mi brazo. Retrocedió.

―¿Ese es tu... no es un abrigo que lleves puesto o algo así?

―Siéntelo. Sin costuras. ―Giré el brazo, para que pudiera palpar―. No puedo creer que no te lo dijera.

―Puso algunas condiciones bastante... extrañas para mi empleo.

―¿Cómo qué?

―Me ofreció un salario enorme y el uso de una tarjeta de crédito para todos los gastos... no puedo decir que me opusiera a eso. Me exigió vivir aquí. El salario sería pagado a través de una corporación, y nunca debía preguntar quién era él o por qué me había contratado. Se me pidió que firmara un contrato de tres años, extinguible a su voluntad. Si me quedaba tres años, él pagaría mis préstamos estudiantiles y me enviaría a un programa de doctorado. Finalmente, tenía que aceptar no contar mi historia a los medios ni escribir un libro. En realidad asumí que eras una estrella de cine.

Me reí de eso.

―¿Te dijo quién era él?

―Un hombre de negocios, dijo.

―¿Y no creyó que yo te lo diría? Hablaremos ―dije―. Es decir, asumiendo... ¿todavía quieres trabajar aquí, ahora que sabes que no soy una estrella de cine, que sólo soy una monstruo?

―¿Quieres que trabaje aquí?

―Sí. Eres la primera persona con la que he hablado en tres meses aparte de los médicos y el ama de llaves.

Jackson asintió con la cabeza.

―Entonces quiero trabajar aquí. En realidad estaba por dejarlo cuando creía que eras una estrella de cine, pero necesitaba el dinero―. Extendió su mano. La cogí―. Me alegro de trabajar contigo, Lisa.

― Lalisa Manobal, hija de Marco Manobal. ―Estreché su mano, disfrutando de su expresión sorprendida―. ¿Dices que mi padre te dio una tarjeta de crédito?

𝕭𝖊𝖘𝖙𝖎𝖆𝖑 (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora