𝟸

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Más frío y más humedad, y ya podía hablar con Jennie sin preocuparme de cada palabra. Un día, después de nuestra clase, Jennie dijo:

-Así que, ¿qué hay en el quinto piso?

-¿Eh? -Había oído lo que había dicho, pero quería dilatar el tiempo e idear una respuesta. No había subido al quinto piso desde que ella había venido. Para mí, el quinto piso significaba desesperación, significaba sentarme junto a la ventana leyendo El Jorobado y sintiéndome tan sola como Quasimodo. No quería subir allí.

-El quinto piso -dijo Jennie-. Tú estás en el primero, la cocina y la sala de estar están en el segundo, yo estoy en el tercero, y Jackson y Jisoo están en el cuarto. Pero cuando vine aquí, vi cinco niveles de ventanas.

Ahora estaba lista.

-Ah, nada. Viejas cajas y trastos.

-Guau, suena interesante. ¿Podemos ir a echar un vistazo? -Jennie empezó a dirigirse hacia la escalera.

-Son sólo cajas. ¿Qué interés hay en eso? Te harán estornudar.

-¿Sabes qué hay en las cajas? -Cuando negué con la cabeza, ella dijo-: Eso es lo interesante. Podría haber un tesoro escondido allí.

-¿En Brooklyn?

-Vale, tal vez no un verdadero tesoro, pero otros tesoros, viejas cartas y cuadros.

-Dirás trastos.

-No tienes que venir. Puedo mirar por mí misma, si no son tus cosas.

Pero fui. Aunque la idea del quinto piso trajera consigo una sensación de temor que se asentó en mi estómago como carne podrida, fui porque quería pasar tiempo con ella.

-Oh, mira. Hay un sofá junto a la ventana.

-Sí, es bastante divertido sentarse allí y observar a la gente pasar. Quiero decir que debe haber sido así para quién quiera que viviera aquí.

Ella se subió al asiento de la ventana, mi asiento de la ventana. Sentí un dolor agudo. Debía echar de menos salir al exterior.

-Oh, tienes razón. Puedes ver todo el camino a la estación del metro desde aquí. ¿Qué estación es esa?

Pero yo ya estaba hablando.

-Puedes ver a la gente ir del tren a sus trabajos, y volver por la tarde. -Cuando me miró, dije-: No es que alguna vez lo haya hecho.

-Apuesto a que la gente lo hace todo el tiempo. Puedes ver vidas enteras desde aquí.

Se inclinó, haciendo que apartara la vista de la calle. La miré atentamente, la forma en que su cabellera castaña trenzada se tornaba en oro al sol de tarde. Me fijé en sus ojos, cafés oscuros, rodeados de pestañas muy finas. Apesar de mostrar una mirada dura, eran ojos amables, pensé, ¿Podían algunos ojos ser lo bastante amables como para perdonar mi bestialidad?

-¿Qué hay de las cajas? -Gesticulé hacia las pilas en la esquina.

-Oh, tienes razón. -Pero parecía decepcionada.

-La ventana se vuelve más interesante alrededor de las cinco. Es cuando la gente comienza a regresar del trabajo. -Ella me miró-. Bueno, puede que me haya sentado en ese asiento... una o dos veces.

-Oh, ya veo.

La primera caja que abrió estaba llena de libros, y aún cuando Jennie tenía cientos de libros, se emocionó mucho.

-¡Mira! ¡La Princesita! ¡Era mi favorito en quinto! -Y fui a su lado a mirar. ¿Cómo conseguían las chicas emocionarse tanto por cosas tan estúpidas?

𝕭𝖊𝖘𝖙𝖎𝖆𝖑 (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora