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Sabía que mis días de poder salir al mundo disminuían. Como hacía más frío, el llevar un abrigo parecía menos extraño, menos indigente. Cada vez con más frecuencia, alguien había comenzado a hacer contacto visual, y sólo mis reflejos rápidos me habían permitido darme la vuelta lo bastante rápido, así cuando el desconocido miraba de nuevo, sólo veían mi espalda y pensaban que mi cara de monstruo había sido sólo producto de su imaginación. No podía correr riesgos de ese tipo. Comencé a salir más tarde, cuando las calles y el metro estaban menos atestados, cuando había menos posibilidades de que me pillaran. Pero esto no me satisfacía. Deseaba formar parte de la vida de las calles. Y ahora estaba mi promesa a Jackson. No podía andar deambulando toda la noche y seguir estudiando al día siguiente. Y no podía permitir que Jackson se marchara.

Sería un invierno largo. Pero hoy sabía que podía salir sin miedo. Era un día del año en el que nadie me miraría dos veces. Halloween. Siempre me había gustado Halloween. Había sido mi día festivo favorito desde que tenía ocho años, y Taehyung y yo habíamos embadurnado de huevo la puerta del apartamento del Viejo Hinchey porque fue el único en todo el edificio que no se había apuntado al truco o trato... y nos habíamos salido con la nuestra porque éramos dos entre aproximadamente doscientos mil niños en la ciudad disfrazados de Spiderman. Y si había alguna duda de que era mi festividad favorita, se acabó cuando fui a mi primera fiesta de secundaria y me encontré rodeado por chicas de Tuttle disfrazadas de criadas francesas con medias de rejilla.

Y ahora seguiría siendo mi día festivo favorito, porque esta noche, por una vez, todo podría ser normal.

En realidad no creía que fuera a conocer a una chica o un chico que rompiera el hechizo. No, de veras. Sólo quería charlar con alguien, tal vez bailar con esa persona y sostenerle entre mis brazos, aunque sólo fuera por una noche.


Estaba de pie delante de una escuela que celebraba una fiesta. Era la quinta fiesta con la que me había cruzado, pero las anteriores tenían carteles que decían: por favor, prohibido disfraces terroríficos. No quise arriesgarme a que consideraran mi cara demasiado grotesca. Esta debía ser una escuela privada porque los chicos parecían bastante limpios, pero no era una escuela como Tuttle, una escuela exclusiva. A través de la puerta del gimnasio, podía ver a la gente bailar en un ambiente tenuemente iluminado. Algunos estaban en grupos, pero mucho estaban solos. Fuera, una chica vendía las entradas, pero no comprobaba las identificaciones. La fiesta perfecta para colarse.

¿Entonces por qué no entraba?

Me quedé de pie a unos pasos de la vendedora de entradas, que iba vestida de Dorothy de El Mago de Oz excepto por el cabello color magenta y los tatuajes. Observé a la gente... sobre todo a las chicas... entrar. Nadie se fijó mucho en mí, eso estaba bien. Reconocí a los tipos habituales... las animadoras y los niños de papá con fideicomiso, los futuros políticos y los corrientes, los deportistas y los chicos que iban a la escuela sólo para meterse en problemas. Y la gente que no pertenecía a ningún grupo. Me apoyé en la puerta, mirándolos, durante un largo rato.

-Guay tu disfraz.

El DJ estaba poniendo "Monster Mash" y algunas personas comenzaron a bailar.

-¡Eh!, te estoy hablando a ti. Es un disfraz realmente guay.

Era la chica que vendía las entradas. Dorothy. La cosa se había despejado alrededor de ella, ya que todos habían entrado. Estábamos solas.

-Ah. Gracias. -Era la primera vez que hablaba con alguien de mi propia edad en meses-. El tuyo también está guay.

-Gracias. -Se rió y se puso de pie para que pudiera ver sus medias de redecillas-. Yo lo llamo "Definitivamente Ya No Estamos en Kansas".

𝕭𝖊𝖘𝖙𝖎𝖆𝖑 (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora