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Los miré fijamente. El hombre la sostenía por un brazo.

- ¿Nada de dinero, ¿eh? -gruñó él-. Tu padre dijo que estarías cargada. Pero si no tienes dinero, hay otras formas de pagar.

- ¡No! ¡Suélteme!

- ¿Jennie?

El hombre y la víctima se giraron. Era Jennie, bien. Mis instintos, aunque fueran animales, habían acertado. El hombre... el monstruo... la cogió por el cabello. Y le apuntó a la cabeza con un arma.

- ¡Jennie! -Comencé a caminar hacia ella.

- ¡Estás aquí!

- No te muevas, o dispararé.

Sostenía el arma contra su cabeza. No podía hacerle daño. Yo no había venido desde tan lejos para permitir que le hiciera daño. Sin saberlo, solté un gruñido bajo, un animal listo para saltar.

- ¿Qué significa esto? -dijo él-. No...

Se detuvo. Me vio, y sus ojos de bestia encontraron mis ojos de bestia, y el animal que yo era olió su miedo.

- ¿Qué...?

- Si le haces daño -dije con una voz más animal que humana-, te mataré.

- ¡No me comas! -chilló.

Y giró el arma, de Jennie hacia mí.

Eso era todo lo que necesitaba. Ataqué. Mis dientes se clavaron en su brazo, mis garras en su cuello. Sonó un disparo. Mis dientes estaban en su cuello.

Y luego dejó de moverse.

Me lo quité de encima y me derrumbé sobre el suelo.

Estaba sangrando. Se suponía que yo no sangraba. Aparté la mirada. La hemorragia no se detuvo. Tal vez mi piel no podía curar la herida si tenía dentro una bala. Eso tendría sentido. Pero dolía.

Jennie corrió hacia mí, tropezando con el pistolero herido.

- Pranpriya, estás aquí.

- Estoy aquí -estuve de acuerdo. El mundo se hacía borroso, muy borroso, borroso y oscuro, y limpio y perfumado como una rosa.

- Pero ¿cómo lo supiste? -dijo ella-. ¿Cómo supiste dónde estaba?

- Lo supe -Mi estómago dolía donde la bala se había alojado-. Lo supe por... -Magia. Amor. Instinto animal. Como Jane escuchó a Rochester-. Sólo lo supe.

Extendí el brazo hacia ella.

- Debería llamar a la policía. O a una ambulancia -Comenzó a marcharse.

Pensé en la muchedumbre del metro, en un oficial de policía llegando aquí para encontrarme, llevarme lejos, a morir en un coche patrulla, solo, perdiendo a Jennie cuando finalmente la había encontrado. La agarré del brazo.

- Por favor. Por favor, no. Quédate conmigo. Quédate conmigo.

- Quería estar contigo -Estaba sollozando ahora-. Me dijiste que volviera en primavera. Y quería ir. Mi padre fue tan canalla como siempre, y prometió entrar en rehabilitación, conseguir un trabajo. Lo hizo durante aproximadamente una semana. Pero después se marchó. Dijo que no tenía que trabajar sólo porque yo quisiera que lo hiciera. Fue el mismo tipo de cosa que siempre decía, pero ahora era diferente.

- ¿Por qué? -Intenté mantener mi voz normal. Si averiguaba cuan herida estaba, se marcharía, iría en busca de la policía. Dolía tanto. Tanto, como la vida se derramaba a través de mi piel. No bajé la mirada porque sabía que sería un jodido desastre.

- Porque había estado contigo. Antes, sólo conocía lo que era ser su hija, vivir día a día y esperar que esto terminara. Pero ahora sabía lo que era tener a alguien que me hablara, que se preocupara por mí... que estuviera conmigo... y...

- ¿Te amara? -Las palabras fueron un jadeo, y por el rabillo del ojo, pude ver mi reloj avanzando. 11:59. Lo había puesto en hora esa mañana. Se había terminado. Pero estaba con Jennie. Eso era suficiente-. ¿Por qué no regresaste?

- Quise ir, pero no sabía la dirección. Mi padre me llevó a tu casa a la fuerza, y ahora no quería decirme dónde estaba. Me mentía cuando se lo preguntaba, o decía que no lo sabía. Pero yo recordaba que tu casa estaba cerca de una estación de metro. Podía verla desde la ventana, ¿recuerdas?

Asentí.

- Así que decidí ir a cada estación de Brooklyn, luego buscar una casa cerca, con un invernadero. Iba a una diferente cada día después de la escuela. Pero iba demasiado despacio, y esta noche decidí que te encontraría. Si recorría cada centímetro de Brooklyn, gritando tu nombre, te encontraría.

- ¿Gritando mi nombre?

𝕭𝖊𝖘𝖙𝖎𝖆𝖑 (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora