𝟷 𝐸𝐿 𝐼𝑁𝑇𝑅𝑈𝑆𝑂 𝐸𝑁 𝐸𝐿 𝐽𝐴𝑅𝐷𝐼𝑁

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7 Meses más tarde


Recogí un pétalo de mi aparador, lo deje colgando fuera de la ventana, y luego lo observé caer. Un año había pasado. Desde la noche de Halloween, sólo había hablado con Jackson y Jisoo. No había salido. No había visto la luz excepto en la rosaleda.

El 1 de noviembre, le dije a Jackson que quería construir un invernadero. Nunca había construido nada... ni siquiera una pajarera o un servilletero en el campamento. Pero ahora no tenía nada más que tiempo y la American Express de papá. Así que compré libros sobre invernaderos, planos y materiales para invernaderos. No quería uno de plástico cutre, y necesitaba que la pared fuera lo suficientemente sólida como para ocultarme a la vista. Lo construí yo misma en la planta baja detrás de mi apartamento, uno grande que se alzaba todo un kilómetro.

Jisoo y Jackson me ayudaron a hacer todo lo que debía hacerse desde fuera. Trabajaba de día, cuando los vecinos estaban principalmente en el trabajo.

Hacia diciembre, estaba terminado. Unas semanas más tarde, sobresaltado por la repentina primavera, hojas amarillentas comenzaron a nacer de las ramas, seguidas por brotes verdes. Alrededor de la primera nevada, todo estaba en flor, las rojas rosas se mostraban bajo el sol invernal.

Las rosas se convirtieron en mi vida. Añadí parterres adicionales y macetas, hasta que hubieron cientos de flores, una docena de colores y más formas aún, híbridos y rosas trepadoras, pimpollos púrpuras de rosas del tamaño de mi mano extendida, y miniaturas de apenas el tamaño de la uña del pulgar. Las adoraba. Ni siquiera me importaban las espinas. Todos los seres vivos necesitaban protección.

Dejé de jugar a videojuegos, dejé de observar vidas en mi espejo. Nunca abría las ventanas, nunca miraba al exterior. Soportaba mis sesiones educativas con Jackson (ya no las llamaba clases; sabía que nunca volvería a la escuela), luego pasaba el resto del día en el jardín, leyendo o admirando mis rosas.

Leía libros de jardinería también. Leer se había convertido en mi solución perfecta, e investigaba sobre los mejores nutrientes, el suelo perfecto. No les echaba atomizadores para los parásitos, sino que lavaba aquellos rosales que los sufrían con agua jabonosa, luego vigilaba contra una nueva invasión. Pero incluso con cientos de flores, era consciente de las pequeñas muertes que se sucedían cada mañana, una a una, en las rosas marchitas. Eran sustituidas por otras, desde luego, pero no era lo mismo. Cada diminuta vida que florecía vivía sólo en el invernadero, luego moría. En eso, nos parecíamos.

Un día, cuando arrancaba a unas amigas muertas de la parra, entró Jisoo.

-Pensé que te encontraría aquí -dijo. Llevaba con ella una escoba, y comenzó a limpiar algunas hojas caídas.

-No, no lo hagas -dije-. Me gusta hacerlo. Esto es parte de mi trabajo de cada día.

-No me cuesta nada. Nunca utilizas tus habitaciones, no hay nada que limpiar.

-Preparas mis comidas. Haces las compras. Compras los nutrientes para las plantas. Lavas mi ropa. No podría vivir del modo en que lo hago sin ti.

-Has dejado de vivir.

Arranqué una rosa blanca de una parra.

-Una vez dijiste que temías por mí. No entendí lo que habías querido decir, pero ahora lo hago. Te asustaba que nunca fuera capaz de apreciar la belleza, como la de esta rosa. -Se la ofrecí. Fue difícil para mí hacerlo, elegir este premio, siendo consciente de que moriría aún más pronto así. Pero estaba aprendiendo a renunciar. Había renunciado a tanto ya-. Esa noche, hubo una chica en el baile. Le di una rosa. Se puso tan contenta. No entendí por qué le daba tanta importancia a una rosa, una estúpida rosa a la que le faltaban pétalos. Ahora lo entiendo. Ahora que toda la belleza de mi antigua vida se ha esfumado, la ansío como el alimento. Una cosa hermosa como esta rosa... casi deseo comérmela, tragármela entera para sustituir la belleza que he perdido. Era igual para esa chica.

𝕭𝖊𝖘𝖙𝖎𝖆𝖑 (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora