𝟥

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No llevaba en casa ni dos minutos cuando Park Roseanne, típica chica de músculos bien tonificados, enganchada al BlackBerry, firme defensora de la Evian, rubia de bote con un piercing en la barriga, hija de un Director Ejecutivo y mi auténtica cita para el baile, llamó a mi móvil. Pulsé Ignorar. Llamó otra vez. Y otra. Finalmente, lo cogí.

— ¡Una chica gótica va diciendo a todo el mundo que es tu cita para el baile! —chilló.

Tómatelo con calma. Me esperaba esto.

— ¿Suena probable que haya pedido a alguna freaky inadaptada ir al baile?

— ¿Entonces por qué va contando a todo el mundo que lo hiciste?

— No puedo controlar lo que cualquier desequilibrada diga de mí.

— ¿Entonces no se lo pediste?

— ¿Estás flipando? ¿Por qué iba a pedírselo a una piltrafa cuando voy con la tía más buena de la escuela? —Puse mi voz especial "sólo para Roseanne"—. Somos la pareja perfecta, nena.

Ella soltó una risita.

— Eso es lo que yo pensaba. Voy a decirle a todo el mundo que se lo ha inventado.

— No, no lo hagas.

— ¿Por qué no? —Se mostró suspicaz de nuevo—. Bueno, es bastante divertido, ¿no? ¿Una perdedora diciendo a todo el mundo que va a ir al baile más importante del año con tu cita?

— Supongo que sí.

— Imagina. Le dice a todo el mundo que yo soy su cita. Tal vez incluso se lo crea y se compre un fantástico vestido. Entonces yo aparezco en el baile contigo. Un clásico.

— Te quiero, Lisa —rió tontamente—. Eres tan malvada.

— Genia malvada, querrás decir —Reí con la disparatada risa de un villano de dibujos animados—. ¿Entonces qué?

— Cuando tienes razón, tienes razón. Es un clásico.

— Exactamente. Así que sólo tienes que hacer una cosa para que ocurra... mantener la boca cerrada.

— Claro. ¿Pero Lisa?

— ¿Sí?

— Será mejor que no intentes algo así conmigo. No sería lo bastante tonta como para caer.

No estaba segura de eso, pero dije: "Nunca, Rosie", obediente como un perro labrador.

— ¿Y Lisa?

— ¿Sí, qué?

— Mi vestido es negro y tiene muy poca tela.

— Hum. Suena bien.

— Lo es. Así que una orquídea iría bien con él. Una púrpura.

— Claro —dije, pensando que eso era lo bueno de Roseanne. De la mayor parte de la gente a la que conocía, en realidad. Si podían sacar lo que querían de ti, te daban lo que tú querías a cambio.

Después de colgar el teléfono, examiné el directorio de la escuela en busca de la tal Kendra. En realidad no confiaba en Roseanne cuando había dicho que no le diría nada a Kendra, así que se me ocurrió llamarla para controlar un poco el daño. Pero cuando miré en el directorio por la H, no había ninguna Kendra Hilferty. Así que comprobé cada nombre propio del libro, de la A a la Z, y vuelta atrás otra vez, y seguí sin encontrar ninguna Kendra. Intenté recordar si había estado allí al comienzo del curso pero me rendí. Una chica como ella no entraría en mi radar.

Alrededor de las nueve, estaba viendo como los Yankees estaban dando una paliza a alguien cuando oí la llave de papá en la cerradura. Era raro. La mayoría de las noches no llegaba antes de que me fuera a la cama. Podía haberme ido a mi cuarto a ver la tele, pero la pantalla de plasma estaba en el salón. Además quería contar a papá el asunto del baile. No es que fuera gran cosa, pero era el tipo de asunto en el que al menos repararía.

— Eh, adivina que —dije.

— ¿Qué? Lo siento, Hyun Suk. No te oí. Alguien estaba intentando hablarme.

Ondeó la mano para silenciarme y me dirigió una mirada de "¡Cállate!". Estaba utilizando el Bluetooth. Siempre había pensado que la gente parecía totalmente estúpida haciendo eso, como si estuvieran hablando consigo mismos. Entró en la cocina y siguió hablando. Pensé en subir el volumen de la tele, pero sabía que se cabrearía. Decía que es de clase baja tener la tele encendida cuando se está hablando por teléfono. El problema era, que siempre estaba hablando por teléfono.

Finalmente, colgó. Le oí rebuscar en el Sub-Zero (que era como él siempre llamaba al refrigerador) buscando la cena que la criada le había dejado. Después oí abrirse y cerrarse el microondas. Sabía que vendría entonces, porque ahora tenía exactamente tres minutos para darme la charla.

Estaba claro.

— ¿Cómo ha ido la escuela?

Fue divertido. Taehyung y yo pasamos los cables que necesitamos para detonar bombas mañana. Sólo tenemos que averiguar cómo hacernos con algunas ametralladoras sin que lo averigües. No debería ser difícil considerando que nunca estás por aquí. Robé tu tarjeta de crédito ayer. No creo que te importe. O que lo hayas notado.

— Genial. Han nombrado a los finalistas para la corte del baile de primavera, y yo soy una de ellos. La gente dice que probablemente gane.

— Eso es genial, Lalisa —Bajó la mirada a su móvil.

Me pregunté si también habría respondido "Eso es genial, Lalisa" de haberle dicho lo otro.

Intenté una cosa que normalmente conseguía una respuesta de él.

— ¿Has tenido noticias de mamá últimamente? —Mamá se había largado cuando yo tenía once años porque "tenía que haber algo más allá afuera". Terminó casándose con un cirujano plástico y mudándose a Miami, así podía empaparse en rayos UV todo lo que quería sin preocuparse nunca de envejecer. O de llamarme.

— ¿Qué? Oh, probablemente se esté secando en alguna parte —Miró hacia la cocina, como urgiendo al microondas a darse prisa—. Despidieron a Jessica Silver hoy —Jessica era su co-presentadora, así que la conversación iba a girar sobre su tema favorito: él mismo.

— ¿Por qué? —dije.

— La versión oficial es que tuvo un desliz informando del incidente Kramer.

Yo no tenía ni idea de lo que era el incidente Kramer.

Papá continuó...

— Pero entre tú y yo, si hubiera perdido los diez kilos que cogió después de tener el bebé... O mejor aún, si no hubiera tenido un bebé en primer lugar... todavía tendría trabajo.

Lo que me hizo pensar en lo que había dicho Kendra. ¿Pero y qué? La gente prefería mirar a alguien guapo en vez de a alguien feo. Era la naturaleza humana. ¿Qué tenía de malo?

— Es totalmente estúpida —estuve de acuerdo. Papá estaba mirando otra vez a la cocina, así que dije-: Los Yankees están dando una paliza.

Fue entonces cuando el microondas pitó.

— ¿Qué? —dijo papá. Se concentró en la televisión tal vez la décima parte de un segundo—. Oh, tengo mucho trabajo que hacer, Lalisa.

Después se llevó su plato al dormitorio y cerró la puerta.

𝕭𝖊𝖘𝖙𝖎𝖆𝖑 (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora