𝟻

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A mediodía, Jisoo llevó a Jennie su almuerzo. Observé en el espejo. Algunos días, Jisoo encargaba fuera el almuerzo, porque yo echaba de menos la comida rápida. Pero hoy, le había pedido que hiciera algo que gustara a una chica... sandwiches sin corteza, una sopa inusual y de moda. La porcelana estaba decorada con rosas rosas. Su agua iba servida en un vaso de cristal con un tallo. El cuchillo y el tenedor eran de plata de ley. La comida parecía deliciosa. Observé. No se la comió, y se la devolvió a Jisoo cuando ésta regresó. Se sentó en su cama, leyendo un libro del estante. Comprobé el título. Sonetos de Shakespeare.

Tenía miedo de llamar a la puerta. Tenía que hacer mi movimiento en algún momento, pero no sabía cómo hacerlo sin aterrorizarla. ¿Sería demasiado gritar, "Por favor, déjame entrar, y prometo no comerte"? Probablemente. Probablemente se asustaría solo ante el sonido de mi voz. Pero quería que supiera que si salía, sería amable con ella.

Finalmente, le escribí una nota.

Querida Jennie.

¡Bienvenida! No tengas miedo. Espero que te sientas cómoda en tu nuevo hogar. Si deseas algo, solo tienes que pedirlo. Me ocuparé de que lo tengas inmediatamente. Ansío conocerte en la cena esta noche. Deseo agradarte.

Sinceramente, Pranpriya Brüschweiler.

Suprimí la última frase, la imprimí, después llevé la carta a su habitación y la deslicé bajo la puerta. Esperé, temiendo moverme por si hacía algún ruido.

Un minuto después, la nota volvió.

La palabra NO estaba escrita con grandes letras a través de la página.

Me quedé allí sentada largo rato, pensando. ¿Podía escribirle cartas como algún héroe romántico, conseguir que se enamorara de mí de ese modo? De ningún modo. Yo no era escritora. ¿Y cómo conseguiría amarla cuando sólo la había visto en el espejo? Tenía que conseguir que hablara conmigo. Me acerqué a la puerta y llamé, tentativa y suavemente. Cuando no respondió, lo intenté de nuevo, más fuerte.

-Por favor -llegó su respuesta-. No quiero nada. ¡Sólo márchese!

-Tengo que hablar contigo -dije.

-¿Quién... quién es?

-Pranpriya... -Lalisa... La dueña de esta casa... la bestia que vive aquí-. Mi nombre es Pranpriya. Soy la que... -La que te retiene prisionera-. Quiero conocerte.

-¡Yo no quiero conocerte a ti! ¡Te odio!

-Pero... ¿te gustan tus habitaciones? He intentado que todo fuera agradable para ti.

-¿Estás loca? ¡Me has secuestrado! Eres una secuestradora.

-No te he secuestrado. Tu padre te entregó a mí.

-Se vio forzado a hacerlo.

Eso me puso como loca.

-Aja, claro. Irrumpió en mi casa. ¿Te contó eso? Estaba robándome. Tengo todo el lugar bajo vigilancia. Y después, en vez de aceptar su castigo como un hombre, te trajo aquí para que lo hicieras tú por él. Estaba dispuesto a venderte para salvarse. Yo no voy a hacerte daño, pero eso él no lo sabe. Por lo que sabe, podría tenerte enjaulada.

No dijo nada. Me pregunté qué historia le habría contado su padre, si esta era la primera vez que oía la verdad.

-Menuda escoria -mascullé, comenzando a alejarme.

-¡Cállate! ¡No tienes ningún derecho! -Golpeó la puerta con fuerza, tal vez con el puño, tal vez con otra cosa, como un zapato.

Dios, era una imbécil. Desde luego eso no era lo más inteligente que podía haber dicho. La historia de mi vida últimamente. ¿Antes decía siempre cosas tan delirantemente estúpidas? Quizás, solo que conseguía salirme con la mía. Hasta Kendra.

-Mira, lo siento. No lo he dicho en serio. -Estúpida, estúpida, estúpida.

No respondió.

-¿Me oyes? He dicho que lo siento.

Todavía nada. Llamé a la puerta, grité su nombre. Finalmente, me marché.

Una hora más tarde, ella todavía estaba en la habitación, y yo me paseaba por la planta, pensando en qué debía decir. ¿Y que si la había secuestrado? De todos modos ella no tenía nada que dejar atrás. Esta casa era más bonita que nada que ella hubiera nunca siquiera imaginado, ¿pero estaba agradecida? No. No sabía qué había esperado, pero esto no.

Fui a ver a Jackson.

-Quiero que salga. ¿Puedes conseguir que salga?

-¿Y cómo pretendes que lo haga? -dijo Jackson.

-Dile que quiero que salga, que tiene que hacerlo.

𝕭𝖊𝖘𝖙𝖎𝖆𝖑 (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora