SHŌJO

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.- En este, el distrito Yamashina, que es donde nací, solo conocemos la pobreza, la escasez y la miseria.

Nosotros que tenemos descendencia de los grandes señores feudales nombrados por el mismísimo emperador acabamos morando entre vestigios de grandeza y opulencia,  seguro que los ancestros se revolcarían de asco en su mortaja al ver lo que sus feudos se han vuelto. No siempre fue de esta manera, el fundador de nuestro linaje, Takanaminamoto no Taishi fue un famosísimo paisajista, y sus hijos grandes ceramistas, es por eso que los caminos de Kano Tanaka y Akina Ashimatsu se encontraron pues ella pertenece a una larga y memorable familia de comerciantes de seda, el problema radicó en que cuando Akina comenzó a parir hijos cada año los gastos de estos más la servidumbre, el mantenimiento del feudo y mis abuelos hicieron mella en la economía familiar que nos llevó a un largo y vergonzoso declive del cual los Tanaka jamás lograron salir.

Soy la menor de 12 hijos, 5 varones y 7 mujeres, solo he conocido a tres de ellos, mis dos hermanos mayores llamados Ichigo y Hanate, y mi hermana Kada que es solo tres años mayor que yo. De mis otros parientes no tengo la menor idea, Ichigo solía decirme que Otōsan les contaba que el viento se los llevaba; tardé unos años en saber la verdad y solo fue cuando el viento llegó para llevarme a mi.

Recuerdo mis días felices en esa casita de mi infancia, que básicamente era una estructura clásica con espacios abiertos y decorada sobriamente, Kada y yo compartíamos habitación, nuestros futones estaban juntos para hacer un lecho mas grande en el que nos abrazábamos para no tener miedo de las bestias nocturnas y las almas en pena que vagaban en las madrugadas por las heladas estancias carentes de actividad humana, yo se que eran realidad, lo escuchaba en el crujir de los pisos, lo sentía en el descenso de la temperatura a ciertas horas de la noche, juntos antes de que despuntara el alba.

En el barrio de mi niñez solo habían 8 casas más, jamás me sentí sola porque Kada estaba a mi lado, al igual que las demás niñas del vecindario, si algo abundaba en ese lugar era la población femenina, que lastima que no fuera comida, quizás nuestra historia pudo ser otra. Mi padre se dedicaba al hilado y teñido de telas, mi madre y mis hermanos le ayudaban, aún  a esta edad cuando lavo mis manos debajo del grifo llegan a mi mente las imágenes de mis extremidades sumergidas en el rio saturadas de rojos tan vivos como la sangre o azules que pondrían celoso hasta el mismo cielo.

Mi hermana y yo nos manteníamos básicamente haciendo las labores del hogar para agradar a nuestros padres cuando llegaran de la faena diaria, agradecíamos a sobremanera el arroz y el pescado pues había días en los que solo engullíamos resignadamente copos de avenas hervidos con agua, mi madre lo convertía en una especie de engrudo que por lo menos distraía nuestro estomago y mente de la necesidad primordial de saciarnos.

Hoy a casi una década de los eventos que voy a relatar ya no siento rencor hacia ellos, hay una especie de empatía en mi corazón, no los justifico pero ahora puedo mirar con objetividad y ver el fondo del crisol, la verdad es fugaz lavada por torrentes de lluvia y sobre mi ha diluviado lo suficiente para dejarme blanca como la nieve, ahora que lo pienso esto va tan bien con mi nombre que debí tomarlo desde antes como una premonición, yo soy Yuki Tanaka.

Dai tomoeda era un comerciante cincuenton que frecuentaba los barrios vendiendo baratijas y para los más confiables también daba servicios de usureria, algo de lo que mi familia dependía mas de lo que debía, a pesar de que casi en su totalidad el recurso monetario que mi padre prestaba era para la manutención de su familia existía una fuga constante de algunos centavos que terminaban en el bolsillo de los vendedores de licor barato. Dai era amigo de todos los señores del cuadrante y siempre que sus clientes se atrasaban en los pagos buscaba soluciones razonables para que pagaran las deudas adquiridas, ya sea expandiendo el plazo del préstamo o renovando el mismo subiendo levemente el interés.

MAIKODonde viven las historias. Descúbrelo ahora