ŌTOME

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Aunque mis días y mis noches estaban repletos de actividad, aprovechaba cualquier instante libre para la introspección. Me sentaba en la oscuridad del armario o en el silencio de la sala del altar y meditaba. Después de la enorme alegría de Kiyomi al enterarse de que la mismísima Iemoto seria mi maestra todo fue extenuante, siempre me mantenían practicando o trabajando, Pieck me cuidaba en exceso, velaba por mis alimentos y que siempre estuviera hidratada, me daba masajes en los pies y me frotaba la manos con aceite perfumado, en esos momentos de caricias me permitía volver a ser una niña y poco a poco "Yuki" la joven mancillada empezó a sanar.

Pese a todo esto, aun rondaban en mi mente los temas del complot y las envidias, nunca me quedaba sola, Pieck asistía conmigo a todas mis clases, porque una geisha nunca deja de estudiar, a dos meses de mis clases de baile ya me quedaba claro que el camino a los Miyako O Dori no sería fácil, pero no me deje amedrentar, a menudo asistía al templo a orar por mi y mi familia y le pedia a Nanaba que su espíritu me protegiera y guiara y a cambio yo honraría la promesa que le ofrende. Resulta difícil mantener un ritmo de vida semejante durmiendo sólo tres horas diarias, pero, de alguna manera, yo me las arreglaba para seguir y seguir.

—Y bien Mikasa, ¿que es eso que debes comunicarme?— okasan me miraba expectante mientras fumaba su largo cigarrillo medicinal.

—Es necesario que sea más profesional, así que he de asistir a más ozashiki que cualquier otra. Por eso le pido que jamás rechace una reserva, me tomaré mi trabajo con seriedad y lo haré bien.

La cara de Okasan era un poema, entre felicidad, orgullo y quizá pesadumbre, aun en esta descabellada idea me apoyo, pero mi capricho no tardaría en pasarme factura.

Esa tarde en la academia yo estaba muy alegre porque avanzaba conforme las expectativas que todos tenían de mi, si Miyako creía que podía llegar a ser la número uno, pues yo lo conseguiría.

—El baile que hemos estado practicando se llama kadomatsu, repitelo para mi— La maestra Haruko se sentó a contemplarme.

Este es el primer baile que se enseña en la escuela Inoue a las niñas que se inician en esta disciplina. Se refiere a un adorno hecho con ramas de pino para decorar la casa durante el Año Nuevo. Muy confiada de mis nuevas habilidades, tome lugar en medio del salón y coloque mis manos sobre mi cabeza, esta postura es similar a la primera posición del ballet clásico.

—Mika-chan tu puesto será el segundo a la izquierda— señalo un espacio y la fusuma se abrió dejando entrar a cuatro adolescentes más, todas obviamente mas jóvenes que yo, las chicas tomaron postura y yo les imite para comenzar el baile.

Todo marchaba tan bien que me permitía gestos modestos de superioridad al ver como las niñas se equivocaban, de repente, la gran maestra interrumpió el ensayo y me ordenó salir del escenario. ¡Yo no podía creerlo!. No había cometido ningún error. La que se había equivocado era la chica que estaba a mi lado.

Era oficial, acababa de recibir mi primer otome, básicamente significa "¡Detente!" es un castigo exclusivo de la escuela Inoue. Cuando la profesora lo pronuncia , una debe detenerse de inmediato y marcharse del estudio. Es una suspensión indefinida, ya que no se te indica cuándo puedes volver, no entendía porque me lo había dado a mi, llegue a casa hecha un manojo de furia vociferando en contra de las maestras, de la escuela y de la vida, asegurando que jamas volvería a pisar esa academia de poca monta y que ellos habían perdido un enorme talento suspendiendome.

—Muy bien —Hange soportaba mi perorata sin perder la calma—. Tu no te preocupes, déjalo. Tu no te equivocaste, ¿verdad?

Pieck, que estaba sentada bordando cuellos de organza se le sumó—Cómo se atreve esa mujer a humillarte delante de todo el mundo? ¡mi pobre Mikasa!

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