ATOGAKI

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Hoy como cada aniversario, voy a casa de los Smith, a conciencia siempre inventan algo que hacer y me dejan sola en su residencia, paso el dia leyendo u ordenando los tejidos que  hago para Ken y Kanoko, nuestros nietos. Son unos niños preciosos, ruidosos y no paran de balbucear, vuelven loca a tu hija pero afortunadamente su rubio padre los contiene cuando ella ya esta por explotar, imagina, ¡no tienen ni siquiera tres años!

Por la tarde, en esta fecha salgo a su jardincito ¿lo recuerdas? Las luciérnagas aun se posan en los matorrales, y el sauce ha crecido tanto que ya es capaz de dar sombra, justo como lo dijiste, me quedo mirando la fuente, y entre ratos cierro mis ojos, ya no son esos pozo plateados llenos de luz que me decías que eran capaz de alumbrar cualquier oscuridad, se han ido apagando un poco y usualmente están ocultos tras la montura gris de lo lentes que ya necesito para leer, el arte me dio libertad, pero para todo se paga un precio y lo que se ha llevado es la vista perfecta de la que alguna vez me jacté. Hoy estaríamos celebrando nuestras bodas de plata, veinticinco años de amor ininterrumpido, estoy aquí, justo donde me pediste por primera vez que me casara contigo, en aquel entonces esta ciudad estaba en construcción, las calles tenían mucho mas verdor y la luz dorada del atardecer se colaba por la cerca, te pusiste de rodillas e improvisaste el mas maravilloso discurso mientras en tu palma abierta descansaba un frío diamante. ¡eras un dramático! Y eso me volvía loca de amor.

No estoy mas desolada ni depresiva, vengo aquí porque es una forma de seguir manteniendo tu presencia conmigo, he podido avanzar, muchísimo, cada paso desde nuestra separación ha sido un reto, desde la crianza de nuestro retoño hasta soltarla para que volara a su propio nido, pero ya estoy en paz. La okiya ya no existe, te preguntaras ¿Qué demonios paso?, la respuesta es tan sencilla como complicada: una fea guerra que arraso con gran parte e lo que conocíamos y su cultura. Pero no todo fue terrible, dentro del caos y la incertidumbre como siempre, la vida no nos dejó de sorprender, ¿recuerdas mi tristeza cuando partiste de este plano? Bueno, madre enfermo, murió cinco años después, un año antes de que se desatara el infierno en Japón, Reiko aprovechó para vender todas las cosas y así poderse retirar del oficio, nunca aceptó tener un Danna, y tanto Pieck como Sasha estuvieron de acuerdo en cerrar para siempre las puertas de esa casa, devolvieron la okiya al centro de cultura y cada quien tomó su camino, Pieck se enamoro de un soldado que llegó en la avanzada territorial, un rubio muy serio que dejo su cargo militar para seguirla a donde fuera, Sasha un buen día se hizo amiga de un cocinero y también abandono el cargo de Otokoshi, la mas libre es mi hermana menor, esta en Inglaterra con el doctor Jaeger, y pese a que este ha intentad por todos los medios formalizar con ella, simplemente le dice que no necesitan un papel para amarse. Tu empresa se fusionó con la de Erwin, yo no tuve cabeza para los números ni los negocios y Kazumi menos, así que le confiamos nuestro patrimonio a el y a nuestro amado yerno, que no hace mas que ver por su familia y nosotros.

Sigo viviendo en nuestra casa, conservo tu sillón tapizado múltiples veces en el mismo color y con el mismo material, nuestro cuarto esta igual, no he cambiado nada salvo el color, y algunos adornos, Tu colonia de afeitar se mantiene aun a lado de mis cremas, de vez en cuando rocío un poco en la almohada contigua, me tranquiliza y me ayuda a descansar, ese aroma esta ligado a todas las hermosas noches que pase envuelta en tus brazos. Se que te preguntas porque mi nombre sigue siendo Mikasa Ackerman, y lo único que puedo responder es la total verdad, me dejaste tan llena de amor que cuando comencé a amarme a mi misma ya no necesite mas, no necesito compañía masculina, amistades tengo, y felicidad también, mi corazón vibra y late completo porque conoció el incendio de tus caricias y tu cariño y yo he podido amarme como solo yo se hacerlo, te he amado un cuarto de siglo y creo que te amare hasta que mis ojos se cierren para siempre.

Pero, a pesar de esto, realmente no tengo prisa en llegar contigo, Hange, Erwin y yo planeamos un viaje a Egipto, me la paso increíble conociendo los rincones del mundo, incluso he llegado a ver fotos mías en viejas revistas y reportajes de lo que alguna vez fue nuestro mundo secreto, a veces lo extraño, la sensación de bailar con esos elegantes kimonos, la satisfacción de poder dominar los okobo y la maravilla que es cambiar de cuello para lucirte como una adulta por todo hanamachi. No cambiaria nada, ninguna experiencia vivida, incluso aquellas que me impregnaron de dolor, cada paso que di me acerco a ti ¿recuerdas la noche en barco? Tu aún buscabas a Aiko, por mi cabello pensaste que podía ser yo, esa fue la primera vez que baile en un ozashiki,  y ni siquiera me mirabas, en cambio, cuando fui una aprendiza y tu necesitaste ayuda no pudimos escapar del magnetismo. Pensándolo bien creo que esa fue mi época favorita, esa preparación entre no ser una mujer y a la vez ser una artista, una bella chica que baila envuelta en seda luciendo un labio sangrante con los adornos mas increíbles en el cabello, si pudiera regresaría a esos días, en los que jugábamos a vernos y encontrarnos al azar en las casa de té, porque sin duda, si me hubiera rendido antes no nos hubiésemos encontrado, hay un estado perfecto en mi memoria al que viajo para volver a estar junto a ti, como en ese festival cuando con mis pies sangrantes te volviste objeto de mi fuerza para después confesarme tu amor, Levi, si yo pudiera regresar seria justo a esos días, a los momentos plenos y felices en los que esperaba la noche para engalanarme a tu vista, de practicar y soñar con besar tus suaves labios, amaba despertar con los ramos de pensamientos que comprabas sin parar para hacerme sonreír, amo esos recuerdos en mi mente simplemente porque son las temporadas en que fui para ti una bella postal de Gion.

Ese es el estado perfecto del arte de Kioto, para mi, esos cortos días en que fui una Maiko.

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