¿Matrimonio? Jamás lo había pensado, si bien las cosas en mi vida ahora mejoraban indiscutiblemente, el sagrado estado del matrimonio era algo con lo que no me había atrevido a soñar siquiera, pero ahí estaba el, de rodillas frente a mi sosteniendo un diamante con la forma de una flor de loto que despedía mil destellos con la luz del atardecer, pero nada brillaba mas que esa azulina mirada, esa que derretía todos mis huesos y me hacía doblegarme, a mí, la gran geisha de Kioto.-si- le dije bañada en traicioneras lágrimas, ni siquiera note cuando comenzaron a brotar- ¡claro que sí! - y me lance contra él mientras rodábamos enredados en mi largo cabello, nos fundimos en un imantado beso cargado de emociones, de tantas ilusiones. Me sentó en su regazo y por fin puso la preciosa joya en mi anular izquierdo sellando esa promesa con un tierno beso en la fría gema.
Por la noche celebramos con Hange y Erwin, que a su vez nos dieron la hermosa noticia de que el embarazo estaba perfecto y pronto podrían tener un primogénito sano en su hogar. Nunca había reído tanto en mi vida, al ver las estrellas en ese cielo desconocido pude imaginarme por primera vez viviendo en ese sitio, ser una esposa que esperaba a su marido en su cálido hogar, prepararle un trago al llegar, compartir el cómodo silencio frente a la chimenea, en algunos años llenar la casa de risitas y gorjeos de bebe...
¿un bebe? ¿hijos? ¿Podría yo, una geisha de Gion Kobu acceder a tal privilegio? Por años solo me he planteado trabajar y nada más, no tenía expectativas, solo trabajar y morir, pero cómo siempre el destino es caprichoso y enredada entre sus manos me ha llevado a deleitarme con las mieles del amor, si bien alguna vez fui una niña triste y perdida que solo buscaba sobrevivir, ahora soy una mujer talentosa, inteligente, respetada y amada, si, soy amada por el hombre más increíble que me pude topar, el que justo frente a mis ojos me extiende la oportunidad de ser algo mas que una bailarina entre las nubes, que una cantante destacada, me ofrece la oportunidad de ser yo, de elegir mi futuro. Solo tenia dudas por un pequeño inconveniente, un detalle llamado Kiyomi, que después de todo me había criado, mantenido y atendido durante estos casi doce años, estaba por cumplir los diecinueve, tiempo justo para formalmente pasar a ser legalmente su atotori, y eso era lo que me frenaba.Regresamos a Kioto por la tarde, las luces de Hanamachi nos dieron la bienvenida, fue extraño colocarme nuevamente el kimono para regresar a casa, los ligeros y coloridos atuendos del nuevo mundo me tenían enamorada, sin contar que pesaban una ridiculez en comparación de los lujosos y elegantes atavíos de las flores de Gion. Madre me saludo eufóricamente junto con Pieck y Sasha, esta ultima me dio la noticia de que la casa Iwamura la había seleccionado para pertenecer a sus filas, eso significaba que ella por fin tenia un hogar propio, tendría la oportunidad de prosperar y enseñar el oficio a otros otokoshi, era un honor increíble y totalmente merecido por mi amiga, me sorprendió un poco que el mundo siguiera girando mientras no estuve, pero así fue, Reiko había obtenido un excelente lugar en los Miyako O Dori de este año y tendría que acompañarle al kaburenjo a ensayar como alguna vez hizo Nee san conmigo, no me sorprendió que tuviera clientes fijos ya que antes de irme le deje una hermosa colección de mis kimonos personales para que usara, en Hanamachi es muy común asociar el estatus de la persona dependiendo la calidad de su vestido, cuanto mas se apreciaba eso en las geishas, así que al ser estos preciosos atavíos tratados como piezas del mas fino arte, entre nosotras conocíamos los atuendos de cada una, así que no era extraño que las hermanas mayores prestaran a sus pequeñas Maiko sus preciados kimonos, así tanto en las casa de té, como sus compañeras sabían a que okiya pertenecia la debutante y se le generaba el respeto debido al prestigio de su hermana.
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MAIKO
FanfictionJapon 1900. La vida de las mujeres en los distritos pobres siempre era incierta, ser mujer en ese territorio era casi una vergüenza para unos pues su valor no era apreciado. Pero detrás del pabellón de las sakuras se esconde un mundo donde la femi...