Los meses siguientes a mi penoso acontecimiento me concentré en destacar,el ambiente competitivo de Gion me taladraba la cabeza y con mi orgullo herido era lo único que ocupaba mi mente; la musica nunca se me dio bien pero el baile era la carta ganadora, mi ligereza de pies y manos me conferían maravillosos puestos en los bailes del Kaburenjo, así que decidí volcar mis energías en esta disciplina.Practiqué hasta la extenuación, lleve mi cuerpo a limites para los que no estaba preparado. Me ponía la ropa de danza en cuanto volvía a casa por la noche, agotada y hambrienta ensayaba hasta que era incapaz de mantener los ojos abiertos. Hange me miraba con reproche, le parecía que el castigo que me imponía era demasiado severo y Sasha y pieck sufrían en silencio conmigo notando como la luz de mis ojos se tornaba en vanidad y orgullo desbordado, me aislaba, sin pretenderlo mi actitud cambió y no para bien.
Recuerdo que algunas noches dormía apenas una hora,era lo más crítica posible conmigo misma, trataba de analizar todos mis movimientos y cada gesto. Pero entre mas los memorizaba y ejecutaba me era mas obvio que algo me faltaba, un elemento de expresividad, eso que hacia a las grandes maestras. Medité durante largo tiempo la cuestión. ¿Qué podía ser? Por fin me di cuenta de que mi problema no era psicomotor sino emocional.
Seguía enojada y herida, por la noches usaba los preciosos kimonos como una coraza, ser "Mikasa" me supuso un personaje, me trasformaba en una belleza grácil y refinada que era capaz de conversar y servir como si fuera el único motivo de su vida, pero cuando retornaba a la okiya y mi piel se encontraba liberada de los atavíos y el suntuoso maquillaje regresaba a ser la temerosa "Yuki", me encerraba en un armario mientras sostenía mi cabeza y lloraba hasta quedarme sin fuerza, esta costumbre poco a poco comenzó a cobrarme factura, círculos morados debajo de mis ojos que cada día eran mas difíciles de ocultar, por mi falta de apetito mi peso comenzó a bajar rápidamente y eso me sumó un problema mayor.
—Mika quédate quieta— Sasha intentaba atar el obi a mi estrechisima forma.
—Perdón patata, es que me cuesta respirar
—soltaré unos centímetros, tranquila— me dijo mientras me observaba en el espejo, sus ambarinos ojos me devolvían la mirada con preocupación.
Ese noche el ministro Pixis me solicito para engalanar la celebración de la cámara general de comercio, había una conmoción entorno al evento pues se especulaba que darían un gran anuncio a todo Miyako. Aun así mi animo no era el mejor, estaba vestida con un kimono ciruela y un obi plateado, mi cabello aún estaba peinado al estilo Wareshinobu, Hange cada vez me daba más libertad para moverme entre compromisos, eso no significaba que ya no la necesitara pero ella era fiel creyente del conocimiento autodidacta, lo que mas me pesaba de la noche era tener que caminar hasta el Ichirikitei, que era la casa de te favorita de los comerciantes.
En medio de la calle por donde mis pasos lentos andaban se alternaban sauces y cerezos y grandes faroles de piedra semejantes a los de los santuarios. Supongo que éste es el origen de la palabra karyükai , el «mundo de las flores y los sauces», seguía mi rara introspección admirando la belleza de los empedrados y los pétalos deshojarse de los capullos cuando un rickshaw me dió alcance.
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MAIKO
FanfictionJapon 1900. La vida de las mujeres en los distritos pobres siempre era incierta, ser mujer en ese territorio era casi una vergüenza para unos pues su valor no era apreciado. Pero detrás del pabellón de las sakuras se esconde un mundo donde la femi...