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Heather Potter era, por mucho, distinta a los adolescentes de su edad. Quizás era por el hecho de que preferia la temporada escolar que la temporada de verano, o quizás porqué tenia más cicatrices que los de su edad. Pero era diferente por el hecho de ser una bruja.
Heather Potter era una bruja que vivia con sus tíos y su primo muggles y su hermano mayor, que también era mágico.
Sus tíos tenían ideas muy mediavales sobre la mágia y no le permitian hacer los deberes. Por el contrario, Charlus tenia esas libertades sin problemas.
Fue el día doce desde que comenzarón las vacaciones que Heather junto Merlín, que volvia a estar encerrado en su jaula, decidierón hacer algo al respecto de sus encierros. Durante la noche planearón sus movimientos.
Heather haría los labores de la casa, prepararia el desayuno, se prepararia un pequeño refrigerio y saldría de la casa, fuera de la vista de los Dursley.
Tal como lo habia planeado la noche anterior hizo los labores de la casa, el desayuno, un desayuno para ella, libero a Merlín, lo guardo todo en una mochila vieja que tenia junto con otras cosas.
Y salío, justo cuanto se escuchaban pasos en el segundo piso. Tomando camino a lo desconocido. Pero eso era lo divertido ¿no?
Las casas de Privet Drive eran todas iguales y a Heather le aburría el simple hecho de mirarlas.
Camino hasta que encontro un árbol olmo, que le proporcionaba sombra cerca del parque, no dudo en acercarse y tomar asiento.
Se descolgo la mochila de los hombros y dejo salir a Merlín.
—¡Humanos tontos! —Se quejó.
—Concuerdo, pequeño —dijo Heather, rascandole con el dedo meñique detras de las orejas. Eso pareció hacer olvidar al jarvey lo molesto que estaba pues se restrego contra el dedo de Heather en busca de más.
Heather saco un libro —aparentemente normal— de la vieja mochila. Claro, a simple vista era un libro cualquiera, pero el contenido no era nada común. Lo habia encontrado, entre sus cosas cuando guardaba sus pertenencias en el baúl para el regreso, con una nota que decia: «Por el bien de todos.»
