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𝗠𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗼𝗰𝘂𝗽𝗮𝗱𝗮

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Heather se hallaba acostada boca arriba, jadeando como si hubiera estado corriendo por docenas de kilómetros.

Acababa de despertarse de un sueño muy vívido y tenía las manos sobre la cara. La cicatriz con forma de rayo le ardía bajo los dedos como si alguien le hubiera aplicado un hierro al rojo vivo.

«Ya casi llega mi momento, Potter.» Resonó en algun lugar de su mente, el usual tono burlón y silbante se habia marcado más debido al extasis de la situación.

—¿Ya estas calmada o seguirás removiendote como loca? —le cuestionó un borroso Charlus, sentado sobre sus rodillas en la orilla de la cama de Heather.

Heather, aún con respiración agitada, le dio una patada en el pecho, que lo hizo regresar al piso.

—¡Auch!

—Largo de mi cama, idiota —espetó Heather, sin remordimiento alguno.

Después de su regreso a Privet Drive, los hermanos Potter se habían encontrado con la desagradable sorpresa de que las cosas de Charlus, que no se había llevado a Hogwarts, ya no estaban en la habitación para invitados. Sino que estaban amontonadas en el cuarto de Heather; puesto que después del incidente con Marge, los Dursley habían decidido quitarle todo privilegio a Charlus.

Por lo tanto había empezado a compartir habitación con Heather, pero dormía en el piso por ordenes de la misma. Se las habían ingeniado para que sus cosas no ocuparán mucho espacio y para que se encontraran acomodadas. Mientras que las cosas que no tenían tanta importancia estaban guardadas en el alacena debajo de la escalera para no estar apretados.

Heather se incorporó en la cama con su mano aún en la cicatriz de la frente y la otra buscando en la oscuridad las gafas, que estaban sobre la mesita de noche.

Al ponérselas, el dormitorio se convirtió en un lugar un poco más nítido, iluminado por la lámpara de lava de Charlus, que cambiaba constantemente de color.

Volvió a tocarse la cicatriz. Aún le dolía.

Se levantó de la cama; cruzó el dormitorio, pisando la mano de Charlus en el proceso, abrió el armario ropero y se miró en el espejo que había en el lado interno de la puerta.

𝖧𝖾𝖺𝗍𝗁𝖾𝗋 𝖩𝗈𝗌𝖾𝗉𝗁𝗂𝗇𝖾 𝖯𝗈𝗍𝗍𝖾𝗋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora