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Heather se despertó temprano aquella mañana. Aunque sabía que ya era de día, mantenía los ojos muy cerrados: meditando lo sucedido en la noche anterior.
«Tal vez estoy perdiendo la cabeza» era el pensamiento que tenía cuando se produjo un súbito golpeteo.
Toc. Toc. Toc.
Se incorporó y se le cayó el pesado abrigo negro de Hagrid. El cerebro de Heather tardo un tiempo en comprender que su cordura estaba en su lugar y que no le hacía falta ningún tornillo.
Observo a su alrededor, la cabaña estaba iluminada por el sol, la tormenta había pasado, Hagrid estaba dormido en el sofá y había una lechuza golpeando con su pata en la ventana, con un periódico en el pico.
Heather se puso de pie. Fue directamente a la ventana y la abrió sin pensarlo.
En cuanto la lechuza bajó en picado y dejó el periódico sobre Hagrid, que no se despertó, Heather sintió un ligero picor en la punta de su nariz.
Entonces la lechuza se posó en el suelo y comenzó a atacar el abrigo de Hagrid.
—Quiere que le pagues por traer el periódico. Busca en los bolsillos.
El abrigo de Hagrid parecía hecho de bolsillos, con contenidos de todo tipo: manojos de llaves, proyectiles de metal, bombones de menta, saquitos de té... Finalmente Heather sacó un puñado de monedas de aspecto extraño, sin dejar de estornudar.
Parecia que Hagrid olvidaba que Heather acababa de enterarse de que era bruja pues dijo:
