🆃︎🆁︎🅴︎🅸︎🅽︎🆃︎🅰︎ 🆈︎ 🅳︎🅾︎🆂︎

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𝗛𝘂𝗲𝘀𝗼, 𝗖𝗮𝗿𝗻𝗲 𝘆 𝗦𝗮𝗻𝗴𝗿𝗲

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Heather sintió que los pies daban contra el suelo. La pierna herida flaqueó, y cayó de bruces. La mano, por fin, soltó la Copa de los tres magos.

—¿Dónde estamos? —preguntó.

Cedric sacudió la cabeza. Se levantó, ayudó a Heather a ponerse en pie, y los dos miraron en torno.

Habían abandonado los terrenos de Hogwarts. Era evidente que habían viajado muchos kilómetros, porque ni siquiera se veían las montañas que rodeaban el castillo. Se hallaban en el cementerio oscuro y descuidado de una pequeña iglesia, cuya silueta se podía ver tras un tejo grande que tenían a la derecha. A la izquierda se alzaba una colina. En la ladera de aquella colina se distinguía apenas la silueta de una casa antigua y magnífica.

Cedric miró la Copa y luego a Heather.

—¿Te dijo alguien que la Copa fuera un traslador? —preguntó.

—Nadie —respondió Heather, mirando el cementerio. El silencio era total e inquietante—. ¿Será esto parte de la prueba?

—Ni idea —dijo Cedric. Parecía nervioso—. ¿No deberíamos sacar la varita?

—Sí —asintió Heather—, esto no me da buena espina.

Las sacaron. Heather seguía observando a su alrededor. Tenía la extraña sensación de que los vigilaban acompañada de unas ganas inmensas de correr en la dirección opuesta.

—Alguien viene —dijo de pronto.

Escudriñando en la oscuridad, vislumbraron una figura que se acercaba caminando derecho hacia ellos por entre las tumbas. Heather no podía distinguirle la cara; pero, por la forma en que andaba y la postura de los brazos, pensó que llevaba algo en ellos. Quienquiera que fuera, era de pequeña estatura, y llevaba sobre la cabeza una capa con capucha que le ocultaba el rostro.

La distancia entre ellos se acortaba a cada paso, permitiéndoles ver que lo que llevaba el encapuchado parecía un bebé... ¿o era simplemente una túnica arrebujada?

Heather bajó un poco la varita y echó una ojeada a Cedric. Éste le devolvió una mirada de desconcierto. Uno y otro volvieron a observar al que se acercaba, que al fin se detuvo junto a una enorme lápida vertical de mármol, a dos metros de ellos.

Durante un segundo, Heather, Cedric y el hombrecillo no hicieron otra cosa que mirarse.

Y entonces, sin previo aviso, la cicatriz empezó a dolerle. Fue un dolor más fuerte que ningún otro que hubiera sentido en toda su vida.

𝖧𝖾𝖺𝗍𝗁𝖾𝗋 𝖩𝗈𝗌𝖾𝗉𝗁𝗂𝗇𝖾 𝖯𝗈𝗍𝗍𝖾𝗋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora