🆅︎🅴︎🅸︎🅽︎🆃︎🅸︎🅾︎🅲︎🅷︎🅾︎

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𝗟𝗮 𝗹𝗼𝗰𝘂𝗿𝗮 𝗱𝗲𝗹 𝘀𝗲𝗻̃𝗼𝗿 𝗖𝗿𝗼𝘂𝗰𝗵

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El domingo, después de desayunar, Heather, Hermes, Ron y Hermione fueron a la lechucería para enviar una carta a Percy, preguntándole si había visto a Crouch recientemente. Utilizaron a Hedwig, porque hacía tiempo que no le encomendaban ninguna misión.

Después de observarla perderse de vista desde las ventanas de la lechucería, bajaron a las cocinas para entregar a Dobby sus calcetines nuevos.

Los elfos domésticos les dispensaron una cálida acogida, haciendo reverencias y apresurándose a prepararles un té. Dobby se emocionó con el regalo.

—¡Heather Potter es demasiado buena con Dobby! —chilló, secándose las lágrimas de sus enormes ojos.

—Me salvaste la vida con esas branquialgas, Dobby, de verdad —se sinceró Heather.

—¿No hay más pastelitos de nata y chocolate? —preguntó Ron, paseando la vista por los elfos domésticos, que no paraban de sonreír ni de hacer reverencias.

—¡Acabas de desayunar! —dijo Hermione, enfadada, pero entre cuatro elfos ya le habían llevado una enorme bandeja de plata llena de pastelitos.

—Deberíamos pedir algo de comida para mandarle a Hocicos —sugirió Hermes.

—Buena idea —concedió Ron—. Hay que darle a Pig un poco de trabajo. ¿No podrían proporcionarnos algo de comida? —preguntó a los elfos que había alrededor, y ellos se inclinaron encantados y se apresuraron a llevarles más.

—¿Dónde está Winky, Dobby? —quiso saber Hermione, que había estado buscándola con la mirada.

—Winky está junto al fuego, señorita —repuso Dobby en voz baja, abatiendo un poco las orejas.

—¡Dios mío!

Heather también miró hacia la chimenea.

Winky estaba sentada en el mismo taburete que la última vez, pero se hallaba tan sucia que se confundía con los ladrillos ennegrecidos por el humo que tenía detrás.
La ropa que llevaba puesta estaba andrajosa y sin lavar. Sostenía en las manos una botella de cerveza de mantequilla y se balanceaba ligeramente sobre el taburete, contemplando el fuego. Mientras la miraban, hipó muy fuerte.

—Winky se toma ahora seis botellas al día —le susurró Dobby a Heather.

—Bueno, no es una bebida muy fuerte —comentó Heather.

Pero Dobby negó con la cabeza.

—Para una elfina doméstica sí que lo es, señorita —repuso.

Ella volvió a hipar. Los elfos que les habían llevado los pastelitos le dirigieron miradas reprobatorias mientras volvían al trabajo.

𝖧𝖾𝖺𝗍𝗁𝖾𝗋 𝖩𝗈𝗌𝖾𝗉𝗁𝗂𝗇𝖾 𝖯𝗈𝗍𝗍𝖾𝗋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora