Capítulo 15

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Capítulo 15

Estaba enojada, sumamente enojada. No podía creer que no tuvieran libros allí de nuestra especie, uno que explicara en qué siglo nació el primer Orate, si fue antes o después de Cristo, quién había construído la Cofradía o cómo transcurrieron las cosas en esos años.

Realmente me parecía extraño y sospechoso, no me tragaba el cuento de que no haya al menos un cuaderno de mil años escrito por un viejo que decidió escribir la historia de los Orates aunque más adelante lo hayan matado por ello, por haberlo escrito y expuesto a la especie. Había visto muchas películas así, en determinados casos siempre había un libro que contenía muchísima información, pero que también tal libro, era un peligro...

Y claro, eso era, si la Cofradía contenía libros acerca de los Orates, el mismísimo Jefe se encargaría de mantenerlos ocultos.

Qué inútil había sido al no pensar con clarividencia, estaba muy claro todo, los libros que hablaban de toda la historia de los Orates, se encontraban en la biblioteca privada, por esa razón lo era, porque quizá los Orates no podían saber el contenido de aquellos libros. Por ello, los tienen allí, en un biblioteca que sólo puedan entrar las personas autorizadas del lugar.

Ahora tenía más claro que nunca que tenía que entrar allí. Yo tenía que saber todo lo que ocultaba el Jefe y todo el personal de la Cofradía.

De momento escuché que alguien llamaba a la puerta y bajé a ver quién era, en definitiva rogué a no sé quién para que no sean policías, porque no estaba en el mejor momento como para tener que lidiar con ellos.

Abrí y no eran policías.

Era Harry.

—Hola de nuevo— emitió, con una sonrisa.

—Hola Harry, adelante, pasa.

Cerré la puerta una vez que entró.

—¿Qué te trae por aquí? —Pregunté con amabilidad.

Harry se tiró en el sofá y colocó en la mesita que le quedaba al frente una caja blanca de Krispy Kreme que traía consigo.

—Creí que no te molestaría comer donas glaseadas conmigo— soltó, expectante.

—Por supuesto que no me molestaría —musité, sorprendida por esa acción—, de hecho tengo mucha hambre— finalicé, acercándome hacia el sofá.

Tomé asiento junto a él mientras que abría la caja de donas.

Cuando abrió la caja el olor se impregnó en toda la sala de estar y el estómago me rugió fuertemente.

—Qué suerte la mía— dijo, soltando una carcajadas.

—Jajá, así es.

Empezamos a comer donas como locos, hasta empalagarnos. Eran doce donas que traía la caja, así que Harry solo llegó a comerse seis, y yo me comí tres.

—¿No que comías mucho, Eden?

—Pues claro que lo hago, pero no soy muy amante a lo dulce— contesté, riendo.

Harry también soltó una risa, mirándome.

—Mira qué cosa.

Al cabo de un rato nos mantuvimos en silencio por varios minutos, ninguno decía nada, a tal punto que el silencio se volvió incómodo, hasta que Harry decidió romper aquel silencio.

—¿Alguna vez te ha sucedido que quieres dejar de pensar en algo o en alguien, pero no puedes?

La pregunta me pareció desapercibida.

—Verdaderamente, no— contesté.

—Es difícil, Eden— musitó, indiferente, cabizbajo.

—Algo te sucede, ¿verdad?

No sé qué me sucedía con Harry, pero sentía cosas que no debía sentir.

No respondió de inmediato, tardó unos segundos para hacerlo.

—Me suceden muchas cosas, Eden— confesó, mirando a un punto no muy específico.

Entonces esas palabras hicieron que algo crujiera dentro de mí...

—¿Quieres hablarlo? —Le pregunté con impaciencia, pero con voz dulce.

—No, no es el momento. —respondió de golpe.

—De acuerdo— dije, sin más— estaré a tu disposición cuando quieras hablarlo—, dictaminé.

Harry se quedó en silencio un momento mirando a la nada, luego dirigió su mirada hacia mí y sin verlo venir, tomó mi rostro en sus manos, y me besó.

Sentí que el tiempo se paralizó, se detuvo completamente y yo no pude hacer nada en el momento. No pude corresponderle el beso, me sumí en un ensimismamiento que no podría explicarlo, pero sentía sus labios calientes besar los míos de una manera apasionadamente deliciosa, tal vez como nadie nunca lo había hecho en toda mi vida, y quería también besarlo, corresponderle aquel beso y que se enterara de lo mucho que me había gustado aunque me tomó por sorpresa, pero desgraciadamente me fallaron los sentidos...

Sólo cuando Harry se apartó de mis labios fue cuando vi las agujas del reloj correr, y el aire entrar y salir por mis fosas nasales, porque todo se había detenido al momento que sus labios conectaron con los míos.

—Por... ¿Por qué lo hiciste? — solté, con voz débil, casi entre susurros.

—Lo siento, Eden, yo...

—No te disculpes—, le interrumpí —solo no entiendo por qué lo haces si tú ya estás enamorado de alguien— las palabras me salieron débiles nuevamente.

Harry movió su cabeza de un lado a otro, desesperado.

—No lo entenderías, Eden— fue lo dijo.

—En definitiva, sino me lo explicas, no— dictaminé, observándolo detenidamente.

Tragó duro.

—Mejor dejemos este tema, ¿sí? —emitió con cierto pesar —debo irme.

Y sin más, se paró del sofá y se dirigió hacia la salida, desapareciendo de mi campo de visión.

Me sentía confundida, no entendía por qué me había besado si ni siquiera negó que sí estaba enamorado de alguien más...

La manera en que me besó me había hecho creer y sentir muchas cosas que hasta ahora se desvanecían todas, porque solo fue un impulso de momento que lo llevó a eso. Estoy segura.

Me paré de allí con cierta decepción, me fui a mi habitación y me eché en la cama, sin ánimos y sin deseos de nada. Era seguro que no iría a la Cofradía, realmente no quería tener que lidiar con Harry y todo lo que pasó, así que mejor me quedé en casa y me evité de verlo.

Quizás él tampoco asistirá a la Cofradía, para evitarme, porque pensará que no dejaré de ir y no querrá verme luego de ese beso sin explicación que me dió sin mi consentimiento, ese beso que había desencadenado un sin número de sensaciones que no podía sentir...

Ese beso que había iniciado algo que nunca debió de iniciar

Y él lo sabía perfectamente, y aún así, le dió inicio.

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