Capítulo 28
Mi corazón latía tan fuerte que dolía, y no pude evitar poner mi mano en el pecho porque pensaba que así iba a aminorar el dolor.
En aquella habitación, había una pantalla grande de un monitor de vigilancia en donde se veían inmuerables sección de mí haciendo diferentes cosas en mi casa; durmiendo, vistiéndome, saliendo de casa, leyendo el libro de los Orates, estando con Harry en mi habitación la noche de la fiesta, comiendo, abriendo la puerta el día que me llegó el cheque y empacando mis cosas esta tarde. Todo lo que hacía y había hecho en casa estaba documentado allí, pero yo no podía procesar todo aquello con claridad.
Me quedé pasmada en el lugar, no movía ni un pie hacia adelante ni hacia atrás, me adentré a un ensimismamiento profundo que me impidió cualquier acto movible.
De pronto se escuchó una refinada y varonil voz en el estancia, y mi cuerpo fue amenazado por un tic nervioso.
—Vaya vaya, mira nada más hasta donde has llegado—, la voz resonaba en mi espalda, pero yo no fui capaz de reaccionar y voltear—, qué valiente has sido mi pequeña, Eden.
Entonces cuando pronució aquello, lo supe de inmediato, pero cuanto me costaba asimilarlo.
El hombre pasó junto a mí hacia el interior de la habitación, con una sonrisa plegada en su rostro y un aroma tan perfecto que me pareció repugnante. Cuando lo vi a los ojos fue inevitable llenarme de repulsión, de enojo y de asco desenfrenado.
No me fue posible pronunciar nada al momento, mi mente estaba en blanco, mis sentidos estaban funcionando por sí solos y yo no tenía el control de mi misma en ese momento.
Yo solo sabía que el hombre que estaba en frente de mí, el Jefe de la Cofradía, el que había engañado todo este tiempo a los Orates, era mi padre.
—Todo este tiempo he esperado este momento, hija mía— pronució aquel hombre que me era totalmente desconocido a esas alturas—, para poder abrazarte y decirte cuánto te extrañé. Pero entiendo que no estás pensando con claridad justo ahora, por eso ven, siéntate junto a mí, hablemos —dictaminó, lo más sereno e hipócrita que una persona podía ser.
Yo aun estaba rígida en el lugar, no podía creer nada de lo que estaba escuchando de ese sínico. Sentía como mi corazón dolía en su máximo esplendor, traté de ser fuerte y no mostrarme débil ante aquel monstruo pero el dolor me impulsó a caer al suelo.
El hombre se avalanzó sobre mi para levantarme, diciendo cosas que no pude escuchar con claridad porque el dolor fue insoportable, pero tan pronto me puso una mano encima para ayudarme a levantar del sueño, grité:
—¡Suertame! ¡No me toques!
Estaba tan escolerizara que me palpitaban las sienes.
—No estás bien, debo ayudarte...
—No te me acerques ni un segundo, Geraldo—. Refuté nuevamente, amenazante.
Él obedeció y retrocedió. El dolor en mi pecho estaba desapareciendo así que me incorporé del suelo con un dejo de debilidad.
—Necesito que me digas toda la verdad, ¿por qué fingiste tu muerte?, ¿por qué haces todo esto? ¡Necesito toda la verdad, papá!
Entonces al pronunciar aquello mi voz se vio afectada, se quebró al emitir lo último.
—Eden, yo soy un Orate como ya lo sabes, por esa razón no pude morir cuando pensaste que tu madre y yo murieramos—, habló—. Me enamoré de tu madre aun sabiendo que no podía hacerlo porque ella no era una Orate, pero la veía día y noche tan bella y única que me volví loco y desobedecí toda regla de la Cofradía y de mi padre, así que nadé contra corriente y me atreví a casarme con ella, pero ella nunca supo lo que yo era realmente—, sus facciones tenían un tinte de agonía en ese momento— así que un tiempo más tarde ella quedó embarazada, yo estaba muy contento al igual que ella por la noticia pero en medio de todo eso, yo estaba aungustiado, porque sabía que mi padre no iba aprobarlo.
»Por desgracia, a los ocho meses de embarazo de Esther, murió mi padre por un ataque al corazón, a lo que permitió que yo me quedara al mando de toda la Cofradía incluyendo a todos los Orates. A partir de allí yo sería el nuevo Jefe. Cuando naciste, naciste siendo humana como tu madre, entonces yo no podía permitir que lo seas en un mundo donde predominan los Orates.
»Así que te sometí a unos estudios médicos y científicos para volverte una Orate como yo, mientras, tuve que mantener a tu madre bajo sedantes diarios para poder hacer la operación con facilidad.
Jamás había sentido todo lo que sentía en ese momento, todas las manifestaciones existentes lo sentía mi corazón y todo mi cuerpo. Lo que estaba escuchando era realmente cruel.
—Me arruinaste la vida—, fue lo único que pronucié, más para mí que para él. Ni siquiera lo estaba mirando, mi mirada estaba fija en el suelo. — ¡Toda mi puta vida la arruinaste! Mis planes, mis estudios, mis amigos, todo me lo quitaste abruptamente.
—Más adelante vas a entender que lo que hice es por tu bien, Eden, todo esto te pertenece—, verdaderamente este hombre era cruel e inhumano.
Volví a sentir el fuerte dolor en el pecho, pero me resistí.
—¿Cómo es que no puedo sentirme triste ni puedo llorar? —pregunté, ignorando por completo lo que había dicho.
Era cierto que todo esto me abrumaba muchísimo, pero tenía que irme de ese lugar sabiendo toda la verdad.
—Cuando fuiste sometida a los estudios médicos y científicos, fueron muchos los pasos que se tomaron, entre uno de ellos fue una profundización al cerebro para ver cómo se encontraba, entonces en ese proceso se vio afectado la parte protagonista de tus emociones, por ello, no puedes sentir amor por nadie, ni miedo ni mucho menos tristeza. De acuerdo a esto, tampoco puedes llorar.
El enojo que sentía era tan grande que creía que iba a dominarme en ese momento.
—¿Cuáles otros pasos realizaron en mí? —pregunté, aunque lo que el fuera a responder me atemorizaba.
Tragué fuerte.
Me di cuenta que había empuñado con tanta fuerza mis manos que mis uñas se clavaron en mis palmas, pero me limité a ignorarlo.
—Se te realizó un transplante de corazón de un Orate y estuviste recibiendo transfusiones de mi sangre por un año— dictaminó, serio.
Mi mano derecha fue hasta mi pecho automáticamente con la mirada puesta en aquel monstruo con ropa y sentí como me latía con rapidez anormal. Jamás pensé que mi vida sería tan mierda y basura como para que alguien cometiera tal cosa tan sanguinaria e inhumana.
En ese momento sentí la necesidad tan grande de llorar que sentí como por dentro me calcomía abruptamente no poder hacerlo, lo intenté una y otra vez pero no brotaron lágrimas de mi ojos... En ellos solo había sequedad y más sequedad, pero dentro de mis pupilas, había odio y maldad.
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SUBORDINATE ©
De Todo¿Qué harías si con tan solo pensarlo podrías matar a cualquier persona? ¿Que harías si tienes que dejar toda tu vida atrás por pertenecer a algo que no quieres? La muerte de los padres de Eden y la desaparición de su tía (que cuenta como una muert...