Capítulo 25

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Mi corazón quería salirse de su sitio, mi piel se encontraba fría tal cual como era el lugar en donde me encontraba.

—¡Necesito que me regrese ahora mismo! —le grité a la mujer, estaba histérica y no creía lo que acababa de ver.

La mujer no respondió a la primera, se encontraba allí muy serena, entonces le volví a gritar—: ¡Que me regrese le digo! ¡¿No está oyendo?! ¡Mi padre no apareció allí! ¡¿Por qué?! ¡Necesito que me regrese!

Estaba tan exasperada que todo lo que pronuncié lo hice tan de prisa que casi ni se entendían mis palabras. Maikel se había incorporado de su asiento y se notaba preocupado, pero a la vez reflejaba en su rostro que entendía la situación.

La mujer se limitó a hablar:

—Una vez que entras por esa puerta, debes saber que esta terapia se efectúa solo una vez al mes. Bajo ninguna circunstancia se debe repetir—, finalizó.

Escuché las agudas palabras de aquella mujer y sentí una enorme contradicción en mi interior. De una extraña manera sentí que toda mi sangre se agolpó en mis pies y una rabia tan alejada de mi personalidad empezó a ebullir.

—No me interesa si se debe o no repetir, le estoy diciendo que necesito volver hacerlo porque hay un grave problema—, me encontraba enrojecida por el enojo y la desesperación que sentía.

—Ya le dije señorita—, refutó— ahora si me disculpa, necesito seguir trabajando. Por favor cálmese o salga de la estancia.

—¿Pero se está escuchando? ¿Tiene una mísera idea de lo que dice?

La mujer no había levantado la mirada desde entonces, y cuando me miró solo causó que me escolerizara mucho más.

Así que Maikel me agarró por la muñeca y me forzó a salir del lugar, pero yo me encontraba renuente a salir, ¡tenía que volver a esa terapia! ¡No vi a mi padre allí y eso no podía ser!

Maikil me sostuvo con más fuerza y me sacó de la estancia, haciendo que mi enojo se intencificara.

—Debes calmarte, Eden—, la voz de Maikil sonó tranquilizadora.

—¿Sabes lo que acaba de pasar? No, no lo sabes. Mi padre ha sido uno de las primeras víctimas junto a mi madre, tú lo sabes perfectamente porque te pasó lo mismo con los tuyos, a ambos los mataste ¿no? Pues entonces en todos aquellos que he matado no estaba mi padre, ¿podrías explicarme eso? ¿Podrías? No, no podrías.

Mi estado en ese momento era colérico en su máximo esplendor, mi respiración era en ese momento tan fuerte que mi pecho subía y bajaba con desespero, lo que había presenciado era algo que no podía entender, estaba sumida en una confusión difícil de explicar y aun peor, de pensarlo con claridad.

—No podría explicarte nada de esto, pero sí puedo entenderte. Así que debes calmarte Eden, por favor.

Traté de calmarme pero no me era posible, ya que lo que vi estuvo muy claro pero no entendía ni mierda de la situación.

Empecé a pasearme por la estancia, era como si todo mi cuerpo fuera asaltado por un tic nervioso.

Respiré hondo.

—No entiendo qué pasó— musité, un poco tranquilizada ya.

—Tienes que averiguarlo, tienes el potencial— emitió, con voz aguda y serio.

Entonces eso me dejó pensando... ¿tengo el potencial?, ¿sí? ¿Cómo sabe tal cosa?

No pronucié más y salí de allí corriendo como loca, dejando a Maikel solo y pude notar que el no se había inmutado ante mi acción, sino que se quedó allí parado, mirando cómo me alejaba, escolerizara, con el enojo haciéndose notar hasta en mi piel.

—Tengo que entrar a esa biblioteca—, me dije a misma.

Ya no estaba corriendo, estaba caminando a pasos muy apresurados ya dentro del ascensor. Mis sienes palpitaban desesperadamente y yo no dejaba de pensar en la posibilidad de que la terapia había fallado, porque era inútil pensar que mi padre estaba vivo porque yo lo había matado sin pudor alguno, y lo vi en aquel ataúd.

El ascensor se detuvo y salí, en ese momento vi cómo un superior iba en dirección a la biblioteca, entonces supe que era mi momento. Me estacioné detrás de una pared cerca de aquella biblioteca que me permitía ver hacia el código de contraseñas perfectamente, así que me mantuve allí hasta ver qué contraseña o patrón había que introducir para entrar.

El hombre rápidamente presionó los números exactos y de inmediato la puerta le abrió paso al interior. Desde mi punto no pude ver nada de dentro, debido a que todo se encontraba oscuro allí. Entonces el hombre no tardó más de dos minutos en salir, introdujo nuevamente el patrón y se alejó del lugar, perdiéndose de mi vista.

Rápidamente memoricé la clave que el hombre había puesto, me incorporé del lugar y me dirigí hacia la biblioteca. Miré hacia todos los lados y actúe rápidamente.

06082004

La puerta se abrió de inmediato y no le di largas al asunto, entré en un dos por tres.

Aquel patrón me parecía curioso, bastante curioso, pero no podía pensar con claridad y deducir por qué.

Cerré la puerta detrás de mí y traté de acostumbrarme a la oscuridad que emanaba el lugar, pero no me fue posible porque había demasiada negrura para ello, así que saqué mi teléfono celular y encendí la linterna, buscando un interruptor para encender la luz.

Al momento en que el lugar se iluminó, toda mi sangre se agolpó en mis pies.

Me tensé.

Allí estaban los libros, los libros que contenían toda la verdad de los Orates, aquellos libros que podían resultar tan peligro para la propia especie: Allí estaban. No me equivoqué.

Tragué duro y me acerqué a donde estaban los libros, entonces me percaté de algo; todos los libros eran iguales, tenían el mismo título: Origenes de los Orates. Entonces rápidamente asocié que un libro de eso contenía todo lo concerniente a la especie, y que los Orates superiores se habían encargado de retener todos los libros aquí para su protección.

Así que no lo pensé mucho, tomé uno y me dirigí de inmediato a la puerta. Salí e intruje nuevamente el patrón y me fui a casa, no antes de volver a sentir curiosidad por aquel código.

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