Epílogo

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U n a ñ o d e s p u é s...

Amamos estar en la cama todo el tiempo y descansar cuantas veces queramos, pero cuando estar en la cama es tu única opción, aquello se convierte en una agonía.

Y justo eso era lo que estaba viviendo; una agonía. Día tras día creía que me estaba volviendo loca por el hecho de no poder levantarme de esta cama, no poder hablar y ser una carga para mi tía, mi esposo Harry y para Adela que se habían preocupado por mi desde el primer momento que sufrí una trombosis y mi corazón empezó a presentar colapsos muy seguidos.

Todos sufrían esto demasiado, pero en especial Harry, que lo hacía en cantidades industriales, sabía perfectamente que se la pasaba todo el tiempo llorando de rabia, de impotencia y de dolor por verme en este estado, sabía que, comía poco, no dormía por las noches y casi no hablaba con nadie en casa, solo abría la boca para decir algunos monosílabos como "no" , "sí" y para leerme sus poemas a cada nada, y solo me rompía a un más porque escuchar sus palabras, su voz cargada de dolor y más dolor, me oprimía el corazón. Habían días en los cuales sí me aliviaba el alma porque sencillamente no quería seguir sufriendo en silencio...

Mis días transcurrían de lo más terribles y tristes, tanto que solamente esperaba que el día se terminara para que comenzara uno nuevo con la esperanza de pararme de esta cama, enfrentarme a la vida y ya no tener que darle más tormento a mi familia.

—Tía Carmen, iré a comprar los medicamentos de Eden—, escuché que Adela habló con rapidez —no tardo.

Y así eran sus días, se preocupaba mucho más por mí que por ella misma, siempre estaba al día con mis medicamentos, y en el fondo sabía que lo hacía porque creía que estaba en deuda conmigo, cuando en realidad, no era así.

Los ataques en mi corazón se frecuentaban con mayor intencidad, el Dr. Germán que me atendía le aseguró a mi tía en secreto que no tardaría mucho en morir, que mis días estaban contados pero yo lo pude escuchar desde mi habitación y lo tenía bien claro, sabía que mi estadía en este mundo no se extendería a pesar de que tenía esperanzas de volver a ser lo que era antes, poder incorporarme de esta cama y poder ser feliz...

Pero supongo que así terminan los malos, aquellos que hacen daño aunque sea para salvarse así mismos. Yo había matado a muchas personas inocentes, yo era un asesina.

Supongo que mi final era de esperarse.

Y pues, ¿quien es tan inútil como para creer que permanecería una toda una vida totalmente sana de salud si fui sometida a tantos estudios médicos y científicos? Era de esperarse que todo eso me pasara factura.

Fui una rata de laboratorio al que perjudicaron hasta el más mínimo órgano de mi cuerpo...

Aunque mi corazón aún no había dejado de funcionar, yo ya había muerto hacía tiempo, en aquel momento cuando sufrí esta terrible enfermedad, en el momento que supe que mis sueños de vivir una vida junto a Harry, formar una familia con él, el cual tuviéramos hijos, poder realizar una carrera de universidad cualquiera y convertirme en una mujer profesional y exitosa, en una excelente madre y una maravillosa esposa, no se me haría realidad.

Allí morí, y sabía perfectamente que Harry también lo había hecho conmigo.

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