11. Vida o muerte.

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En aquellos pasillos oscuros lo único que podía escucharse era la agitada respiración de la humana que era sostenida por Marcos.

Él llevaba corriendo al menos quince minutos y aún cuando mantuviera una pequeña esperanza de vida, estaba muy preocupado el no haberse encontrado aún a los vampiros de la lujuria.

—Tranquila Susan, todo estará bien.

—Marcos... —susurró con débil voz, y fue entonces que Marcos tomó conciencia, el andarla moviendo de esa forma podría provocarle mucho daño a su organismo, tenía que remover el veneno antes que nada.

—Tranquila Susy –– La acostó suavemente en el suelo, siempre manteniendo sus sentidos al máximo para poder percibir a alguien, extrañamente no sentía a nadie y eso le preocupaba aún más.

—¿Dónde estamos?

—Seguimos en la segunda fase, no te esfuerces mucho Susy, vamos a estar bien –Le acarició suavemente la frente, pero Susan tan solo gimió por el contacto, como si el mero roce le hubiera provocado dolor. —Tienes fiebre... —Susurró algo alarmado al sentir la cálida piel de Susan.

—No me dejes Marcos.

—No, no, no, nunca más –le acarició la mejilla y finalmente la volvió a cargar, tenía que salir de ese laberinto, debía llevarla con los humanos y simplemente rogar porque ellos lograran salvarla, la amaba demasiado como para dejarla morir y si ella debía desaparecer de su vida para seguir viviendo, que así fuera.

Con todo el cuidado que pudo, comenzó a caminar hacia la entrada a la primera fase, lamentablemente él sólo había ido a la segunda fase a lo mucho tres o cuatro veces, y su memoria había decidido fallar en ese mal momento.

—Maldición... ya pase por aquí –susurró con cierta rabia una vez que se encontró de nuevo en un callejón sin salida.

—Lo mejor es que la dejes ir.

—Lárgate Jared.

—Hey, no te descargues conmigo, después de todo yo no fui el que le daba igual lo que le pasara.

—Todo esto es tu culpa... si tú no me hubieras hipnotizado, nada de esto hubiera pasado, que tu chica te hubiera engañado por lo inepto que eres ¡Que te hubieran echado de lado por desgraciado! ¡No es mi culpa! ¡Deja de meterte en mi vida! –Le gritó a todo pulmón terminando sus palabras con un gruñido y con un andar amenazante hacia él.

Jared optó por una posición defensiva mientras retrocedía, al parecer ya había pasado los límites de la paciencia de Marcos y quizás sería el primero después de años en experimentar con el poder del vampiro de acero.

—Marcos... —el débil susurró de Susan fue lo que pudo salvar a Jared, pues Marcos como si fuese un robot, al escucharla, inmediatamente se dio media vuelta y se regresó.

—Tranquila, aquí sigo.

Susan sonrió levemente como respuesta, ya no respiraba por la nariz, el aire no era suficiente, fue por ello que comenzó a respirar con la boca de una forma algo sonora y acelerada, la fiebre tan solo parecía aumentar y extrañamente sus manos comenzaban a tornarse moradas, algo le sucedía a su organismo.

—No me siento bien —susurró de manera entrecortada, sus labios ya se encontraban incluso morados y debajo de sus ojos comenzaban a marcarse ojeras.

—Aguanta Susy, vamos a salir de esta –Se puso de pie con Susan en brazos, y miró una última vez a Jared, para su suerte él ya no estaba.

—Vaya, vaya, les dimos media hora de ventaja y ni siquiera se acercaron a la salida.

Marcos maldijo en su mente al escuchar a Leila, sostuvo más firmemente a Susan.

—Esta humana me pertenece. —dijo Marcos mientras retrocedía unos pasos con la intención de salir corriendo por uno de los pasadizos, pero os otros dos vampiros ya se encontraban detrás de él, dejándolo sin salida.

—Entrega a la humana y a ti te dejaremos ir Marcos –dijo Hansi al mostrar el filo de sus navajas.

—Susan es mía y jamás se la daré a unos ineptos como ustedes

—Pero si en cuestión de segundos ya sólo tendrás un cadáver Marcos, mírala, ya es muy tarde –La sonrisa de Leila se amplió al ver como Susan respiraba de forma muy agitada y con cierta dificultad.

—¡No! –Marcos acostó a Susan en el suelo, acariciándole suavemente el rostro. – Por favor aguante, te llevaré con los humanos.

—Ya déjala ir Marcos –Leila se cruzó de brazos sin borrar la sonrisa en sus labios. – Mi veneno ya hizo efecto, despídete de tu humana para siempre.

Marcos obviamente no se daría por vencido, no permitiría que le robaran a su humana solo por su descuido. Acarició suavemente la mejilla de Susan, notando como esta estaba helada, casi igual que él.

—Susy... perdóname.

Ella obviamente no respondió, y él no espero respuesta, simplemente la levantó unos cuantos centímetros del suelo y sin más, con algo de brusquedad terminó por morder con fuerza pero de forma certera el cuello de su humana.

Los tres hermanos se quedaron casi en shock al ver dichosa imagen, lo último que se les hubiera ocurrido es que Marcos realmente mordería humana, pero allí estaba, mordiendo a una y por el único motivo de salvarla.

El Laberinto del VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora