2. Cruda realidad

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—Como sabrán, este laberinto fue descubierto en 1950 por el explorador Rafael Dasiel, si alumbran a su derecha con su linterna podrán notar que las paredes parecen brillar por su cuenta, ahora a su izquierda notaran un pasadizo, todos los pasadizos que aún no han sido explorados tienen una cinta de precaución para que no pasen, ahora más adelante... —

Y el guía continuo dando su recorrido. Susan mantenía la leve sonrisa en sus labios, ya la sensación de sentirse observada había desaparecido o quizás se había acostumbrado y ya no le molestaba, ahora sólo disfrutaba del "paseo".

—No te alejes mucho Susan —Le susurró su madre, y ella sólo respondió con un "Ok".

—No se ha descubierto la salida, es por eso que después de caminar otra hora, nos regresaremos —Dijo el guardia.

—¡Disculpe! —Gritó Claudia —Pero ¿Cómo sabe como regresar? Ya pasamos por muchos caminos.

Todos comenzaron a murmurarse con temor.

—Si alumbran con su linterna al techo, verán que hay línea roja, sólo debemos seguirla y listo.

Todos suspiraron de alivio y continuaron en paz con su caminata. No paso mucho tiempo, cuando de forma repentina se escuchó un grito desgarrador haciendo eco por las paredes.

—¿Qué fue eso? —Preguntó una de las señoras que estaban en ese grupo. El guía simplemente no supo que responder, ni siquiera el pretexto de "son los animales de aquí" podría salvarlo pues eso definitivamente eso no fue un animal.

—No fue nada, quizás alguien del grupo de adelante se asustó, continuemos, me quedé en que en esta cueva habitan...

Pero un nuevo gritó que se escucho esta vez más cerca, provocó que todos se estremecieran en su lugar.

—Eso... no fue nada...

Pero ni el mismo guía estaba seguro de eso, estaba a punto de dar instrucciones para volver, pero los del grupo que habían entrado antes que ellos comenzaron a correr dirección a ellos, todos gritando al unísono "vampiro".

El caos se expandió rápidamente, comenzaron a correr a la salida, siempre alumbrando la línea roja del techo.

—¡Mamá! ¡No tan rápido! —Gritó Susan al aferrarse a la mano de su madre, pero no pudo seguirle el paso. Tropezó y cayó soltando la mano de su madre, pero fuera por el pánico o por la prisa, ni siquiera su propia madre se detuvo a auxiliarla.

—¡Mamá! —Volvió a gritar, pero esta vez su grito hizo eco, de un momento a otro el lugar había quedado abandonado.

Intentó ponerse de pie cuando un agudo dolor le hizo sentarse, se había hecho una cortada en la pantorrilla, seguramente culpa de una piedra.

—¿Hola? —Dijo en un tono elevado, pero lo único que se regreso a ella fue el eco. Con mucha dificultad se puso de pie, y empezó a avanzar, sólo debía seguir el camino de regreso. Puso su mano contra la pared para guiarse y comenzó a andar. El silencio era algo de otro mundo, ¿cómo es que todo se había silenciado tan rápido?

—Tranquila Susy, no pasa nada, todo está bien. —Se decía a si misma, no le tenía miedo a la oscuridad, estaba acostumbrada, lo que temía era encontrarse con aquel ser que provoco aquellos gritos de terror. Lo recordaba perfectamente:

"Vampiro"

Pero era imposible, esos seres ni siquiera existían ¿O sí?

—¿Alguien? —Preguntó y nuevamente el eco se regreso, sin darse cuenta las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas, estaba asustada,¿Ahora que iba a hacer? Estaba pérdida ¿Cómo la iban a encontrar?

—¡Ayuda! —Gritó fuertemente, pero de nuevo se regreso el eco, quizás sólo debía quedarse quieta, tarde que temprano su madre se daría cuenta de que ella no salió y volvería por ella, o al menos eso esperaba... su madre no podía olvidarla.

Comenzó a tararear una canción en un leve intento por relajarse, cuando de un segundo a otro frenó en seco al escuchar unos pasos. Hubiera sentido alivio de no ser porque esos pasos provenían del interior del Laberinto.

El Laberinto del VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora