15. Venganza

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Mario era el hermano menor de Marcos, tenían una diferencia algo notoria de edades pero aún así tenían un parecido sorprendente.

Quién diría que después el amargo dolor de la realidad le golpearía tan duro que le haría odiar a aquella persona que más adoraba.

—Era hermana ¿Cómo pudiste?

Mario ya era un vampiro por naturaleza, por lo que ver las lágrimas de Susan no fueron suficiente para conmover su frío y muerto corazón. Estaba consciente de que había manipulado a Susan para que dañara a la pequeña Claudia y aún así no mostraba arrepentimiento alguno.

—Al rato la olvidarás.

—¡¿Cómo que la olvidaré?! ¡Es mi hermana!

—Los sentimientos hacia los demás son en realidad estúpidos e inútiles Susan, no puedes confiar de ninguna persona.

—¿¡Eso que tiene que ver!? ¡Yo solo quiero a mi hermanita con vida! ¡¿Cómo crees que me siento por saber que puede estar muerta por mi culpa?!

El silencio fue la respuesta. Derramó lágrimas en silencio sin poder soportar el dolor que se encontraba muy dentro suyo.

—¿Cómo se puede asesinar a un vampiro? ¡Mario! ¡¿Cómo puedo matarme?!

—Somos inmortales e invencibles, solamente nuestro líder nos puede asesinar con una mordida.

—¿Y quién ese dichoso líder?

—Se llama Raimundo, si quieres ir con él entonces te deseo suerte, él rara vez se muestra, mírame a mí, llevo siglos en este maldito laberinto y nunca lo he visto, pero creo que Marcos si lo ha visto una que otra vez, dile que te lo presente.

—Bien... buscaré a ese tal Raimundo con o sin tu ayuda.

Y tras decir aquellas palabras, comenzó a caminar lentamente hacia la nada, estirando un poco sus brazos para impedir caerse o topar contra algo.

—Susy.

Aquella palabra hizo eco en el aire, el tono en que había sido pronunciado era el de una niña pequeña pero realmente débil, como si estuviese agonizando.

—¿Cla...Claudia? –cuestionó con temor en lo que sentía su cuerpo estremecer.

—Hermana... ¿Por qué me asesinaste?

El corazón de Susan se estremeció y le hizo doler fuertemente el pecho, era su hermanita, se escuchaba con suma claridad, pero se escuchaba débil, como si agonizara.

—¿No que ya te ibas? Susan –musitó burlón Mario y tras tomar mucho aire, sus ojos volvieron a hacerse más rojizos. –Hermanita... ¿Por qué me asesinaste?

Efectivamente, quien hacia la voz de la pequeña hermana de Susan, era el mismo Mario que hacia uso de sus múltiples habilidades dignas de un estafador. Para el mal de Susan esta no podía identificar eso.

Sintió que su mundo entero se derrumbaba al escucharla, los ojos se me le humedecieron por completo, y tras retroceder unos pasos terminó por caer de sentón. No paso nada de tiempo cuando Jared llegó y aprovechando lo débil que estaba Susan, la controló tal cual títere.

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Se sentía pésimo, peor que pésimo, simplemente el tener a la pequeña Claudia entre sus brazos sin sentir su respiración.

Susan jamás le perdonaría, eso estaba más que asegurado, no pudo salvar en su momento a Leila, no pudo salvar siquiera a Gabriela y ahora no podía ni salvar a Claudia, simplemente la muerte le perseguía.

Justo minutos después de que había logrado hacer que Claudia finalmente recobrara la conciencia y la respiración, logró hablar por última vez.

Le dictó una frase, una pequeña frase que parecía ser llevada por el viento suavemente, y apenas terminó de hablar, la mano que sujetaba la mano del vampiro fue aflojando lentamente el agarre hasta que finalmente su alma abandonó su cuerpo, dejando en cambio el pequeño cadáver.

Marcos no dejaría las cosas así. Dejó con cierta pena el cadáver de Claudia en el suelo, sabía que tarde o temprano la encontrarían los humanos y seguramente pensarían que murió por algún golpe o accidente, lo importante es que llevarían el cuerpo afuera, mientras que él iría a rescatar a Susan.

Corrió hasta la presencia más cercana, hasta lograr identificar a Jared.

—Marcos.

—Jared ¿Has visto a Mario o a Susan?

Jared sonrió de forma algo perversa al escuchar la pregunta del vampiro, sin duda sabia la respuesta pero no era tan imbécil para decirla así como así menos después de haber hecho un trato con Mario.

—Posiblemente lo sé... o quizás no.

Marcos esta vez no estaba para nada tolerante, apenas escuchó la respuesta de aquel que él llegó llamar amigo, a una velocidad increíble se acercó a este para tomarlo del cuello y levantarlo unos centímetros del suelo con facilidad.

—¿Dónde está? –preguntó sin rodeos, afilando algo su mirada ahora carmesí llegando incluso a intimidar al vampiro.

—Se lógico ¿Dónde crees que está? Con tu hermano obviamente, ¿Y donde esta él? Usa el cerebro Marcos –Jared intentó soltarse del agarre, pero cuando Marcos se enojaba sin duda había una gran diferencia de fuerzas.

—Ese imbécil puede estar en cualquier lado.

—Pero no podría estar en cualquier lado con Susan.

Y esa frase había sido suficiente para hacer que Marcos se pusiera más pálido que antes y que incluso soltara de golpe a Jared.

¿Acaso Mario sería capaz de...?

—Veo que ya sabes donde esta... —Dijo Jared desde el suelo al haber caído directo allí apenas Marcos le soltó, efectivamente él ya sabía dónde se encontraba Susan.

—Imposible, Raimundo la vio y no la aceptó por encontrarla imperfecta.

—Claro, imperfecta ante los ojos de un vampiro arrogante, pero ante nuestros más grandes superiores Susan es más que perfecta al ser la única en la tierra que no ha roto las tres prohibiciones como todos.

—No, no pueden hacerle eso a Susan ¡No pueden!

Y sin perder tiempo comenzó a correr hacia la zona más oscura y profunda del laberinto, hacia la tercera fase, también conocida como: La fase de los rituales y sacrificios.

El Laberinto del VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora