22. Error.

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Marcos se maldecía una y otra vez por haberle causado tanto daño a Susan, por no haber sido el hombre que ella se merecía, por haberle fallado tantas veces. Simplemente se torturaba mentalmente al recordar la expresión de dolor y decepción que tuvo ella cuando le vio haciéndolo con Leila.

¡Maldita bruja! ¿Qué se creía? Claro, no podía culpar a Leila por lo que pasó, él era el culpable por haber aceptado pagar el trato, por haberla tomado aunque no sintiera nada.

Estaba muy arrepentido, pero no se podía cambiar el pasado y sabía perfectamente que Susan no le iba a perdonar aunque le rogara.

—Susan. —musitó al viento pero sabía que ella jamás le respondería, ella ya se había ido junto con aquella chica que se le parecía bastante. Maldita Susana, todo era su culpa, todo era culpa de ella, de Leila y de él Golpeó con el puño cerrado la fría pared de la cueva, dejando que su golpe hiciera eco.

¿Qué hacer?

La respuesta nunca llegó, lo había arruinado todo, la había escuchado la noche anterior decirle que le amaba ¿Cómo podía ella amar a un ser como él? Un ser tan egoísta que la amaba tanto que ni siquiera podía dejarla ir. Sabía que todo había comenzado como una obsesión, un simple capricho de tener a una humana a su lado que le acompañara en la oscuridad pero al final se había enamorado y todo lo había arruinado.

Momentos antes había dejado de lado a Leila, simplemente apenas vio a Susan desaparecer junto con Susana, la tiro al suelo y comenzó a buscarla, pero ella ya se había alejado lo suficiente. Recordó con cierta gracia el enojo de Leila por haberla dejado "a medias" era una zorra.

—Marcos. Interesante sorpresa.

—No molestes Jared –apoyó su frente contra la fría pared, teniendo sus ojos rojos cerrados, ignorando por completo a su "amigo" el cual estaba muy lejano a ser una verdadera amistad después de todo lo que le había hecho.

—No estés enojado conmigo, sabes que sólo obedecía órdenes.

—¡¿Qué no entiendes?! ¡Que no jodas! –estuvo a punto de darle un fuerte golpe, pero Jared se había quitado a tiempo, haciendo que aquel puño en lugar de estamparse en su rostro, terminara contra la pared.

—Hey... cuidado con lo que haces.

—¡Cuidado mis bolas! ¡Estoy harto de todos esos malditos chupasangres y de ti! –y un nuevo golpe dirigido hacia Jared fue esquivado rápidamente, agrietando de nuevo la pared.

—Tsk... ¡Marcos! ¡Contrólate! –aquel vampiro dejó de tomarse aquello como un mero momento de coraje de Marcos, realmente él se veía molesto y ahora sí iba en serio.

—¡Tú no me ordenas maldito chupamedias! –y otro golpe dio directo en su abdomen, esta vez no alcanzó a esquivarlo y por el dolor, terminó en el suelo.

—¿Qué harás Marcos? ¿Matarlo? –y justo cuando Marcos pensó que no podría estar más molesto vio que estaba muy equivocado, pues de solo escuchar la voz de Mario, su ira se encendió por completo.

Dicen que los accidentes no existen, que todo ocurre después de diversos factores.

Poco a poco fue hilando todo esa información, todos los factores que hicieron que terminara allí, el trato con Leila, la traición de Leila, el engaño de Mario y de Jared y mil cosas que hicieron que alejaran a su adorada Susan de su lado.

—Si de verdad aprecian su vida, los dos se van a largar ahora mismo.

—¿Y si no que? ¿Nos mataras? ¿Serás uno de nosotros? ¿Un chupasangre? —Mario sonrió maliciosamente después de sus argumentos y eso solo colmo la paciencia de Marcos.

El Laberinto del VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora