27. Una salida.

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Susan cuanto deseó que Claudia estuviera con ella para que así tomar una decisión fuera más sencillo, ya que si su hermana estuviera viva inmediatamente decidiría estar con ella... pero ella no estaba y debía elegir por su propia cuenta. Su mirada se posó en Marcos quien le seguía mirando con suplica, después con Jared quién mantenía una mirada de pocos amigos.

Debía reconocerlo, entre los vampiros no era aceptada, ella debía estar junto con los suyos. Suspiró tristemente y miró a Marcos nuevamente.

Debía elegir lo mejor.

—Marcos, perdóname pero...

—No. —La mirada de Marcos se tornó dura y fría. No quería aceptar que Susan se iría. —No puedes irte.

—Perdón pero es lo mejor para todos —bajó la mirada para no ver los vidriosos ojos de Marcos.

—¡No! ¡Susan! —le tomó los hombros y comenzó a zarandearla sin fuerza. —¡No puedes hacerme esto!

—¡Marcos! —Jared rápidamente se interpuso, tomando los brazos de Marcos para que soltara a Susan. —Ya decidió, no seas egoísta y déjala ir.

—¡No! —Intentó soltarse del agarre de Jared, pero le fue imposible, el vampiro le había pegado contra una de las frías paredes y le sostuvo con mucha firmeza, no permitiría que Marcos detuviera a Susan.

—Susan, vete —le dijo Leila ahora retomando aquel tono cortante que ya le había caracterizado. —Jared y yo detendremos a Marcos hasta que tú estés fuera, por eso debes irte ahora.

—Y recuerda Susan —agregó Jared. —En este lugar habitamos los vampiros, nunca reveles ese secreto.

Susan miró con miedo a Marcos que seguía intentando de forma inútil el liberarse del agarre de Jared, no podía perder más tiempo.

—Perdóname Marcos, te amo —y ya sin poder mirarlo otra vez, comenzó a correr por el extenso y oscuro pasillo que le llevaría con el grupo de humanos turistas.

—¡Susan! ¡No! ¡Vuelve! ¡Susan! —el grito de Marcos retumbo en las paredes, haciendo eco y luego perdiéndose en el silencio, Susan le había escuchado pero de todas maneras continuo su andar, sintiendo como las lágrimas eran liberadas. "Es lo mejor" pensaba en busca de consuelo.

—¿Qué es ese ruido?

—Son pasos ¡Alguien se acerca!

El grupo de humanos alumbraron hacia el pasadizo donde se escucharon los pasos, estaban al tanto de que se suponía ellos eran el último grupo en entrar, no era posible que hubiera alguien más allá adentro.

La luz de la linterna finalmente alumbró el cuerpo de Susan, quien tan solo atinó a taparse los ojos al recibir aquella luz en la cara.

—Señorita ¿Qué le pasó? —el guía del grupo se acercó a Susan quien no paraba de llorar como si fuese una niña pequeña. —¿Señorita? ¿Cómo se llama...? —aquel hombre tocó el hombro de Susan como si buscara de esa forma que dejara de llorar.

—Mi nombre —sollozó –es Susan y llevo mucho perdida.

Todos los miembros del grupo comenzaron a murmurar entre sí, varios estaban al tanto de la joven Susan Rezquiel que había desaparecido hace meses junto con otras dos personas y sin duda era algo sorprendente encontrarla de nuevo y con vida.

Nadie se dio cuenta de que el cuerpo que poseía no era exactamente el mismo con el que se había perdido, ya que ninguno llegó a conocer personalmente a Susan, sin duda ella podría rehacer su vida nuevamente entre los suyos incluso con otra identidad.

El Laberinto del VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora