25. Líder.

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Leila al ver desaparecer a Marcos por el pasillo se quedó quieta un instante, a diferencia de él, ella no era tan impulsiva, prefería pensar bien las cosas antes de actuar, motivo por el que prácticamente todos sus planes resultaban como ella quería.

Se mantuvo pensativa por algunos segundos ¿Susana sería capaz de poder llevarse tres cadáveres así sin más? No, Leila lo sabía perfectamente, ni siendo alguien muy poderoso podría llevarse tan rápidamente y desapercibida tres cuartos, dos de ellos muy voluminosos y otro muy pesado.

"Malditos infelices" Pensó con cierta ironía, sólo conocía a dos personas que contribuirían con Susana, se trataba por supuesto de sus "hermanos" Hansi y Abel. Sin siquiera molestarse en buscar a Marcos, corrió hacia la segunda fase del laberinto, donde seguramente estarían los mencionados.

No pasó ni un minuto que ingresó a aquel inmenso Jardín que era la segunda fase cuando un potente golpe en el estomago le hizo caer de rodillas, sintiéndose sofocada por la fuerza de la agresión.

—Malditos. —Musitó con rabia sujetándose muy fuerte el estomago por el dolor, mirando con el rabillo del ojo a sus dos hermanos.

—Mejor quédate acostada, hermanita.

—Son unos malditos traidores ¿por qué no se dan cuenta de que Raimundo los está utilizando? ¡Para él no son más que marionetas!

—La única traidora aquí eres tú. ¿En serio estás aliándote con el marginado? Creo que ya recibiste demasiados golpes en la cabeza que estás muy loca. —sintió aún más rabia al escuchar el tono sarcástico de Abel, pegando por un instante la frente contra el suelo.

—Recapaciten hijos de puta, entiendan que sólo están guiándose a su perdición.

—Ay hermanita, se nota que aún no sabemos nada de la vida. Observa como con ayuda de esta simple mortal y este odioso vampiro, traeremos de regreso a nuestro líder Raimundo.

—Eso no es posible ¡No se puede traer de regreso a la vida a un vampiro!

—Claro que si se puede, con la esencia de Jared y la energía del poder del acero que rodea el cuerpo de Susan, podemos traer de regreso a nuestro señor.

—¡Son estúpidos! Por primera vez somos libres de ese ser miserable ¡Y ustedes lo quieren traer de regreso!

Abel sujetó del cabello a Leila, obligándola a mirarle directo a los ojos.

—Sólo eres una maldita cobarde, temes que cuando reviva nuestro líder te castigue por tu traición. Ya eres una mujercita, tendrás que hacerte cargo de tus acciones. Necesitas ser castigada.

Leia apretó con fuerza las manos aguantándose las lágrimas de coraje, no quería mostrarse débil ante sus hermanos y menos confirmar que en efecto tenía miedo del castigo que podría recibir por su traición.

—Tan sólo observa cómo hacemos esto, después recibirás tu castigo.

Un potente golpe directo en el rostro de Abel, hizo que soltara el cabello de Leila y retrocediera un par de pasos.

—Ni siquiera se atrevan a tocarla, malditos.

Marcos ayudó a Leila a ponerse de pie, sin despegar su mirada de los hermanos. Tras ellos se encontraban los tres cadáveres que parecían estar sumergidos en un profundo sueño, y justo a lado de ellos estaba Susana, quien buscaba pasar desapercibida.

—Ya es demasiado tarde. —Sentenció Susana. —He acabado el proceso, el líder va a regresar a la vida.

Los tres cuerpos fueron rodeados por una tenue aura apenas un par de segundos hasta que ésta desapareció. Marcos se preparaba mentalmente para enfrentar de nuevo a Raimundo, pero quién abrió los ojos fue nadie más y nadie menos que Jared.

—¿Qué?

—Ese maldito anciano nos tendió una trampa —dijo Abel tras darse cuenta de su error. Aquel anciano les había dicho que si juntaban los tres cuerpos y hacían un conjuro, el líder resucitaría, no esperaban que fuera Jared quien regresaría a la vida.

—No los engañó —Marcos suspiró aliviado. —El verdadero líder siempre se trató de Jared.

Tanto Abel como Hansi, completamente temerosos del castigo que podría recibir, salieron corriendo del lugar.

—¡Jared! —Leila corrió hacia su pupilo, rodeándole el cuello con los brazos en un afectivo abrazo.

Jared por su lado se encontraba aún algo perdido, no recordaba muy bien que acababa de pasar y se sentía como si acabara de despertar de una pesadilla.

—Bienvenido de nuevo a la vida, líder. —Marcos hizo una pequeña reverencia, tras el sacrificio que había hecho por ayudarle, lo mínimo que podía tenerle era un poco de respeto.

—¿Qué ha pasado?

—Eso que importa, lo importante es que estás bien, que estás vivo.

Marcos pensó un "lástima que Susan no está igual". Dejó que Leila desahogara sus sentimientos y se acercó a la silueta de Susan, parecía una estatua de una mujer dormida.

—Me alegra que no te hayan hecho nada. —Musitó al acariciar la fría y tiesa mejilla de Susan.

—Marcos —Aquel titubeo, no podía creerlo, era la voz de Susan. Sin embargo aquella figura se encontraba exactamente igual. De aquel grisáceo color y de una figura inerte y sin vida.

—¿Susy?

—Detrás de ti.

Marcos inmediatamente se dio la vuelta, ahí estaba Susana y sin embargo era la misma voz de Susan.

—¿Susan? ¿Eres tú?

—Si, es sólo que... —Susan se miró a si misma, no reconocía ese cuerpo, sentía como si su alma se hubiese transportado a otro contenedor. Estuvo a punto de llenar de preguntas a Marcos ya que no entendía cómo es que había llegado a aquel lugar y como es que se encontraba en ese cuerpo, pero antes de poder decir cualquier cosa, los brazos de Marcos le rodearon firmemente.

—Susy, mi Susy, me alegra tanto que estés con vida.

Susan no respondió, sólo correspondió el abrazo sintiéndose por primera vez en años verdaderamente protegida en los brazos del hombre que la amaba.

El Laberinto del VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora