21. Él

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El silencio había gobernado por completo aquel hotel turístico que había sido testigo de tantas cosas en una sola noche, gemidos, gritos, dolor, placer, todo había pasado como un amargo trago para Susan, quien se había quedado profundamente dormida en el torso de Marcos.

Esa noche se había entregado en cuerpo y alma al hombre que amaba o al menos creía amar, pero lo que para ella pudo haber sido un hermoso sueño, poco a poco comenzó a volverse una verdadera pesadilla.

Estando en su profundo sueño, muy apenas sintió en el exterior como alguien la removía un poco, fue abriendo lentamente sus ojos mas la oscuridad seguía gobernando, era en esos instantes que maldecía su ceguera.

—Susy —la nombraron y ella al reconocer el tono de voz poco a poco fue despertando por completo.

—Susana. —le respondió Susan avergonzada al reconocer en que prendas se encontraba; ninguna, y no seria para nada complicado saber el que había hecho y con quién. Bajó la mirada maldiciendo por lo bajo el no haberse puesto sus ropas después de aquel acto de entrega y amor, pero ahora lo que más le intrigaba era el no haber recordado sentir de nuevo aquel frio cuerpo bajo el suyo, Marcos ya no estaba ahí.

—¿Qué? Si buscas a Marcos, no lo encontraras, volvió a su cueva con la mujer que realmente ama.

Tal cual trago de veneno y cruel realidad, Susan se negó a aceptarlo y se aferró a las sabanas que seguían contra su cuerpo.

—Mientes.

—Eso es lo que tú quieres creer pero yo misma lo vi marcharse hace apenas unos minutos hacia la cueva porque el amor de su vida le hablaba, dime Susan, ¿En serio creías que un vampiro se enamoraría de ti? Mírate, eres ciega, eres una humana que está dividida, sin mí no eres siquiera una persona completa, cometiste el error de confiar en un vampiro y peor aún, en un hombre.

Conforme Susana iba hablando, Susan negaba con la cabeza, eran lógicas y dolorosas sus palabras, pero ella había conocido a Marcos desde el primer día de su condena en aquel laberinto, era imposible que todo ese tiempo le hubiera engañado, era imposible que Marcos amara a alguien más cuando hacia tan solo un par de minutos él le había dicho que la amaba, no creía que él hubiera hecho tantos sacrificios por alguien que sólo quería engañar.

Susana suspiró pesadamente mientras recogía del suelo las ropas de Susan y luego se acercaba a ésta para entregárselas.

—Vístete y te abriré los ojos Susan, te haré ver la verdad –una maliciosa sonrisa se formó en sus labios mientras miraba satisfactoriamente como Susan se iba vistiendo, sabía que ella no quería creerle, sabía que esta seguramente buscaba un montón de excusas por el hecho de que Marcos se hubiera ido de esa forma.

"Él no era así" pudo hasta jurar y lamentaría con creces haberse equivocado de un hombre de nuevo.

A pasos lentos e incómodos Susan fue sintiendo como poco a poco se iban aproximando a aquel lugar que hubiera deseado jamás volver, aquel laberinto que era una pesadilla hecha realidad para los humanos y ella siendo aun en parte humana aún lo consideraba como una pesadilla y no como un hogar.

—¿A dónde vamos? –preguntó buscando romper el silencio, si iba a durar lo que le quedaba de existencia con Susana, mínimo debía ir buscando la manera de evitar aquellos incómodos momentos con su compañera de por vida.

—A la segunda fase, donde te mostrare la verdad.

Susan inevitablemente tragó grueso al escucharle mientras se aferraba con fuerza a la mano de su compañera, aún estaba insegura de su decisión, un mal presentimiento le decía que jamás debió haber dudado de las palabras de Susana pero ahora era tarde.

La suave brisa que recorrió su rostro así como la calidez de una luz artificial fue la señal para Susan de que habían llegado a la segunda fase, el suave aroma de rosas era agradable y le sorprendía de sobremanera que pudiera existir un lugar así aunque maldecía el hecho de que Leila fuese quien gobernase esa fase.

Leila.

Aquella mujer que quería a Susan muerta sólo porque le había quitado el corazón de Marcos. Ahora Susan sentía un mal presentimiento de ella.

—Shh, guarda silencio, estamos cerca.

¿Cerca? ¿De qué? Se preguntaba continuamente mientras seguían avanzando.

A lo lejos comenzó a escucharse un leve sonido, como de ramas chocando constantemente, aquel mismo sonido que podían provocar las hojas ante una fresca brisa, pero eso estaba lejos de ser provocado por unas brisas.

Jadeos... suspiros... gemidos... Susan temió lo peor.

Se detuvo al ya no querer averiguar la verdad, sin embargo Susana al tenerla fuertemente sostenida por la mano la siguió jalando, quedando a una distancia prudente y a su vez ocultas entre las hojas para poder observar lo que allí pasaba.

Una maliciosa curva adorno los labios de Susana tal cual sonrisa burlona, se aferró a los hombros de Susan que simplemente musitaba un tenue "no..." al predecir lo que pasaría.

Después de unas palabras en un dialecto extraño que musitó Susana, los ojos de Susan se abrieron y pudieron ver luz, al principio vio borroso, pero delante de ella dos finas siluetas borrosas podían mostrarse.

Aquella borrosa sombra que era en si una persona se encontraba pegada contra un muro que estaba repleto de ramas, y delante de esa sombra había otra que la tenía tomada por las piernas y parecía embestirla constantemente con la cintura.

Lo borroso fue haciéndose mas claro y finalmente Susan vio la verdad.

Las lágrimas pasaron por sus mejillas lentamente, no podía creer lo que escuchaba, no podía creer lo que Susana le había hecho ver.

No quería creer que Marcos le estaba engañado con Leila.

Susana le soltó los hombros y automáticamente la oscuridad volvió a gobernar en su mirada, cayó de rodillas y aquel sonido sordo hizo que ambas personas voltearan, mas fue Marcos el que sintió que su cuerpo se hacía mas frio al reconocer a la silueta de Susan que, según él debía haber continuado dormida en el hotel en que la había dejado, para que no fuera testigo de aquel acto que era el pago de un trato.

—Susan... —musitó Marcos como si en su tono de voz le rogara un perdón, mas Susan respondió con un "vámonos de aquí..." que iba dirigido a Susana, y sabiendo ella lo que le podría causar a Marcos, simplemente tomó a Susan del brazo, y como si fuese un acto de magia, desaparecieron.

¿Qué era lo peor que podía ocurrir? ¿Acaso las cosas podían empeorar?

La verdad Si.

Pues para Susan, el único motivo que la había aferrado a su escasa vida era Marcos, pero ahora que este había demostrado ser tan sólo un hombre más ya no tenía ni un solo motivo para querer existir.

—Raimundo... quiero morir.

La sonrisa de Raimundo se agrandó al escucharla, miró a Susana y vio que esta igual se encontraba feliz por la decisión de Susan.

Si ella moría en un ritual... quedaría encerrada en el cuerpo de Susana y así ya Susana podría estar completa y sin necesidad de cuidar a esa corriente humana.

Era hora de darle fin a todo.

El Laberinto del VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora