Varias veces Susan había confiado y varias veces le habían fallado.
Sólo en ese momento al encontrarse sobre una especie de cama de piedra, con sus manos atadas a los pilares que estaban a los costados y su mirada, como siempre vacía, mirando a la oscuridad que su ceguera le permitía pudo entender que no podía o mejor dicho; no debía confiar en nadie que no fuera ella misma.
Si quería evitar sufrir, mejor estar sola, si quería evitar hacer sufrir a otros mejor alejarse de todos. Una decisión que tomó quizá demasiado tarde, pues ya no había quien pudiera ayudarle a remediar todo lo que había perdido después de tantas malas decisiones.
—Todo acabara muy pronto, Susan.
Le susurró Mario con una maliciosa sonrisa en sus labios, pasando suavemente su mano helada por la frente de la humana ahora recostada en aquella cama de piedra, todo estaba listo para el ritual, para el asesinato de la humana y la bienvenida de la vampira.
Susan con sus ojos vacíos miraban hacia el techo sin mirar realmente pues para ella solo había oscuridad aun cuando sabía que sus ojos se encontraban abiertos.
Escuchó unos pasos acercarse y al sentir una fría mano tocar parte de su cuello para descubrirla de sus largos cabellos, entendió que ese era su fin, mas no hizo nada para detenerlo.
La Susan humana ya no iba a luchar más por una vida que ella misma había desencadenado hacia la nada. Si, todo era su culpa, por las decisiones que había tomado, por haber puesto sus sentimientos por delante, todo había sido un error, absolutamente todo.
Poco a poco todo se iba sintiendo cada vez más frío, cada vez más oscuro, cada vez más vacío.
Susan había desaparecido.
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—Maldita sea... ¿Dónde está?
Marcos apretó con fuerza los puños mientras seguía avanzando por los oscuros pasillos de la tercera fase, después de un largo intento se había logrado librar de la fastidiosa Leila pero aun debía encontrar a alguien más importante: Susan, rogaba porque no fuera demasiado tarde.
—¡Susan! –gritó esperando que fuera escuchado, pero no hubo respuesta, al menos no de Susan, pues escuchó un quejido a la distancia pero proveniente de un hombre.
—¿Susan? –musitó con obvia duda al saber que esa no era la voz de su amada, pero ¿qué más daba? se fue acercando hacia la fuente de sonidos, buscando con la mirada quién emitía aquellos quejidos y con lo que se encontró hizo que inmediatamente sus orbes optaran por aquel color carmesí intenso y sus dientes y uñas se alagaran y afiladas, pareciendo ahora si un verdadero vampiro.
Lo que había ante sus ojos era una imagen tres veces peor de lo que un vampiro promedio podía dejar ante la vista, lo que había hecho eso sin duda no era por un vampiro, era por un verdadero monstruo.
Un hombre bañado en sangre; su propia sangre, se encontraba en el suelo retorciéndose de dolor, buscando desesperadamente aferrarse a la vida, su cuello presentaba varias mordidas, incluso desgarradas que dejaban ver parte del hueso, pero al no haber dañado sus arterias, era por eso que permanecía con vida.
Tenía pedazos de cabellos arrancados, la playera y el pantalón desgarrados, y todo su cuerpo, como ya se mencionó; bañado en sangre, mostraba espasmos, mismos que indicaban que aquel humano estaba muriendo por una hemorragia interna.
Esos ojos azules que podían apreciarse del demacrado rostro, miraban con suplica a Marcos, diciendo de forma inentendible al tener sus cuerdas vocales desgarradas, que le asesinara, prefería la muerte antes que vivir aquel infierno.
Marcos sintió sus ojos humedecerse, no por sentir pena de aquel humano, más bien por sentir una enorme tristeza y decepción por saber que aquello lo había hecho Susan.
—Marcos, querido, que interesante verte por aquí ¿Quieres comer? He preparado Mike a la carmesí, un nuevo platillo.
Marcos no se atrevió a darse la vuelta para mirar a "Susan", apretó los puños de forma impotente mientras miraba a aquel humano ya al borde de la muerte.
—¿Qué? ¿No te gusto mi obra de arte? La comida sabe mucho mejor segundos antes de que pierdan la vida, liberan tanta adrenalina que le da un toque aún mas delicioso a la carne.
—Susan, tú no eres así ¡Maldita sea! ¡¿Que carajo te pasó! –Se atrevió a darse media vuelta para mirar frente a frente a Susan, mantenía sus rasgos característicos pero era irónicamente diferente.
Para comenzar sus ropas, ya no tenía las mismas prendas con las que había ingresado al laberinto, esta vez poseía un top ajustado color negro y una falda del mismo color que dejaba expuestas sus largas piernas. Aparte en el cinto al nivel de su cintura por la parte izquierda se encontraban unas cadenas colgando dándole un toque algo gótico. De su cuello colgaba un hermoso collar de un material parecido a la plata cuyo dije era de un corazón con espinas.
Los ojos café oscuro se habían vuelto azules, un color idéntico a los ojos del agonizante humano que se mantenía en el suelo. Su cabello que anteriormente era de un ligero rubio algo opaco, ahora era de un vivaz rubio, le había crecido un poco el cabello al llegarle ahora al nivel de los glúteos y su cuerpo, hasta parecía haber madurado por años, no parecía una jovencita de 19 años, ya parecía una mujer algo madura.
Aunque muchos pudieran decir que esa Susan era mucho más atractiva, para Marcos no era nada atrayente, para él era un monstruo más de entre los demás, con la única diferencia de que la amaba fuera lo que fuera, sabía que en el interior se encontraba esa Susan de la que se enamoró.
—Ponte consiente Susan, estás dañando a un hombre ¡Lo estas matando! ¡Tú no eres Susan! ¡Susan jamás haría eso! –
Susan tan solo alzó una ceja en forma incrédula en lo que una macabra sonrisa se formaba en sus labios.
—Ay Marcos. —negó un par de veces con la cabeza. – Mi niño, mi "príncipe", lo siento tanto pero la patética Susan que dices que no haría eso, desapareció, para la suerte de todos, ahora puedo ver todo con mayor claridad.
—¿Puedes ver?
—¡Obvio! Ventajas de ser cien por ciento vampira, ¿No lo crees? Lindo –le guiño un ojo en un gesto algo coqueto, antes de avanzar a un paso lento y tranquilo hacia este.
—Susy, por favor reacciona.
Marcos retrocedió unos pasos hasta que su espalda chocó contra la fría pared.
—Tú no eres... Susy... Quiero a mi Susan de vuelta.
—La Susan que tú quieres, jamás volverá.
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El Laberinto del Vampiro
VampireSusan es una joven que termina perdiéndose en un laberinto sin darse cuenta de que no esta sola, sin embargo aquel extraño ser que siempre la vigila desde que entró al laberinto jamás lo podrá ver, pues Susan desde hace un par de años es ciega. Ahor...