1. El Laberinto.

44.8K 1.8K 97
                                    

—Vamos Claudia, Susan, apresúrense que vamos a llegar tarde.

Micaela, la mujer de cuarenta años sonó varias veces el claxon esperando que sus dos hijas salieran lo más pronto posible de la casa. El viaje duraba varias horas y no quería aumentar el tiempo al encontrarse con el tráfico.

—¡Ya vamos mamá! —Gritó Claudia al jalar a hermana mayor del brazo para llevarla al auto.

—¿No se nos olvida nada? Clau.

—No lo creo Susy, pero ¿eso qué importa? ¡Estoy tan emocionada! Desde hace mucho que quería ir laberinto, escuche que es igual de grande que una ciudad. —Abrió la puerta trasera del auto y una vez que su hermana entró, ella le siguió y cerró la puerta tras de si.

—Ya, no grites Claudia y ponte el cinturón, será un viaje largo así que lo mejor es que se estén tranquilas. Pondré un poco de musiquita para ambientarnos.

Susan maldijo en su interior al escuchar "Like a virgin" de Madonna como la primera de una larga lista de música ochentera que su madre podía escuchar las 24 horas del día.

—Ya quiero que lleguemos Susy —Musitó Claudia apretando sus puñitos con emoción.

—Somos dos. —Respondió con un fin completamente opuesto al de su hermana. Palpó un par de veces los bolsillos de su pantalón hasta encontrar los audífonos, la música rock no era precisamente de su gusto pero hacia meses que no actualizaba la lista de reproducción de su Iphone, por lo que no le quedaba nada más que conformarse con tal de no tener en su cabeza las canciones anticuadas (como ella dice) de su madre.

Decir que pasaron 20 minutos en silencio sería exagerar, pues su inquieta hermana de nueve años no tardó en empezar a mencionar cada cosa que viera por su ventana. Unas cosas parecía que la decía para sí misma, otras tenía que gritarlas para que al menos su hermana le prestara atención.

—¡Susy! ¡Mira ese toro! ¡Es un enano! —Gritó golpeando repetidas veces la ventana con su pequeña mano.

—Es un becerro hermanita —Le respondió Susan sin mucho interés, no le molestaba que su hermana inconscientemente olvidara que ella no podía ver lo que había en la ventana, estaba acostumbrada a su condición desde que había perdido la vista hace apenas unos pocos años atrás.

Le parecía incluso una ironía que su madre les llevara a aquel laberinto, ¿piedad? ¿Compasión? No sabía realmente que había en su progenitora, pero tampoco tuvo elección de ir o no a aquella zona turística.

"El Laberinto oscuridad infinita" Sin duda los que pusieron aquel título no tenían mucha creatividad. Sin embargo, según los folletos, el laberinto no tenía ese título por nada. Aquel lugar era una cueva natural, completamente oscura por supuesto pero los guías llevaban linternas para poder alumbrar el camino y así admirar aquel pasaje natural.

—Llegamos Susy, ya llegamos, anda, vamos rápido — ¿Tan rápido? Pensó Susan, al parecer se había quedado dormida durante todo el viaje. Salió del auto y sintió los rayos del sol contra su rostro, era una sensación agradable.

—Ya era hora, no siento el trasero. —Se quejó su madre mientras ayudaba a su hija mayor a salir del auto.

Entre las incontables voces de todos los turistas podía perfectamente escuchar las órdenes de los que suponía eran los guías.

"—Por favor, lleven agua porque el camino es muy largo

—Siempre deben llevar la linterna prendida

—Por nada del mundo pasen por los pasadizos que tienen una cinta de protección, si llegan a entrar por allí estarán condenados a una trampa mortal, pues son los pasadizos sin salida del laberinto.

—Siempre obedezcan las órdenes de los guías. "

—Mierda, ya casi saldrá el último grupo, si nos apuramos quizá los alcancemos, muévete Susan. —Siguió como pudo el jaloneo de su madre, ajustándose los lentes de sol. —¡Ah! ¡Olvidé los boletos! Niñas, quédense aquí, no tardo, Claudia, cuida a tu hermana.

Cuanta ironía el quedar a cargo de la hermana pequeña. Estando en la extensa fila simplemente avanzaba cuando su hermana así lo indicaba, pero una voz masculina le sacó de sus pensamientos.

—No vas a necesitar esos lentes negros allá adentro, todo está oscuro.

Susan abrió los labios para decirle que era ciega, pero recapacito, no deseaba que otros sintieran lastima por su condición.

—Pero aún no entramos y hace mucho sol ¿No?

—Sí, es muy molesto, como seguro lo han de ser esos lentes. —Y le escuchó alejarse "menudo entrometido" pensó.

—Mira lo que leí en este folleto, Susy —Prestó atención a lo que su hermana (quién parecía ajena al muchacho que le había hablado) le decía. —Dice que el laberinto está compuesto por tres "fases", son 10 kilómetros de recorrido y se calculan muchos más respecto al área total del laberinto, dicen que hay muchos caminos que aún no recorren y que en realidad aún no descubren la verdadera salida, por eso el recorrido es de ida y venida por el mismo tramo.

—Por favor, los del grupo G ya fórmense, saldremos en 15 minutos.

—¡Menos mal! Creí que no alcanzaría, vamos niñas, este es nuestro grupo.

—De acuerdo, no se vayan a separar, sólo síganme a mí —Y al terminar de hablar, todos en fila comenzaron a meterse al laberinto siguiendo al guía. Aunque al parecer, Susan fue la única que al entrar se sintió observada.

El Laberinto del VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora