4. Él

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Tras estar en buenos términos, pensó que quizás esa era la oportunidad de decir lo de su ceguera, pero una vez más prefirió callar "No necesito que me tenga lástima" Pensaba. Para poder disimular mejor su estado y sabiendo que él tenía razón y se veía ridícula con los lentes de sol, se los quitó y agachó la mirada.

—Oye, no bajes la mirada, tienes unos bonitos ojos, no sé porque los ocultas tras los lentes.

—Lo sé, lo sé, mis ojos son hermosos —Dijo con cierta gracia para si misma. —Jamás verás unos ojos más oscuros que los míos.

—Entonces no has visto mis ojos, son de un café más oscuro que los tuyos.

Se puso frente a ella pero al ver que ella retrocedía, la tomó de los hombros y se puso cara a cara.

—Mira mis ojos y dímelo ¿verdad que mis ojos son aún mas oscuros?

—Esto es ridículo.

—O tú no quieres aceptarlo.

Ella dudó, si él decía eso quería decir que sus ojos eran oscuros ¿verdad?

—Tú ganas, son más negros, fin.

Lo escuchó reír y luego separarse de ella ¿Esa era buena señal no?

—¿Verdad que mis ojos son más negros que tu conciencia?

Ella sonrió ajena a que él se había dado cuenta de que ella era ciega, después de todo sus ojos en ese instante estaban de un rojo intenso y brillantes.

Veía en ella esa luz de esperanza que había perdido desde hacía mucho tiempo atrás, Susan, era la ideal para permanecer a su lado para siempre, ya no estaría solo como hasta la fecha lo había estado, siempre condenado a estar cargando con esa cruz con los de su raza.

Era un profundo deseo que guardaba en su interior, tener a su lado a alguien que no le rechazara como los demás vampiros, pero los mortales huían de él siempre, y no podía culparlos, después de todo él era un monstruo.

Siempre la persona que escogía como compañero de la oscuridad, tarde o temprano descubría que él no era humano y terminaba huyendo de él, causando el pánico en general.

Podía recordar a la perfección que ese mismo día había elegido a una de las humanas del grupo F como su compañera, la atrajo, pero ella descubrió por culpa de sus ojos rojos que él no era humano, y comenzó a gritar su condenada raza...

—¡Vampiro! —

Se enfureció y mordió a la humana, sin llegar a asesinarla, sabía que "otros" seres se encargarían de ella, su ira lo cegó y no se dio cuenta de que era observado por todo el resto del grupo, haciendo que ellos se fueran dirección a donde estaban los del grupo G... el grupo de Susan, aquella muchachita que había conocido en el exterior del laberinto ese mismo día.

—Oye Marcos ¿Sigues aquí? Este lugar es demasiado oscuro y no puedo verte.

Salió de sus recuerdos al escucharla.

—Sí, estoy aquí.

—Oye Marcos, ¿Sí conoces la salida, verdad?

¿Salida? ¿Para qué salir? ¿Qué ella no se daba cuenta que si no era completamente como los humanos, no sería aceptada? quizás esa era la razón del porque ocultaba su condición, para poder encajar entre los humanos.

Por un instante se enmudeció, tenía que responderle, tenía dos opciones, tener después de mucho tiempo a la compañera que siempre deseó. Aquella que le acompañara en aquel laberinto, o dejarle ir.

El Laberinto del VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora